Los colectivos canarios de homosexuales tachan de «retrógradas» las declaraciones del obispo nivariense
El vicario general de la Diócesis Nivariense, Antonio Pérez, manifestó ayer que «el obispo, Bernardo Álvarez, nunca ha pretendido justificar ni comprender un fenómeno absolutamente rechazable como es el abuso de menores».
Pérez matizaba así las declaraciones vertidas por el obispo de la Diócesis Nivariense en una entrevista publicada por La Opinión de Tenerife el pasado día 24 y de las que ayer se hicieron eco las ediciones digitales de los principales diarios nacionales, lo que ha levantado la polémica y las reacciones de los grupos de homosexuales de Canarias.
Según el vicario general, «las declaraciones del obispo se han descontextualizado por lo que me remito al conjunto de la entrevista publicada por La Opinión de Tenerife». Ayer, los digitales de El País, El Mundo, 20 Minutos o Canarias 7 recogían algunos extractos de la entrevista publicada por este periódico. Así, El País titulaba «El obispo de Tenerife afirma que algunos menores incitan al abuso sexual». Mientras que en el portal de El Mundo lo hacía con «El obispo de Tenerife: «Hay menores que desean el abuso e incluso te provocan».
Reacciones. El obispo no sólo habló en la citada entrevista sobre menores y abusos sexuales, también opinó sobre el divorcio y los homosexuales. Unas declaraciones que tampoco han gustado a las asociaciones de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Canarias que lamentaron ayer «profundamente el tono y contenido» de las manifestaciones de Álvarez y denuncian «todo intento de crispación social que ciertos sectores realizan al lanzar mensajes llenos de odio como éste».
Los colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) de Canarias (Algarabía, Altihay, Gamá y Lánzate), así como el Frente de Gays y Lesbianas de Canarias lamentaron «el tono y contenido» del mensaje del obispo de Tenerife sobre la homosexualidad al referirse que «perjudica a las personas y a la sociedad». Para estas asociaciones, lo dicho por el obispo «representa la postura más retrógrada de la Iglesia católica». Así, denuncian «todo intento de crispación social que ciertos sectores realizan al lanzar mensajes llenos de odio como éste».
Dicen que Álvarez «se confunde cuando opina que no es políticamente correcto hablar de la homosexualidad como una enfermedad, porque no es cuestión de corrección al hablar sino de manejo de la información y adecuación a los tiempos, de la misma forma que en la actualidad nadie en su sano juicio defendería teorías del pasado como la supremacía de la raza blanca, del hombre sobre la mujer o la inconveniencia de los matrimonios interraciales». Añaden que éstos son «argumentos defendidos en otros tiempos por sectores de la Iglesia y sobre los que ha sabido modificar su discurso».
Los colectivos esperan que los sectores de la Iglesia a los que «representa» Álvarez «frenen su alocada lucha por calumniar a los homosexuales». Cambios sociales de diferente velocidad El psicólogo clínico y presidente de la Asociación para la Protección de la Infancia y la Juventud (Acapi), Mario Araña, dijo ayer que «hablar sobre homosexualiad y conductas sexuales de la juventud o de los menores es un tema muy complejo y ha de abordarse de forma interdisciplinar». «Las conductas sexuales de los menores, como otros aspectos de su vida, han ido aparejadas con los cambios vertiginosos que se producen en la sociedad. Los chicos tienen acceso a mucha información, incluso la que está intoxicada; tienen contactos e intercambios con personas de otras culturas y realidades sociales.
En este contexto, desde el plano afectivo, educacional, cultural y social, se deben entender los cambios transformadores que han experimentado sus conductas. Cambios que, en cambio, no se han producido en la Iglesia, por lo que de este modo podría entender, pero nunca compartir, algunas posturas que quedan anticuadas». Araña se refiere también a lo dicho por Álvarez sobre la homosexualidad para señalar que «ésta no es sólo una conducta sexual, sino que responde a una necesidad afectiva y espiritual que atiende a factores de socialización y de ajuste vital».