¿Por qué estaba en Haití?
Estaba en Puerto Príncipe en el momento del terremoto del pasado 12 de enero 2010. Precisamente, por iniciativa de la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos), acogida por la CHR (Conferencia Haitiana de Religiosos), los religios@s haitian@s eran los anfitriones del Encuentro de Religios@s CLAR_Caribe. Acudí como miembro de la Junta Directiva de la CONDOR (Conferencia Dominicana de Religiosos y Religiosas) que soy desde octubre del 2007.
Fui a Haití desde la necesidad y el deseo de acercar los pueblos y la vida religiosa de Haití y República Dominicana, desde la conciencia y la experiencia de que la VR puede ayudar a nuevas relaciones. Llevo casi 24 años en la República Dominicana, trabajando con la población pobre
haitiana y dominicana que vive en nuestra zona del Municipio de Guerra; era la primera vez que iba a Haití. Pero en esta semana ya he ido dos veces. Agradezco a Haití que me ha acogido y me ha hecho sentir entre hermanos.
Experiencia del sismo.
A las 4:53 (hora de Haití), cuando estábamos en un receso de las exposiciones de los países, comenzó a temblar la tierra y un ruido como de tormenta se escuchaba y crecía; al principio nos movimos ligeramente hacia la zona exterior del edificio, al patio, pero cuando el temblor tomó
intensidad ya no se resistía de pie, yo me agarré a un árbol para no caerme, otros se tumbaron en el suelo de grama, donde estábamos.
Ruido intenso, mucho tiempo, parecía eterno, todo se tambaleaba, fueron 75 segundos de temblor y todo se desoló. Cuando el movimiento cesó, el grito de Haití, del pueblo, se elevó unánime, lloros, lamentos, desesperación; en los alrededores, personas heridas, paredes caídas, gritos de gente atrapada.
Gracias a Dios, todos los que estábamos en el encuentro estábamos vivos!! Nos juntamos y abrazamos (Lucía, Altagracia, Demetrio y yo).
Pasamos la noche en la intemperie acogiendo heridos, lavándolos con la poca agua que quedaba, consolando, escuchando, estando con ellos.
Oíamos una radio haitiana de uno de los damnificados, él nos lo repetía en francés o kréole, nos decía que estaban destruidos los más importantes monumentos, que no se metieran en los edificios, pues
continuaba el peligro, que venía un tsunami… Los heridos gritaban cantando su dolor, los refugiados oraban, se consolaban unos a otros, compartían.
Ratos largos de silencio y cantos. Los heridos graves que se llevaron a los hospitales en la parte de atrás de las camionetas regresaron a las tres horas: en ningún hospital había sitio ni con qué
atenderlos. La noche estaba estrellada, el cielo muy sereno.
Esperábamos el amanecer.
Por la mañana, un religioso misionero del sagrado corazón, el P. Pascal, decidió ver si podía sacarnos a la frontera; ya había inmensas filas para conseguir combustible. Esperamos la fila, lo logramos y recorrimos el camino sin dificultad el miércoles 13 de enero. Desde el principio se presentía una destrucción pavorosa, general, de grandes cantidades de casas; pero sólo al volver a República Dominicana y ver los canales de TV me di cuenta que era mucho más de lo que yo había visto.
Respuesta de la CONDOR
Íbamos a volver de inmediato a buscar a la Hna. Rosa Lenis, vicepresidenta de la CLAR, que iba para nuestro encuentro representando a la CLAR y estaba desaparecida; pero se nos avisó que la
habían visto viajando de vuelta a RD. Aplazamos el viaje y convocamos a los superiores mayores para el día siguiente, viernes 15 de enero; gestos de solidaridad y generosidad de todas las congregaciones y religios@s dominican@s se multiplicaron: personal para ayudar y organizar, para
secretariado, para irse directamente a Haití, para contactos y acogida en República Dominicana, ¡ayudas de todo tipo!.
L@s religios@s dominican@s mostraron una profunda vida samaritana ante este pueblo haitiano herido. Rápidamente pasamos a la acción. Se organizó y salimos de nuevo hacia Haití, el mismo viernes. El grupo lo formamos dos miembros de la Junta Directiva de la CONDOR (la presidenta Hna.
Altagracia Ortiz Mena de las Hnas. Misioneras de los Sagrados Corazones y yo misma de las Hnas. Carmelitas de la Enseñanza) con otras hermanas y hermanos, en dos camionetas (una nuestra que manejaba yo misma y otra de las Hermanas Mercedarias, que manejó Sor Estela y llegó hasta
Jimaní); ambas cargadas con la primera ayuda que había llegado.
El grupo que formamos fueron dos enfermeras de las Hnas. de AMICO (Mercedes y Vicki), un padre jesuita (Jorge Rojas), un profesor seglar haitiano excelente traductor de francés, kréole, inglés y español Theophle Celius (de Catequistas Sopeña), dos más de las Hnas. Carmelitas de la
Enseñanza (Odali y Cristina), y dos hermanas Mercedarias (Lissette y Estela) que llegaron con nuestro grupo hasta Jimaní, donde se dejó parte de la carga para los refugiados y se devolvió una camioneta.
Llegamos de noche a Jimaní y allí coordinamos con el P. Roselio, claretiano, quien está haciendo acopio y distribución de las ayudas en la frontera. Allí, ante la saturación del Hospital, el padre y la comunidad cristiana han habilitado tres centros de acogida donde se quedan los que ya fueron atendidos en los hospitales y sus familiares. Coordinamos también con los padres jesuitas que se encontraban en visita para identificar la situación, Rogelio y David Pantaleón, a fin de unir esfuerzos
con el Centro Bonó.
El sábado 16, tempranito, en una sola camioneta, cruzamos la frontera abierta de par en par, no tenía ni guardias. En Fond Parisienne pueblo fronterizo de Haití visitamos a las Hnas. Vedrunas y la Hna. Mercedes se unió al grupo. Al llegar a Puerto Príncipe de nuevo tocamos la realidad de mucha gente herida, sin casa, sin alimentos… en parques, patios, calles… Hicimos contacto con la CHR y la Hna. Gloria de las Dominicas de la Presentación nos acercó a la realidad; con ella visitamos los lugares de
destrucción y también los lugares de esperanza, donde la solidaridad entre los mismos haitianos y de los otros pueblos del mundo está haciendo posible la sobrevivencia.
Además nos acercamos a los religios@s afectados, pudimos visitar e informarnos de unas 15 congregaciones.
En la visita por Puerto Príncipe el sábado 16 y domingo 17 de enero constatamos que no hay logística; se percibe escasez de todo y una gran lentitud de los repartos y de los suministros a los sobrevivientes. Los barrios se ven totalmente desabastecidos. Se ve mucho movimiento de la
UN (Naciones Unidas) pero sobretodo militar y oficial, no ayuda humanitaria real en las calles.
¿Cómo veo al pueblo de Haití?
El pueblo haitiano superará este momento, porque es un pueblo fuerte y acostumbrado a la sobrevivencia, es un pueblo con una persistente esperanza. He visto un pueblo impactado por el dolor, que camina para no morir, para encontrar algo o alguien, pero un pueblo solidario y
tranquilo.
Sobre los saqueos y violencia de que hablan los medios, yo les pediría que no magnifiquen ni distorsionen, que vayan a buscar la noticia en los miles de vidas que están sobreviviendo porque hay solidaridad y ayudas del mundo entero. Pido a los medios que contribuyan a levantar la esperanza de Haití y la solidaridad del mundo. Yo vi un pueblo solidario, personas que se ayudaban y organizaban entre ellas, un pueblo que sabe sufrir; los niños ni lloraban cuando les curaban las heridas, aguantaban el dolor como si fuera parte integrante de sus vidas.
Los que estaban mal dejaban que la ayuda la dieron a otro que lo necesitaba más, sin protesta
ni reclamo. He visto que tenían un tanque de agua potable de cinco galones para unas 100 personas refugiadas y nadie cogió agua sin pedir permiso. He visto un centro de atención médica en mitad de la calle de un barrio popular, montado con una mesa, cuatro bancos, una lona y una tienda de campaña. Ahí algún personal de salud haitiano, aficionados, atendían de modo espontáneo las heridas de su gente.
Los haitianos son un pueblo de cultura francesa, son finos y delicados en el trato, unidos por la solidaridad y la alegría del Caribe, y con una enorme capacidad de sufrir con entereza, que aprendieron de su dura historia.
La comisión de la CONDOR volvimos a República Dominicana el domingo por la noche, ya el martes dos camionetas más con enfermeras y ayudas van saliendo…
UN HAITÍ NUEVO ES POSIBLE !!
¿Cómo podemos ayudar al pueblo de Haití?
• RELACIONES NUEVAS. Promueve que se le conozca y que nos acerquemos, no desde el prejuicio o las noticias sino conociéndolos, hablando, visitando, estudiando su historia, respetando su cultura.
• INFÓRMATE Y CANALIZA BIEN. Si deseas hacer ayudas, canalízalas por instituciones que sean de confianza y que hayan trabajado en Haití antes del terremoto. Los gobiernos y algunas otras instituciones, a veces, hacen más apariencia que contacto real con las personas que sufren.
• TRANSMITE BUENAS NOTICIAS. Trata de ponderar todos los aspectos positivos, así ayudarás a Haití a creer en sí mismo y levantarse.
• HAZTE SOLIDARIO. Da algo de ti (tiempo, trabajo, dinero, insumos), y une tus esfuerzos a otros.