Pero, ¿quienes son los Reyes Magos -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

(Pequeño ensayo conducente a comprobar el gran desastre que se consigue leyendo la Biblia al pie de la letra, literalmente).
Este es el título de un artículo que publicó Religión Digital (RD) el lunes 5 de enero, víspera de la fiesta de la Epifanía. Me extrañó que, siendo un trabajo de la propia redacción de la revista digital, resultara tan deslavazado y sin una idea guía. Da la impresión que se lo encomendaron a un becario, o becaria, quien se dedicó a tirar de google, y picoteó de aquí y de allí, hasta exponer la más desbarajustada versión que haya podido leer un servidor sobre estos personajes pintorescos.

El problema fundamental es que en España se ha estudiado muy poco la Biblia, y esa sigue siendo la tónica dominante. Todavía hay quien, como se hacía en estudios aparentemente sólidos y profesionales, hasta casi mediados del Siglo XX, intenta encontrar explicaciones racionales, o coincidencias naturales, como en el caso del Mar Rojo, con el orden de las mareas, y su conocimiento por parte de los judíos, y el despiste de sus opresores, los egipcios. (Algo, por lo menos en este caso, realmente complicado de aceptar, pues fueron justamente ellos, los egipcios, los que inventaron la Trigonometría, al estudiar los ciclos que provocaban las crecidas y bajadas del Nilo).

Es efectivamente sorprendente que un hombre de la información y el conocimiento bíblicos que se le supone a Benedicto XVI, en su último libro sobre Jesús de Nazaret, «La infancia de Jesús», destaque ?que los Reyes Magos probablemente no venían de Oriente, como se ha creído tradicionalmente, sino de Tartessos, una zona que los historiadores ubican entre Huelva, Cádiz y Sevilla??. Esta cita es, textual, del artículo que comento de RD, y, por lo menos a mí, me sorprende, y mucho, que algunos autores, a los que se supone sesudos, como al papa emérito, demuestren interés por informaciones excéntricas, que, además, son total y absolutamente inútiles si su objetivo es explicar racional, o real, o históricamente, los hechos fantásticos narrados en la Biblia.

Porque el caso es que no hace falta. Una de las claves en el estudio bíblico es que se trata de un libro que se cita, se refiere, y se explica a sí mismo. Voy a poner dos ejemplos sencillos, referidos directamente al tema de los Magos. Hay quien se sorprende de que sea tan solo el evangelista Mateo el que narre la aventura de los Magos de Oriente. Y buscan dónde y cómo se habría informado el evangelista, o por qué camino le llegó la información del viaje de los investigadores exóticos. (Más abajo explicaré el porqué de la denominación de investigadores).

Es muy sencillo, y conectaré con el segundo ejemplo que voy a traer a colación: San Mateo es el único evangelista que escribe para una comunidad cristiana compuesta, al 100%, por judíos convertidos. Como todo el mundo sabe, ¿o tal vez no?, la asistencia a las sinagogas era muy común, y muy elevada. Y la pedagogía de los rabinos, por lo que demuestra la Historia, era bastante apropiada a la mentalidad y al interés por aprender de los fervorosos oyentes de sus prédicas y exposiciones. Así que todos ellos conocían, perfectamente, la profecía de Isaías, quien ya había anunciado que ?unos magos de Oriente, y una multitud de camellos, llegarían a Jerusalén trayendo regalos, y ofreciendo oro e incienso??. Es decir, solo se trataba de recordar, en un género literario asequible y ameno, que la profecía mesiánica de Isaías se cumplía en el nacimiento de Jesús. ¡Luego….!

El principal problema que tienen la mayoría de los que se acercan a la Biblia con buena intención es que piensan, que, por respeto a la misma, su lectura tiene que ser literal, al pie de la letra. Y no perciben que así, acercándose a un libro escrito entre 3000 y 2000 años antes, con una sensibilidad y mentalidad de miles de años después, lo que se hace es, justamente, lo contrario: faltar al respeto a los escritos bíblicos. Y es lo que sucede a quienes son legos totales en asuntos como ?géneros literarios??, o ?técnicas narrativas bíblicas??, que no saben apreciar como un ?midrás??, que no es sino un cuento literario, el relato de la venida de los Magos, distinguiendo algo que es fundamental: el qué de lo que nos cuentan, que es lo que tenemos que entender, y el cómo, que son los instrumentos literarios que emplean.

(Y a modo de apéndice, pues lo he prometido antes, la palabra ?mago??, empleada por Isaías, y repetida por Mateo, no tiene anda que ver, sino por refilón, con lo que hoy entendemos por magia. Simplemente, en aquellos remotos tiempos, los científicos, los investigadores, que generalmente comenzaban por la astronomía, eran, para el pueblo ignorante, como magos que conseguían saberes y conocimientos misteriosos, como si fueran, efectivamente, magos. Algo así, y por el mismo motivo por el que llamaban las tribus primitivas hechiceros a los sacerdotes que tenían el secreto, ?la magia??, de saber lidiar, sin peligro, con las cosas sagradas).