Mito israelí y guerra de Gaza -- José Ramón Parada

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Según últimos datos, la guerra contra Palestina alcanza ya, entre muertos y heridos graves, al 4% de la población de Gaza. Si según dicen los estrategas del gobierno israelí, estamos a la mitad de la campaña, esta cifra llegará al 8%, o al 10% dada la acumulación de carne de cañón en el sur de la franja. Esto se llama diezmar, pasar a cuchillo, genocidio.

Pasar a cuchillo, algo muy presente en el mito fundacional del primitivo reino de Israel, tal como lo dibuja el tercer libro del
Pentateuco, el libro de Josué. Yahveh concedió a los israelitas de entonces el derecho (divino, por supuesto) a ocupar Canaán, desde el Jordán al mar Mediterráeno ?el mar grande- habitada por otros pueblos semitas, pero la ocupación efectiva era cosa suya a través de la pericia militar que encarnaba Josué.

Y por mandato divino pasaban a cuchillo a hombres y mujeres, niños y ancianos de los lugares que iban conquistando. Esta guerra nunca existió tal y como lo cuenta el libro de Josué, pero fue muy efectiva como mito fundacional. Y entre otras cosas el mito revela algunos datos históricos, como que Gaza no pudo ser sometida, pues poseía ?carros de hierro?? (Josué, 17-13) 1 .

Estas referencias permiten establecer alguna alegoría ?no una comparación
histórica? entre el mito fundacional y la guerra actual. El Estado de Israel no existe por derecho divino, sino por el derecho internacional fijado por las Naciones Unidas, el cual no contempla ni de lejos la aniquilación de los palestinos, ni todo el territorio, desde el Jordán hasta el Mediterráneo.

Lo que sí parece es que el sionismo más radical se tomó la libertad de interpretar su derecho a un estado propio con la idea de completarlo a su modo, mediante la pericia militar y el genocidio palestino, rememorando el mito fundacional con la ocupación de Gaza y Cisjordania, que ya no disponen de ?carros de hierro??, es decir, de capacidad de combate.

Pero sería absurdo intentar explicar la guerra desde una posición
ideológica tan descabellada, por mucho que el mito funcione como legitimador de la ocupación y el genocidio en la cabeza ultraortodoxa de muchos colonos israelitas, cuya ascendencia semita por otra parte puede ser muy cuestionable, dados los siglos de dispersión y mestizaje, siglos en que el pensamiento judaico hizo grandes aportaciones a la medicina, las ciencias, la filosofía y la teología occidental, piénsese por ejemplo en la Cábala o en Spinoza.

Los antecedentes de esta guerra continua habrá que establecerlos en el proceso de descolonización de Oriente Próximo tras la II Guerra Mundial, al que sigue un nuevo proceso de colonización por parte de Israel, que representa los intereses de las antiguas potencias coloniales.

Y la permisividad de los países occidentales ante el colonialismo israelí ?cuyo proyecto genocida no difiere de los genocidios coloniales occidentales? habrá que relacionarlos con la geopolitica del capital occidental, a quien Israel provee de tecnología avanzada de tipo militar y de seguridad, así como de bastión vigilante en una región petrolífera, y no tanto a la mala conciencia por el genocidio nazi. Por eso resulta indignante la acusación de antisemitismo a quienes denuncian al Estado israelí por tan ignominiosa guerra, sin reparar en que la prohibición de manifestaciones a favor del pueblo palestino, como ocurre en Alemania o Francia, es una prohibición antisemita.
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1 Sigo aquí la forma de citar de la Biblia de Jerusalén.