Manifiesto de Antequera

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Manifiestodeantequera

?No corren buenos tiempos para la cultura. En tiempos de crisis siempre hay dos paganos: los que están en el escalafón bajo de la sociedad y la cultura. ?sta no es un adorno ni un valor residual; la cultura es una herramienta de lucidez crítica para dar el aldabonazo en las conciencias en estos momentos de degradación??.

Con estas palabras, en defensa de la cultura como elemento vertebrador e integrador ?que define el nivel de libertad de un pueblo?? daba comienzo Rafael Escuredo (Presidente de la Fundación Aljabibe) al acto inaugural del Encuentro de Escritores de Andalucía, que ha congregado en Antequera, durante los días 26 y 27 de enero, a un total de casi 90 participantes con el objetivo de analizar el presente y el futuro de las letras andaluzas.

El encuentro, organizado por la Fundación Aljabibe y la Federación Andaluza de Ateneos, ha contado con la colaboración de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.

Después de analizar diversos aspectos acerca de la situación actual de la novela y la poesía en la Comunidad Autónoma, la edición en la Era Digital, la universalidad de la Lengua, los derechos de autor, los nuevos soportes de lectura, la internalización de la literatura andaluza o la evolución de las corrientes literarias, una de las mesas de debate planteaba la necesidad de trasladar a la ciudadanía el compromiso de los escritores, su voz, en defensa de la cultura.

Finalmente los escritores vinieron a plantear la defensa de la cultura como parte «esencial» del Estado del Bienestar, un modelo de civilización «a cuyo desmantelamiento estamos asistiendo sin que nadie parezca prestar atención a las alternativas que desde la ciudadanía empiezan a formularse frente a esta situación dramática». Al mismo tiempo recordaban que, tal como aparece recogido en el Estatuto de Autonomía de Andalucía y en la Constitución española de 1978, la cultura y la educación «son derechos inalienables de la ciudadanía y no podemos consentir que se desmantelen».

La denuncia final se concretaba en los «formidables» recortes, no sólo en la economía y en los nuevos puestos de trabajo que han creado durante los últimos 30 años las llamadas industrias culturales, «sino en la capacidad real de que los creadores puedan comprometerse con la belleza sin sentir la angustia ubérrima de quienes a su lado luchan por la simple subsistencia. La ética y la estética conforman la cara y la cruz de una misma moneda».

Por ello los escritores manifiestaron abiertamente «tener el deber irrenunciable de exigir que ?la cultura- forme parte de las prioridades del Estado para que el Estado, es decir lo público, siga formando parte de las prioridades de la ciudadanía; esto es, para que no se repartan sus ropas los oscuros mercados e intereses sórdidos que lo están crucificando».

MANIFIESTO DE ANTEQUERA EN FAVOR DE LA DIGNIDAD P?BLICA DE LA CULTURA

Los abajo firmantes son andaluces que escriben, que forman parte de la clase trabajadora de la cultura y a quienes por lo tanto afecta la crisis económica que aflige a todos aquellos que viven del salario. Pero que se sienten especialmente concernidos, como diría Federico García Lorca, con quienes no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega.

Así, MANIFIESTAN:

1) Que rechazan un sistema económico basado en la avaricia del capitalismo salvaje que ha consagrado la desigualdad como norma a escala mundial y la precariedad y la recesión creciente en la Unión Europea y España. La precariedad de todos supone también la precariedad de quienes escriben. Pero la crisis no afecta tan solo a los bolsillos sino a los sueños. Por lo tanto, reivindicamos la dimensión utópica de la cultura como una bandera que nos haga defender y perfeccionar la sociedad del bienestar frente todos aquellos poderes que quieren abolirla.

2) Que la crisis y la sagrada contención del déficit supone una formidable coartada para acabar con el pensamiento crítico con respecto al pensamiento único; un extremo que, en épocas anteriores, se articulaba a través de un mecenazgo caprichoso por parte de una administración que debió de utilizar mejor sus presupuestos pero que ahora conduce a la privatización del hecho cultural y a reservar su supervivencia a la comercialización baladí y al puro espectáculo, atendiendo antes al populismo que a la calidad.

3) Que, en este sentido, Albert Camus relacionaba la degradación de los derechos laborales con la degradación humana y la emergencia de un ocio zafio. Defender la dignidad de todos quienes están pagando las consecuencias de esta recesión nos lleva a defender a la cultura como parte esencial del estado del bienestar. Se trata de un modelo de civilización a cuyo desmantelamiento estamos asistiendo sin que nadie parezca prestar atención a las alternativas que desde la ciudadanía empiezan a formularse frente a esta situación dramática.

4) Que, tal como aparece recogido en el Estatuto de Autonomía de Andalucía y en la Constitución española de 1978, la cultura y la educación son derechos inalienables de la ciudadanía y no podemos consentir que se desmantelen. Y eso es lo que está ocurriendo en la actualidad con las instituciones que debieran velar para su protección y desarrollo. Ambas disciplinas, la educación y la cultura, constituyen un servicio público para la sociedad que queremos que es la del estado del bienestar frente al estado del malestar que nos oprime. Así, no solo debemos evitar doblegarnos ante esa zafiedad del ocio de la que hablaba Camus sino que debemos exigir que se atienda prioritariamente a la formación de la persona.

5) Que la cultura no es un valor residual sino un testigo de la historia que debe rebelarse frente a quienes pretenden preservar los intereses de las élites dominantes. En tal sentido, tenemos el deber irrenunciable de exigir que forme parte de las prioridades del Estado para que el Estado, es decir, lo público siga formando parte de las prioridades de la ciudadanía. Esto es, para que no se repartan sus ropas los oscuros mercados e intereses sórdidos que lo están crucificando.

6) Que, así, la cultura está viviendo formidables recortes, no solo en la economía, en los nuevos puestos de trabajo que ha creado durante los últimos treinta años o en las llamadas industrias culturales, sino en la capacidad real de que los creadores puedan comprometerse con la belleza sin sentir la angustia ubérrima de quienes a su lado luchan por la simple subsistencia. La ética y la estética conforman la cara y la cruz de una misma moneda.

Antequera, 27 de enero de 2012

Escritores firmantes:

Antonio Hernández, José Caballero Bonald, Rafael Escuredo, Francisco Morales Lomas, Antonio Rodríguez Almodóvar, Álvaro Salvador, Luis García Montero, Juan José Téllez, José Sarria, Manuel Sánchez, Diego Rodríguez, Antonio Jiménez Millán, Antonio Gómez Yebra, Álvaro García, Nicolás Ramos, Inés María Guzmán, Antonio Manuel Rodríguez Ramos, Luciano González Ossorio, Juan Emilio Ríos Vera, Carmen Sánchez Melgar, Juan Ceyles, Julio Neira, Teresa Arce, Pedro Enríquez, Rafael Ballesteros, Balbina Prior, Ángeles Mora, Pepa Merlo, Concha Caballero, Salvador Compan, Juan Luis Tapia, Trinidad Cano, Jesús García Calderón, Raquel Rico Linage, Alfonso Fernández Malo, Juan M. Molina Damiani, Miguel Ángel Olivares, Francisco Ruiz Noguera, Amalia Bulnes, Braulio Ortiz, Elena Medel, Alejandro Luque, Pablo Aranda, Eva Díaz Pérez, Luis Manuel Ruiz, Rocío Macarena, Rafael de Cózar, Guillermo Busutil, Virginia Aguilar, Carmen Camacho, Erika Martínez, Alejandro López y José María Vaz de Soto.