No nos representan -- Pedro J. Larraia Legarra

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Cómo es posible que una persona que durante el tiempo que fue párroco en Zumarraga tomó la decisión de no acudir a las convocatorias de los ?execrables?? obispos Setién y Uriarte -es de suponer que por ser agua sucia también-, nos diga ahora que lamenta el «espectáculo de falta de unidad» en su diócesis.
¡Qué desfachatez!

Verá, señor Munilla; este fin de semana se ha celebrado en Madrid, en la sede de un sindicato rojo (la jerarquía católica no permite desde hace muchos años que un sector de la comunidad creyente nos reunamos libremente en dependencias religiosas para reflexionar sobre nuestra fe), el XXX Congreso de Teología de la Asociación Juan XXIII -aquel hombre bueno con quien Arregi, curas, monjas y laicos no habrían tenido que padecer la injusta, obsesiva, enfermiza y antievangélica persecución que sufren con los benedictos, roucos, icetas, cañizares y con usted- para decir alto y claro que se ha acabado el tiempo de los silencios.

Se lo ha dicho también Jon Sobrino: «Esta Iglesia no es la que Jesús quiso. Esta es la idea que tengo ahora, viejo y medio ciego, en espera de la muerte»

A estas alturas de cristianismo -¡dos mil años!-, viven ustedes encapsulados en una burbuja, sin ningún contacto con el exterior y, encima, convencidos de que tienen hilo directo con Dios. Por si esto fuera poco, pretenden someter a todos aquellos que no forman parte de su burbuja con la amenaza de la condenación eterna. Todo un disparate.

Como usted comprenderá, ante este panorama somos cada día más los creyentes que no les tomamos en serio y que no les reconocemos ninguna autoridad ni representatividad. En todo el planeta, una parte muy considerable de la jerarquía católica ofrece una imagen penosa, carente de credibilidad, aliada con los poderosos y con la derecha.

Esto significa que muchos cristianos estamos más decididos que nunca a seguir tras los pasos de Jesús, con independencia de las actitudes que ustedes adopten.