Nuestra salud está en venta #FSM2013 -- Nani Vall-llossera

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Cristianismo y justicia

Este título contradice exactamente la pancarta que presidía uno de los talleres del Foro Social Mundial recientemente celebrado en Túnez. Pero el eslogan original con que los movimientos sociales han intentado alertar y movilizar en los últimos años a los ciudadanos, sobre todo en los países que disfrutaban de un estado del bienestar más o menos desplegado, no ha conseguido frenar la ofensiva que el capitalismo viene lanzando contra la salud de las personas desde hace algunos lustros. El proceso de privatización y mercantilización de la salud que vivió América Latina en los años 70, ahora lo vive con la misma crudeza Europa, donde multinacionales de la salud y grupos de capital-riesgo han conquistado los sistemas nacionales de salud atraídos por esta gran parte del pastel de financiación pública que es la atención sanitaria y social.

No nos engañemos, nuestra salud no sólo está en venta, sino que, en gran parte, ya ha sido vendida. Tal vez asumiendo este punto de partida podamos algún día volver a ser amos tanto de nuestra salud como de nuestra enfermedad que son los extremos de un continuum que nos han expropiado y nos hemos dejado arrebatar.

Hace años que el capital y los poderes del mundo globalizado se dieron cuenta de que los Estados del Bienestar, y los sistemas nacionales de salud, fueron un error de la Historia. Evidentemente, un error que ha beneficiado al 99%, permitiendo un progreso verdaderamente humano (con limitaciones, sí) en los lugares donde pudo desarrollarse, y perjudicado las ambiciones ilimitadas de sólo el 1% que ahora está empeñado en recuperar el tiempo perdido. Lo peor de todo es que cuenta con la complicidad consciente o inconsciente de buena parte de la ciudadanía.

Nuestra complicidad, porque hemos permitido que se desbocaran nuestros miedos existenciales sin trabajar para controlarlos; porque nos hemos tragado de forma acrítica la falacia de que es con la medicina (la convencional y las alternativas) con la que encontraremos la salud entendida como bienestar físico, mental y social; porque hemos consentido que se inventaran enfermedades y han conseguido que creyéramos que las teníamos (y nos tratáramos por ellas); porque nos han alargado la vida pero no estamos consiguiendo ensancharla con formas de vivir felicitantes; porque han hecho de los fármacos el pan nuestro de cada día y nosotros lo hemos fomentado con la presión de nuestros temores y nuestra intolerancia al contratiempo y a la incertidumbre; porque nos hemos dejado despojar de las estrategias humanas que nos permiten sobrevivir a la insoportable vulnerabilidad y finitud de nuestras vidas: la búsqueda de sentido, la confianza entre las personas, las redes de cuidado comunitario, la amistad profunda, la familia, la vida espiritual, la lucha por ideales que nos trascienden??

Complicidad de los profesionales, que renunciamos por desidia culpable a enterarnos de lo que está sucediendo; que nos sometemos dócilmente a las presiones de la industria farmacéutica; que cerramos los ojos a la manipulación de la evidencia científica (sesgo de publicación, fundamentalmente; esto es, se publican sólo los resultados que interesan y no los resultados negativos, por ejemplo); que hemos olvidado que los pacientes, las personas, son el centro de nuestro trabajo; que nos escaqueamos si podemos; que a veces somos tan codiciosos como el 1%, sólo que nuestra capacidad de hacer de la salud un negocio es menor; que contemplamos el proceso con pasividad y sólo luchamos contra los recortes como una reivindicación laboral corporativista; que no nos damos cuenta de que el deterioro de nuestras condiciones laborales forma parte de la misma ofensiva del capital contra toda la clase trabajadora; que casi ninguno de nosotros forma parte del 1% ni lo hará nunca y que si perdemos el derecho a una atención sanitaria pública de calidad, también nosotros nos empobrecemos. También nosotros (o nuestros hijos) podemos caer por el camino o terminar endeudados para siempre, si avanza la destrucción de los servicios públicos y se sigue recortando la financiación de la atención sanitaria a partir de la caja común, y ésta sigue siendo vaciada impunemente por el 1%.

De los gobernantes, por estar al servicio de los poderes económicos; por ser codiciosos y ambicionar formar parte del 1% a costa de traicionar a las personas a las que se deben y el buen nombre de la Política; por no ser audaces; por creer inocentemente que los retrocesos actuales son coyunturales, una medida pasajera con la que saldremos de la crisis; por estar aferrados al poder y no aprovecharlo para construir una sociedad más justa y equitativa; por ser mediocres y no estar a la altura de las responsabilidades que les hemos encomendado.

En este caldo de cultivo, los poderes económicos han campado a sus anchas y han puesto la salud en venta. Ante esta ofensiva global sólo cabe una respuesta global que únicamente podrá venir del 99%, cuando despertemos.

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Declaración de la asamblea de convergencia sobre la universalización de la protección social FSM

Declaración de Túnez