Mujeres presbíteras, ni en revancha, ni en competencia -- Olga Lucia Álvarez Benjumea- ARCWP

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

?Acostumbrados?? como estamos a la presencia de una iglesia institucional, arrogante e intocable, no es fácil concebir la presencia ministerial de un sacerdocio diferente.
Sin embargo, a medida, que va creciendo el empoderamiento de muchas mujeres al sacerdocio femenino, en el mundo, dicho ministerio va apareciendo con rasgos diferentes y propios de la feminidad.

Somos la mitad de la población del género humano, que sentimos el derecho de proclamar el Evangelio y servir en la Iglesia, como miembros bautizados. Acaso no dijo Jesús a una mujer:

?anda, ve y dile a mis hermanos que voy a mi Padre que es el Padre de ustedes; a mi Dios, que es también su Dios. María Magdalena se fue corriendo adonde estaban los discípulos y les anunció: HE VISTO AL SE?OR. Y les contó lo que Jesús le había dicho??

Juan 20:17-18

Qué lindo, es este texto! ?voy a mi Padre, que es el Padre de ustedes; a mi Dios, que es también su Dios??. Jesús, no nos mostró un dios acusador, agresivo, juzgador, fiscalizador, castigador. ¿Por qué le tenemos miedo a nuestro Padre Dios? No le conocemos, no nos lo han enseñado a conocer. La imagen que nos han dado de ?l, no corresponde a la imagen que Jesús tiene de ?l.

Nos toca rescatar, recuperar el rostro femenino de Dios, el Dios, que arropa, que protege, que cuida, que ama como nos lo muestra el profeta: ?Como un hijo al que su madre consuela, así los consolaré yo a ustedes?? Isaías 66:13.

No se necesitan de muchos palacios, templos y acarreos, para mostrar un Dios tierno y menos para anunciar su Buena Noticia (Evangelio).

No podemos seguir aplicando, la antigua ley del Talión, manipulando la justicia: eso es venganza. Es absurdo contestar un ataque de violencia con otro peor, como lo hemos vivido nuestro país.

En el ministerio sacerdotal femenino, Dios es Padre y Madre, nosotras/as sus hijas/os hemos sido creados/as a su imagen y semejanza. Es imposible, pretender mostrar el rostro de Dios, solo en sus rasgos masculinos y querer legitimar ?el orden establecido?? de este mundo, haciendo uso de su santo nombre que entre otros es plural; Elohim, no tiene género y es espíritu.

En el ministerio sacerdotal femenino, es esencial en nuestras vidas la Eucaristía, hacia el compromiso de cambio sugerido en el mensaje del Evangelio. Por eso, todos los miembros participantes, son celebrantes, repitiendo y comprometiéndonos igual que con el/la celebrante diciendo: ?este es mi cuerpo esta es mi sangre, entregada por todos ustedes??. El símbolo litúrgico debe transcender hacia hechos concretos, reflejados en la vida real. Ese es el verdadero misterio! Es el Cuerpo y la Sangre de Cristo en el pan y en el vino, presente en cada uno de nosotras/os, para ayudarnos mutuamente. Tu hermano/a, tu vecino/a, tu prójimo/a necesitan de ti y tú necesitas de ellos/as, por eso el Reino de los hijos/as de Dios, se construye y realiza, en comunidad, solidariamente.

Es este un rasgo de la entrega de un Dios Padre y Madre, hecho humano para la humanidad, que nos lleva a expresarnos como lo hiciera el Profeta Oseas:

?Con cuerdas de ternura, con lazos de amor, los atraía; fui para ellos como quien levanta un niño hasta sus mejillas o se inclina hacia él para darle de comer?? Oseas 11:4

El cambio, la transformación, la Pascua, no viene de afuera. Nos corresponde a cada una/o hacerla realidad, aquí y ahora.

La vivencia del Evangelio, no puede estar atada, atrapada, a normas y disciplinas, que impidan su práctica. El anuncio del Evangelio es sin fronteras:

?Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura?? Marcos 16:15

En el ministerio femenino, no tenemos templos, porque lo importante, son las personas, para curarlas, sanarlas, liberarlas, encaminadas al conocimiento y relación amorosa, con Dios Padre-Madre, quien nos espera a todos sus hijos/as, para el abrazo pascual de la Vida!