Es uno de los creadores de opinión más prestigiosos de la Iglesia española. El jesuita Norberto Alcover (Palma de Mallorca, 1940) lleva años dando la cara por la iglesia en los medios de comunicación. No en vano es de los pocos eclesiásticos con nombre y peso suficiente para escribir columnas en El País, Abc o el Diario de Mallorca. Escritor prolífico también, acaba de publicar ?Contemplar la Navidad??, una excelente ?catequesis?? navideña, porque ?una vez que Dios se hace carne, todo es posible??. Se decanta por Blázquez y pide a la Iglesia que no se convierta ?en el castillo de Kafka??.
Norberto reconoce, de entrada, que su obra ?Contemplar la Navidad?? (San Pablo) ?es una sugerencia del director de la editorial, Pedro Miguel García??. Se trata ?de una catequesis navideña, que consta fundamentalmente de un elemento pictórico, un comentario meditativo, un texto del Vaticano II, un poema navideño y una plegaria para rezar??, explica.
Los cuadros elegidos son de diversos pintores y, tras la contemplación icónica, el autor realiza ?un comentario entre espiritual y antropológico, muy para la dimensión humana de la Navidad. Un comentario meditativo??.
Un libro muy apropiado para estas fechas. Para creyentes y ?para los que ven tambalearse su fe y las raíces de sus creencias y se han ido desconectando de Jesús??. Un libro, pues, divulgativo, ?porque de altura teológica ya se escriben muchos??. Libros de altura teológica de los que Norberto tiene varios. No en vano lleva ya 15 publicados.
Este, en cambio, es ?un libro más personal, donde transmito mi experiencia de fe y trato de echar una mano para ayudar a creer y esperar, conjugando una cierta profundización con una dimensión humana legible??.
Una vez abierta la veta, Alcover ya tiene en mente un segundo volumen sobre ?contemplar la Pascua??, el otro gran misterio de la vida de Jesús.
La Navidad
La Navidad, es para el escritor jesuita, uno de los grandes misterios del cristianismo. ?Es el gran misterio. Teológicamente, la culminación es la Pascua, pero, porque, una vez que Dios se hace carne, ya todo lo demás es posible??. A su juicio, pues, ?el problema está en aceptar la encarnación de Dios en un ser humano, la persona de Jesucristo??.
Entre todas las escenas navideñas, Alcover se declara ?fanático de la visita de María a Isabel??. Y lo explica así: ?Después del anuncio del ángel, María se queda tan perpleja que se va a ver a la única persona cuyo consejo quiere escuchar. Es decir, en el comienzo de la Salvación hay un discernimiento espiritual. E Isabel demuestra su madurez y le dice: ?Dichosa tú que has creído?. Y, en ese momento, no antes, tras fiarse de Isabel, María acepta definitivamente??. Es decir, ?la fe no se vive en solitario??.
El otro pasaje de la Navidad que más le llama la atención es la matanza de los inocentes a manos de Herodes. Porque ?matar al hombre es matar a Dios??. Se trata, pues, de ?un texto profético, que hemos infravalorado??. Porque ?es terrible que, cuando celebramos el nacimiento de una criatura, se nos cruce la matanza de los inocentes??. O haciendo el paralelo a la actualidad: ?Cada niño de un país desarrollado que nace, ¿cuántos niños asiáticos cuesta???. Es decir, ?nace un niño que es la plenitud y su nacimiento tiene un coste terrorífico??. Y es que ?en Navidad hay de todo, es un mapamundi histórico y antropológico??.
Porque, como pudo comprobar en El Salvador, a los cuatro meses de la muerte de Ellacuría y demás compañeros, ?la vida siempre surge de la muerte??. Quizás por eso, Norberto se declara ?un fanático de los mártires, porque son los que están en la frontera y en el límite y no abdican?? .
Otro detalle en el que repara el escritor jesuita es que ?en el texto pictórico, junto a Herodes, hay asesores??. Siempre, junto a los grandes y a los que mandan, hay muchos asesores. ?Y lo mínimo que podemos exigir es conocerlos??.
En la ?lucha?? entre los principales símbolos navideños, Alcover, como en todos los demás ámbitos de su vida, se decanta por la suma más que por la resta. ?Es ridículo que Papá Noel sustituya a los Reyes Magos, porque se pueden conjugar perfectamente??, aunque, para él, ?es mucho más metafórico e infantil la figura de los Reyes Magos que la de Papa Noel??.
Hijo de Arrupe y del Vaticano II
Fiel a sus raíces, el padre Alcover se declara ?hijo de Arrupe y del Vaticano II??. Y se muestra orgulloso de ellos: ?Tener unos padres así es un auténtico lujo??. Por eso, como buen hijo, ?me molesta que Arrupe sea golpeado y, más todavía, que se ataque al Vaticano II??. Entre otras cosas, porque ?el colmo del cinismo es utilizar el Concilio para atacar a los sectores más avanzados??. Y es que, a su juicio, ?el Vaticano II vive incluso en los que lo detestan y la verdad es que algunos se pasan el día detestándolo, sin tener en cuenta que es más positivo amar que detestar??.
San Romero de América
Norberto no cree que sus compañeros asesinados en El Salvador vayan a ser beatificados. ?Me conformaría con que se abriese camino monseñor Romero, que es el padre espiritual de esta aventura??. Y ?un santo, al que el pueblo ya no discute y proclama abiertamente como tal??.
Y contra los que le reprochan sus implicaciones políticas, replica: ?Nadie es neutral. Todos tenemos implicaciones políticas??, porque ?hacer política es estar en un sitio y decir lo que se tiene que decir??.
Siempre equilibrado, el padre Alcover cree que ?en la Iglesia actual, tenemos que superar las banderías??. Y abandonar, asimismo, la postura de fortaleza asediada. ?Nadie nos persigue. Claudicamos. Porque es más fácil ir abdicando. Por eso, hoy hay vergüenza a proclamarse católico?? y ?pasamos del nacionalcatolicismo a una especie de catolicismo vergonzante??.
El castillo de Kafka
Alcover tiene muy claro que ?la Iglesia no puede convertirse en el castillo de Kafka. La Iglesia no es una ciudad amurallada. Es un pesebre, donde hay un niño. Un pesebre abierto para todo el que quiera entrar en él??. Y ?Cristo nunca juega a la defensiva, sino a la ofensiva: Aquí estoy??. Por eso, está convencido de que ?hay que abrir las puertas?? y ?no dedicar tiempo a defenderse, sino a testimoniar??.
Los medios y la Iglesia
Como experto en comunicación, Norberto asegura que ?a los medios no sólo hay que darles toda la información, sino, además, sugerirles cosas??. A su juicio, ?no nos acabamos de creer que los medios marquen las pautas de la sociedad, en parte porque les tenemos miedo??. Porque, ?entre muchos eclesiásticos, el periodismo tiene mala prensa??. Por eso, a su juicio, ?hay desconfianza y no se cree que los medios de comunicación sean signo de Dios en la sociedad actual??.
Rouco y Camino
Siempre moderado, el jesuita Alcover no se muerde la lengua. Entre otras cosas, porque ?tengo 67 años, lo importante ya lo hice, pero puedo seguir diciendo lo que pienso??. Por eso, no le duelen prendas a la hora de reconocer que el cardenal de Madrid es de los pocos ?que ha ponderado la importancia de los medios de comunicación y de tener presencia en ellos??.
Y añade, ?uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con Alfa y Omega, pero el cardenal lo manda editar porque está convencido de que vale la pena invertir en comunicación, dada la importancia de los medios??. Y añade: ?Rouco sabe lo que quiere en este terreno y establece una visión entre medios y estrategias??.
Asegura, asimismo, que el portavoz de la CEE ?lo está haciendo muy bien en función de cuanto se le pide??, aunque reconoce que su nombramiento episcopal (el primer jesuita en España que accede al episcopado) ?ha sorprendido, porque es un caso atípico??. Su nombramiento puede leerse desde la clave de que ?se trata de un hombre de confianza de Rouco??.
Blázquez
Lo que más le gusta de Ricardo Blázquez, el presidente de la CEE, es ?su estilo??, capaz de ?poner los puntos sobre las íes y, al mismo tiempo, mantener un talante dialogante y de cercanía??. Quizás por eso, Alcover le dedicaba, hace poco, una crónica en ABC, con el significativo título de ?Blázquez, verdad con amabilidad??. A su juicio, ?su tarea es admirable?? y ?su actitud clarifica, anima y crea buen rollo??.
El jesuita alaba, especialmente, el discurso pronunciado por monseñor Blázquez en la inauguración de la pasada Plenaria del episcopado. ?Un discurso antológico, a repartir en las parroquias. Un discurso admirable y clarificador??. A su juicio, no se trata tanto de que pidiese perdón por los pecados de la Iglesia en la guerra civil. ?A mi modo de ver lo esencial del discurso de Blázquez es que reconoce los fallos de la Iglesia y dice que todos deberíamos hacer lo mismo: unos y otros??.
A la hora de explicar la forma de ser de Blázquez o del cardenal Cañizares, Alcover asegura que ?todos somos hijos de nuestro temperamento. Blázquez es así y Cañizares también es así en todos los ámbitos de su vida. Y te mueres con el temperamento a cuestas: otra cosa es la transformación del temperamento en carácter. Ahí sí que juega la libertad??.
En cualquier caso, para enjuiciar cualquier evento o a cualquier persona, Alcover suele guiarse, tal y como aprendió de su maestro y compañero padre Blanch, del ?criterio de realidad??. Un criterio que le ha convertido en uno de los eclesiásticos españoles con más criterio.