Los cristianos, los grandes culpables -- Antoni Ferret i Josefina Pagès

0
136

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Los cristianos y las cristianas tienen una gran asignatura pendiente: luchar contra las injusticias sociales, luchar para transformar la sociedad.
He asistido a una multitud de manifestaciones y protestas, durante muchos años, y nunca… NUNCA, he visto a ninguna persona que la conociera de misa o de la parroquia.

Los cristianos y las cristianas no solo no se manifiestan, sino que, mucho peor todavía, votan más o menos sistemáticamente por los partidos de derecha, de siempre. Es decir: votan a favor de conservar las injusticias. Son una rémora antisocial.

Durante unos 150 años (de mitad del siglo XIX a finales del XX), una masa numerosa de gente de buena voluntad han luchado socialmente para reformar la sociedad. Eran anarquistas, comunistas, socialistas… y han luchado esforzadamente, con grandes sacrificios. Nunca en la Historia había habido un hecho parecido. Han luchado desde las empresas, desde los sindicatos o de algunos partidos, desde la calle o desde las prisiones.

Algunos han dado la vida. Tenían varias ideologías e iban más acertados o no tanto. Gente de varias maneras de pensar, y de buena voluntad, pero con una ausencia escandalosa: los cristianos y las cristianas, que, mientras tanto, rezaban, se lamentaban… y votaban por la derecha.

Al principio sí. En la primera mitad del siglo XIX, en el marco del muy interesante movimiento denominado del socialismo utópico, sí hubo presencia cristiana o una inspiración cristiana del movimiento. Pero más adelante, cuando el movimiento socialista se fue radicalizando, la presencia cristiana se esfumó. ¿A los cristianos les «iba» pensar, escribir, divulgar, y no luchar? ¿La radicalización les daba miedo?
Naturalmente, ha habido excepciones. Incluso grandes excepciones. Los papas que han publicado encíclicas sociales: León XIII, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI, Benedicto XVI. Algunos obispos, como monseñor Ketteler (de Maguncia).

El movimiento de la JOC, de primera mitad del siglo XX. El movimiento obrero cristiano de Bélgica. Los sacerdotes obreros de la Francia de 1950.

Pero la masa de los cristianos y las cristianas han boicoteado las encíclicas, empezando por los obispos y los sacerdotes.
La carencia de un poderoso movimiento socialista o comunista cristiano ha debilitado considerablemente el movimiento revolucionario, y lo ha dejado en minoría. No solo lo ha debilitado, sino una cosa tan importante o más: ha dejado de orientarlo. El movimiento revolucionario ha adoptado a veces caminos erróneos, que la presencia cristiana podría, eventualmente, haber corregido o compensado.

En la Catalunya de la Transición hubo un hecho resplandeciente, que hoy parece que nadie quiere recordar. Tres militantes cristianos, uno de ellos cura, afiliados al PSUC [partido histórico de fusión de comunistas y socialistas], fueron presentados por su partido como candidatos a las alcaldías de Santa Coloma de Gramenet, Sabadell y Cornellà, ganaron y fueron alcaldes durante 4 años. Parecía lo normal…

También, pero con menos suerte, por aquellos años, en la vecina Italia, la colaboración entre cristianos y comunistas fue considerada como la realización del ?Pacto histórico??, pero no fue.
La versión más aberrante de la claudicación cristiana han sido los partidos llamados «democristianos». Ejemplo de prostitución del nombre ?cristiano??.

El movimiento revolucionario de los 150 años ha acabado (de momento, que todavía no estamos en el fin del mundo) en un fracaso, por muy diversas causas, la principal de las cuales ha sido la falta de participación y, incluso, el boicot, de los cristianos y de las cristianas.

Como cristiano practicante y militante comunista, acuso, ante Dios y la Historia, a los cristianos y las cristianas de ser culpables del fracaso de la Revolución social.

(Del libro ?Per un cristianisme en la frontera??, 2014, con un añadido que me he permitido.)