Las ?ominosas?? inmatriculaciones eclesiásticas -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

La RAE (Real Academia Española de la Lengua) define así ominoso: Del lat. omin?sus. 1. adj. cult. Abominable o despreciable. Pues es así, exactamente, como el pueblo simple, sencillo, pero no bobo, ve el abuso que, con licencia y permiso de los poderes públicos españoles, está hace años realizando la Jerarquía de la Iglesia, inscribiendo en el Registro de la Propiedad terrenos, edificios, y bienes inmuebles, en general, normalmente, con gran quebranto o para el pueblo como conjunto cívico institucionalizado, como ayuntamientos o Comunidades Autónomas, o como particulares, que ven atropellados sus derechos, y la pacífica posesión de sus bienes. Ni el Gobierno, ni los tribunales españoles parecen haber tomado cartas seriamente en el asunto.

Y como triste consecuencia, se ha producido, por segunda vez, un varapalo jurídico y económico al Reino de España, que ha sido condenado a pagar la mayor indemnización ordenada hasta la fecha por ese motivo, de 600.000 euros a la Sociedad Anónima del Ucieza, además de otros 15.000 por daños morales. Y a los que se puedan, o quieran, escandalizar de que un cura denuncie esas injerencias injustas de la Jerarquía en asuntos terrenales, les recuerdo que el Señor Jesús no se alió con Sumos sacerdotes, ni senadores, ni gente importantes, sino con el pueblo de Israel, y sus gentes más sencillas. Y mi claro y pertinaz pensamiento es, desde hace mucho tiempo, estar cerca del Pueblo de Dios, clamar por la dignidad y la justicia que a él se le debe, e informar de los desmanes de «los nuestros», que no siempre son ellos, los otros, los que fallan.

Otra aclaración, para que se entienda por qué digo la Jerarquía, y no la Iglesia. Es muy sencillo. Porque son Iglesia de Dios tanto los que realizan y ejercen el dudoso derecho de las inmatriculaciones, como los que las padecen. Y es la Jerarquía, mas veces de las debidas aquejadas de la tentación de la riqueza y el poder, la que inadecuadamente invoca la Gloria y Honra de Dios para justificar sus anhelos de grandeza y poder mundanos. Es muy bueno, equitativo y saludable, recordar cómo el Maestro y Señor Jesús nació en el sencillo y pequeño calor que le proporcionaron las pajas de un pesebre, entre animales. Así como es también un ejercicio de muy sano provecho recordar que los espacios donde están los pesebres se llaman, en español, cuadras. En una de esas nació Jesús. Así que señores obispos amigos de las «inmatriculaciones», llegan tarde para proporcionar al niño Dios un digno aposento para ver la luz.