Cristianismo y Justicia
A los nueve años, un compañero de catequesis me tocaba el culo y se iba corriendo. Mi madre me dijo que le dijera que no estaba bien.
Siempre había querido jugar a fútbol. Como mis compañeras de generación, todas las que algún día lo conseguimos tuvimos que pasar antes por el ballet o la gimnasia artística. Al tercer año de fútbol sala, a los diez años, llegué al polideportivo para empezar los entrenamientos y nos dijeron que el femenino se había disuelto. Había saturación de espacios y las niñas quedábamos fuera. Lloré. Ver noticia original en …