OTRA IGLESIA ES POSIBLE. Martín Velasco

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Religion Digital

Todos los estudios sobre la situación religiosa constatan el ?divorcio?? cada vez más radical de la Iglesia con las sociedades en las que vive. Ya no afecta tan sólo a las personas ajenas al cristianismo. Nunca han sido tan numerosos los cristianos sin Iglesia, aquellos que, manteniendo la referencia al cristianismo, ?creen sin pertenecer??, como dicen los sociólogos.
A veces se ofrece como razón de este hecho el distanciamiento de la sociedad actual de los valores y las normas que la Iglesia se siente en la obligación de mantener. La cultura actual, oímos con frecuencia, se ha hecho refractaria a la radicalidad cristiana.
Es muy probable que esa razón exista. Pero sería bueno que, además, la Iglesia se preguntase por el posible influjo de otras causas. Por ejemplo, la identificación del mensaje de Jesús con las formulaciones que ha recibido en épocas históricas superadas, la forma anacrónica de presentarse, el autoritarismo y el centralismo a ultranza en el ejercicio de la autoridad, la manera poco representativa y participativa de organizarse, la falta de espacio en su interior para el diálogo y la discusión de los problemas, la peculiar manera de entender la presencia y la participación de la mujer.
De hecho, no pocos cristianos lúcidos, y algunos miembros de la jerarquía, han soñado en voz alta otras formas de Iglesia, imaginadas desde criterios evangélicos: una Iglesia-comunión de las diversas comunidades que componen las Iglesias particulares ?en las cuales y a partir de las cuales se constituye la Iglesia católica una y única??, como dice el Vaticano II.
Unas comunidades organizadas bajo la forma de la fraternidad: ??No os dejéis llamar maestros, ni doctores, ni padres, porque vosotros todos sois hermanos???; cuyos miembros se reconozcan llamados por el Padre común, iguales y corresponsables, y se distingan por el amor fraterno y no por relaciones de sometimiento. Una Iglesia que se comprometa en la búsqueda compartida de la verdad a la que aspiran todos, hogar de libertad, samaritana de todos los caídos en manos de los sistemas injustos, acompañante compasiva de tantos sufrimientos como aquejan a nuestro mundo, y que, como Jesús, se haga presente en la sociedad bajo la forma del servicio: ?Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve??.
Tales sueños no pretenden ninguna refundación de la Iglesia, ni se proponen la instauración de una Iglesia alternativa. Tampoco propugnan la eliminación de los elementos esenciales de la estructura en la que ha cristalizado el proyecto de Jesús: los ministerios, los sacramentos, la recta doctrina. Sólo se atreven a imaginar esos elementos configurados desde criterios evangélicos y puestos al servicio del Reino de Dios. La intención de quienes los divulgan es que el Evangelio regenere las estructuras de la Iglesia para evitar que la crisis de éstas ponga en peligro el futuro del Evangelio.