Nuestro compañero José Antonio lleva pasado un verdadero calvario desde que en 1997, después de varios años ejerciendo como profesor de Religión, fue despedido por el Obispo de Cartagena alegando haber hecho público su pertenencia al MOCEOP (Movimiento por el Celibato Opcional) por causa de un reportaje donde él aparecía en una fotografía con sus hijos junto con otras personas para informar sobre una reunión celebrada a nivel internacional en Brasilia.
Después de haber sido considerado nulo su despido en un tribunal de lo social y recurrir el Obispado ante el Tribunal Superior de Justicia de Murcia, éste dio la razón al obispado.
José Antonio ha debido recurrir por último ante el Tribunal Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo y dicho tribunal lo ha admitido a trámite.
Martínez Camino, en nombre de la Conferencia Episcopal es quien se ha personado en Estrasburgo para poner alegaciones y pedir al tribunal que no acepte los puntos de vista de nuestro compañero.
Resultan indignantes las razones que Martínez Camino aporta y que se ha hecho público en la prensa estos días:
«ha mantenido una posición contraria a la Religión que se había obligado a enseñar».
«sus opiniones son contrarias a la fe católica e incompatibles con ella y, además, no se puede aceptar que se ha atentado a su derecho a la intimidad cuando ha sido él quien, de manera voluntaria, la ha revelado con sus manifestaciones».
«difícilmente puede alegar, de forma simultánea, su derecho a la libertad de expresión y, al mismo tiempo, su derecho a la intimidad».
«fue previsible, leal, necesaria y proporcional»,
Sr. Martínez Camino: ¿En qué ha mantenido José Antonio una postura contraria a la Religión? ¿En qué sus opiniones son contrarias a la fe católica e incompatibles con ella?
Si Ud. hubiera leído o revisado los textos utilizados en clase o los trabajos realizados con los alumnos le dejarían por mentiroso. Jamás él enseñó nada contrario a la fe católica.
Ahí tiene Ud. las reacciones muy favorables y manifestaciones públicas por parte de los alumnos del Centro de Enseñanza, de los padres de los alumnos, del Claustro de Profesores, de la Federación de Asociaciones de Padres, una Concentración Popular,… todo, invitando al Obispado para que revisara su decisión.
José Antonio ha sido siempre un hombre prudente y sensato. Jamás ha dicho nada contra la fe de la Iglesia. Nadie podrá encontrar en él un testimonio de ese tipo.
Después de apartarlo de las clases sí que ha defendido la opcionalidad del celibato, ha sido crítico con la jerarquía… ¿Pero, es eso cuestión de fe?
La fotografía que apareció en el reportaje con su familia, no fue un alarde de su condición de sacerdote casado, sólo dejaba constancia que estaba allí como otras muchas personas participando de una reunión prevista de tipo informativo que ni siquiera se llevó a cabo y que quedó en un día de campo entre compañeros donde José Antonio no tuvo ningún tipo de intervención.
¿Sabe Ud. Sr. Martínez Camino quienes sí que están en contra de la fe católica y han sido expulsados de la comunión eclesial? Los grupos partidarios de Monseñor Lefevbre, que son grupos cismáticos, apartados de la fe de la Iglesia porque no aceptan la doctrina del Vaticano II. A esos sí que El Papa les tiende la mano y les ofrece la reconciliación.
A nuestro compañero y a tantos y tantos represaliados por la jerarquía (teólogos de signo aperturista y conciliar, profesores de Religión despedidos etc…) que siguen manteniendo intacta la comunión eclesial y discrepan sólo en cuestiones muy secundarias que no son cuestiones de fe, a esos sí que la jerarquía los ataca y los margina.
Dice Ud. que la decisión de despedirlo «fue previsible, leal, necesaria y proporcional».
Pues la verdad, previsible no era. El 19 de Septiembre, al no tener noticias en contra, se daba por hecho que los profesores que lo habían sido el curso anterior, seguían para el próximo. La decisión fue tomada entrado ya el mes de Octubre. Así que previsible no era.
¿Dice Ud. que fue leal? José Antonio estuvo intentando inútilmente durante mucho tiempo dialogar con el Obispo sobre su caso, pero por lo visto no fue posible. El Obispo no consideró oportuno recibirlo y José Antonio no pudo dialogar con él para darle su versión de los hechos. ¿Es eso lealtad?
¿Era necesaria y proporcional? El apoyo que tenía nuestro compañero entre el alumnado, los padres y los profesores era enorme como hemos comentado por las manifestaciones tenidas en su favor y que recogieron los periódicos de aquellos años.
No había ninguna necesidad, con todo el apoyo de la Comunidad educativa y sin diálogo previo negado por el obispo, sin lealtad alguna, de despedir a José Antonio.
Por lo visto Uds. prefieren tender la mano a los cismáticos antes que, a quienes dentro de la misma Iglesia, profesan la misma fe aunque se pueda disentir en cuestiones muy secundarias como es la opcionalidad del celibato en la Iglesia. Cuestión, Sr. Martínez Camino, que, con lo que está ocurriendo en muchos países con los problemas de pederastia del clero, parece bastante oportuno que esta norma relativamente reciente de la Iglesia (desde el siglo XII) pueda y deba ser replanteada para adaptarla a la Sociedad del siglo XXI.
Más pronto que tarde no será ningún obstáculo que un sacerdote casado pueda ser profesor de religión. Porque realmente, esta es la principal causa para Uds. del despido de nuestro compañero: que es un sacerdote casado; aunque Uds. en sus alegaciones ante el Tribunal de Derechos Humanos, no puedan presentarlo como prueba porque sería automáticamente descalificada.
MOCEOP
24 de Marzo de 2010