A la hora de firmar un contrato los abogados insisten en que se lea la letra pequeña. La razón es evidente: en medio de muchos párrafos y largas explicaciones escritos en letras pequeñas ? tal vez cuanto más pequeñas mejor ? está el engaño, la trampa, el compromiso escondido. En una palabra lo que si te enteraras de entrada posiblemente nunca firmarías. Después te pueden caer las consecuencias. Podrás lamentarlo, pero la firma era un acuerdo de todo el documento, la letra grande, amable, cordial, legal y aromática ?? y la letra pequeña, escondida, traidora, y con un tufo de robo.
También en las renovaciones de determinados productos de INTERNET pasa lo mismo. Páginas y páginas de letra pequeña, muchas veces en un idioma que no es el tuyo ?? y acabas firmando sin saber demasiado hasta dónde llega el compromiso. Parece ya normal. Harían falta muchas horas para entender bien lo que firmas. Mucha gente necesitaría un buen traductor del inglés, porque no existe la oportunidad de que el escrito esté hecho en su lengua. Acabamos firmando confiados en la buena fe y la buena suerte.
De forma similar puede ocurrir en determinadas informaciones sobre medicamentos. Hay mucha gente que te dice: si quieres estar tranquilo es mejor que no leas las informaciones que acompañan al medicamento. Encontrarás tantas posibilidades de contraindicaciones que te invadirá el miedo de que para curar algo pongas en peligro muchas otras. La realidad es que las farmacéuticas si avisan de la trampa, ni que se haya dado una vez, después siempre te podrán decir: perdone en las informaciones ya constaba que eso podía pasar. La responsabilidad es de su médico o de usted, pero no es nuestra.
Podrían ir añadiendo todo tipo de letras pequeñas que por diversas razones sólo llegarán a leer un tanto por ciento muy escaso de los posibles clientes.
Las ?letras pequeñas?? hay que situarlas en la mayor parte de los casos en el buzón de lo que, como mínimo, podríamos calificar de MALAS PRÁCTICAS. Generalmente no intentan ahorrar papel, sino hacer `pasar una parte del contrato que puede ser desfavorable por el cliente o al menos impida la reclamación legal. Es una especie de subterfugio para colarte un gol. Responde quizás a una voluntad de engaño bajo capa de legalidad. Es un síntoma más de una forma de negociar que sabe que un tanto por ciento de los clientes caerá en la trampa. Es un robo indirecto, un atraco envuelto de papel de plata y bien aromatizado.
Quizás llega la hora de suprimir las letras pequeñas, simplificando tanto parafernalia y yendo al grano directamente. O quizás ha llegado la hora de legislar lo que no debe estar nunca en letra pequeña, y si es necesario sancionar cuando sea.
Transparencia y claridad, por favor!