LOS INESPERADOS FRUTOS DE RATISBONA. Luis Fermín Moreno

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?A veces, la historia se escribe con curvas??. Son palabras del cardenal indio Telesphore Toppo, arzobispo de Ranchi. Se refería al discurso pronunciado por Benedicto XVI en la universidad de Ratisbona en septiembre pasado, que provocó una violenta polémica en los países musulmanes. Recordemos la controvertida mención: queriendo ilustrar la relación entre razón y fe en el cristianismo, Benedicto señaló el contraste entre la doctrina cristiana, según la cual ?actuar de manera irracional es contrario a la naturaleza de Dios??, y la doctrina musulmana, para la que ?Dios es absolutamente trascendente. Su voluntad no está ligada a ninguna categoría, ni siquiera a la razón??. Esta primacía de la voluntad divina sobre la razón justificaría en último término, en el islam, la conversión por la espada, mientras que la doctrina cristiana, apoyándose sólo en la razón, excluiría cualquier coacción en materia de fe.

Nueve meses después, como si de un parto se tratara, comienzan a percibirse las repercusiones del texto del papa en el diálogo islamo-cristiano. De manera no previsible. Apaciguado el griterío inicial, a la alusión ?benedictina?? respondieron, primero, 36 ulemas de países árabes en una carta conjunta en la que reclamaban un ?intercambio de ideas?? en tono civilizado y respetuoso, citando al Corán: ?Discute sólo con la mayor cortesía con las Gentes del Libro??. Y después han seguido intervenciones de teólogos e intelectuales musulmanes, conferencias, seminarios y manifestaciones varias… hasta el punto de que nunca se había visto tanto interés por el islam en los dominios pontificios.

?Un discurso pensado en función de una Europa hoy positivista, relativista y ateo, invitada a recuperar sus raíces cristianas en nombre de una armonía entre ciencia, fe y razón fue interpretado como una reflexión sobre el diálogo interreligioso, en especial entre el cristianismo y el islam??, señalaba recientemente Maurice Borrmans, sacerdote e islamólogo francés, en una conferencia en el Instituto Pontifical de Estudios Árabes e Islamología (Pisai). ?Y, finalmente, la polémica ha hecho que más de un responsable musulmán tomara conocimiento del propio texto y descubriera nuevas perspectivas de reflexión en la teología musulmana??.

Por su parte, Hmida Ennaifer, profesor de la universidad tunecina Ez-Zitouna, ha opinado que ?la amonestación del papa, aunque dirigida a Occidente, concierne en el más alto grado a los musulmanes de hoy, porque mete el dedo en una de las llagas que los grangrenan??. Una llaga que Wael Faruq, universitario de El Cairo, definía así en otra intervención en el Pisai: ?el mundo árabe vive en la modernidad, pero su lenguaje y su visión de sí mismo rechazan esta modernidad. Se fabrica una imagen totalmente diferente, y de esta fractura entre lo que vive y lo que pretende vivir nace la crisis actual??. Borrmans coincidía con esta apreciación: ?el mundo musulmán atraviesa una crisis nacida de la contradicción entre fe y razón, y siente la tentación de refugiarse en el pasado para no enfrentarse a la razón.??

Pero la cortesía no dispensa de la crítica, y en sus reacciones, los teólogos e intelectuales musulmanes reprochan al papa varias cuestiones. Lamentan, por ejemplo, que Benedicto no se desmarcara después de la polémica cita, cuya interpretación juzgan demasiado unilateral. Y, de paso, mencionan que la razón también está del lado del islam y, a la inversa, que la violencia anda lejos de estar ausente del cristianismo.

Admiten, claro, que hay tendencias islámicas que, en nombre del Corán y de la fe, pretenden justificar cualquier crimen. Pero, como explica Abdelwahab Meddeb, el versículo coránico que reza ?Nada de coacción en religión??, que respalda la libertad religiosa, ?no puede ser eliminado en nombre de otros versículos en favor de la guerra??. Es urgente, pues, ?comprometerse en la vía de la purificación capaz de refundar al Dios del islam lejos de la violencia, cerca de la razón??. Algunos de ellos van incluso más allá en la relación entre fe y razón y reivindican también su tradición. Como el teólogo libio Aref Ali Nayed, que afirma que ?Dios es absolutamente libre de actuar. Y se ha fijado libremente actuar según la razón??.

Esto no elimina la tensión que supone armonizar ?las exigencias de la filosofía y las certezas de la Revelación??. Nayed plantea a las claras la cuestión principal: ?¿Es Europa el único lugar donde cristianismo y razón han hecho su síntesis??? Y denuncia, de paso, el ?eurocentrismo?? del papa: ?¿Puede la Iglesia, que es universal, acomodarse a la alianza entre la razón griega y la fe cristiana???. Un argumento que prolonga el libanés Ridwan Al Sayyid. A su juicio, en todas las grandes religiones dos grandes corrientes: una lógica y otra mística, y todas ellas deben intentar ?explicar la imagen racional de Dios??. Este pensador lamenta que el papa excluya a los musulmanes de esta perspectiva, cuando existe aquí ?un vasto campo para estudios comparados??.

En suma, el debate con el islam se impone. Benedicto XVI tiene el mérito de haberlo provocado, tal vez sin querer. Pero la fijación obsesiva sobre una frase un tanto marginal de su conferencia no debe hacernos olvidar su tesis principal: un ?diálogo de culturas y de religiones?? que suponga la primacía de la palabra y el rechazo de la violencia. Por parte de los intelectuales y teólogos musulmanes, existe una demanda de un intercambio más profundo. A condición, como observa el embajador de Marruecos ante la Santa Sede, de que la pluralidad sea respetada por las dos partes: ?Se hace hablar mucho a los musulmanes, pero también hay cristianos para discutir y contestar ciertas afirmaciones de Ratisbona. Nos gustaría escucharlos a ellos??. Y de que el diálogo no se quede en las alturas teológicas, sino que llegue al alcance de los creyentes de a pie.