«No mantienen, pero entretienen» -- Juan de Dios Regordán Domínguez

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Sanbartolome60

?Excelencia, hay quiénes piden que se prohíba comer pipas en los cines de verano?? – dicen que le comentó un ministro allá por el año cincuenta al entonces Jefe de Estado. Este le respondió: ? de ninguna de las maneras, porque aunque no mantienen, sí entretienen??.

Desde siempre se han empleado tácticas para distraer la atención del pueblo.
Se suscitan temas de poca importancia para dejar en la cuneta los verdaderos problemas que, aunque urgentes, no conviene poner encima de la mesa. Sacar en estos momentos el debate del orden de los apellidos o la desaparición de la ch y la ll provoca que mucha gente juegue con la
composición de cómo quedarían algunas palabras y así aparcar parcelas de mucha más urgencia y que se diluyan en el olvido.

Nuestra sociedad está acostumbrada a vivir a saltos, de fiesta en fiesta, y eso se sabe aprovechar muy bien por quiénes manejan los hilos de la economía y del consumo. Es fácil provocar que una familia se acostumbre a vivir por encima de sus posibilidades. Poco a poco se entra en una dinámica que tarde o temprano explota la situación y surgen los problemas de crisis en casi todas las facetas familiares.

Del problema económico se pasa a los conflictos de relaciones familiares.
A nivel nacional ha pasado algo parecido. La mayoría de la gente y la misma administración se han ido acostumbrando a gastar más dinero de lo necesario, como si nunca se fueran a terminar los recursos propios y los que le venían de fuera.

La crisis se veía venir, casi nadie se quería dar por enterado. Al contrario, muchos procuraron ?enriquecerse antes de que la cosa explote??.
No toda la culpa se le puede echar a los gobiernos, aunque es verdad que se debió poner los medios necesarios para evitar caer de lleno en una crisis que ha dejado a la sociedad hundida en la desolación y falta de esperanza.

Teniendo en cuenta el peso que en nuestra economía tenía la construcción, la importancia que tienen en ella los servicios y que nuestra producción depende, en parte, de industrias de fuera, es aquí donde mejor se podía preveer la crisis. No obstante, como por mecanismos de autodefensa, de
forma incomprensible se empleó un tiempo precioso, en vez de poner medios contra la crisis, a lanzar como maniobras de distracción la cuestión del aborto, homosexualidad, eutanasia; temas fuertes que necesitarían un debate en profundidad que no ha existido.

Además hay que decir que nadie de los principales culpables de la crisis ha sido castigado. Muy al contrario, con dinero público, se ha intervenido para sacar de la bancarrota a quiénes se enriquecieron de manera injusta. Y los que fueron descubiertos, han sido despedidos con
indemnizaciones millonarias. De cara al futuro hay que evitar que se pretenda olvidar las causas y se maquille todo lo que haga falta para volver al mismo sistema que ha originado la crisis actual.

Hay que salir de la crisis sin volver a la crisis. Rebajar un cinco por ciento el sueldo de funcionarios
puede sonar a cantos de sirena. Congelar las pensiones resulta una ofensa cuando se dejan sin atajar sueldos de trece o sesenta milloness anuales o gastos superfluos de las administraciones que superarían en mucho lo que se recortaría con la congelación de las ya maltrechas pensiones. A las
cosas hay que llamarlas con su nombre.

Que haya quienes ganen cantidades millonarias de euros al año; mientras otros se mueren de hambre, incluso a nuestro alrededor, es bajo cualquier moral un robo y crimen grave.

juandediosrd@hotmail.com