En Cuaresma, todos los bautizados reiniciamos un camino de conversión hasta la fuente bautismal, unidos a los que quieren ser regenerados en la Vigilia Pascual. Caminamos en silencio para retomar nuestra identidad más profunda, que nos viene de la Palabra, del agua y de la luz. Hoy, el evangelio nos llama ir a lo interior y la Iglesia a tomar ceniza. La ceniza queda en el suelo tras la quemazón; es el saldo de la pérdida. Nos la imponemos para abajarnos, reconociendo que no nos sostenemos por nosotros mismos; nos despojamos de nuestra propia fuerza, para caminar rendidos al poderío de Cristo y su cruz, lo único que nos hace cristianos. Jesús nos lleva a distinguir lo que vale a los ojos de Dios. Nos pide quemar el vanidoso oropel del que nos envuelve la preciada opinión de los demás y pasarla por el evangelio de la cruz hasta hacerla ceniza que nos haga caminar bajo la mirada amorosa de nuestro Padre Dios; lo único que transforma el corazón humano y nos regenera. ··· Ver noticia ···
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