Las luchas antisistémicas y sus distintos pasos -- Leonardo Boff

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Hay quienes afirman que es más probable la llegada del fin del mundo que el fin del capitalismo. Esta afirmación, por irónica que sea, revela el genio del capitalismo. Él se instaló desde Occidente y se impuso a todo el mundo, hasta a la misma China. Su objetivo es la acumulación ilimitada suponiendo falsamente que los recursos de la Tierra son también ilimitados.

Nada más engañoso y mentiroso, como lo denuncia la encíclica Laudato Sì (n.106), pues la ciencia ha demostrado la Sobrecarga (Overshoot) de la Tierra, cuyos bienes y servicios no renovables y fundamentales para el mantenimiento de la vida se están agotando. Para atender la voracidad desmedida de los países opulentos necesitamos anualmente 1,7 Tierras.

No sabemos hasta cuando la Tierra soportará este saqueo sistemático, pero ya nos ha dado señales de que está llegando a su límite, enviándonos eventos extremos, la Covid-19, el calentamiento global y una profusión de virus y bacterias.

Lo dramático es que no tenemos a la vista un proyecto de habitación de la Tierra a la vista que pueda ser una alternativa salvadora. Todo indica que de seguir la dinámica del capital con la utilización de todos los medios virtuales, especiamente la IA, conoceremos desastres ecológico-sociales, cada uno más grave que el anterior.

Un poco antes de morir el 5 de junio de 2017 en Quito, François Houtart, entrañable amigo y conocido sociólogo belga, conocedor profundo de América Latina, dejó escrito un artículo inspirador del cual tomamos algunos puntos, que son muy actuales. El título era: “El contenido de las luchas antisistémicas”. Para él estaba claro que la lucha no es solo contra el neoliberalismo sino contra el sistema del capital. Fino marxista y teólogo católico nos legó una vasta obra que merece ser rescatada.

En primer lugar urge deslegitimar el capitalismo señalándolo como el verdadero cáncer de la Tierra que consume todo lo que puede, a través de la competición radical con vistas al enriquecimiento, el saqueo de la naturaleza y la explotación de la fuerza de los trabajadores. Eso significa, en palabras de Houtart, luchar contra las nuevas fronteras de la acumulación: la transformacion de la agricultura campesina en una agricultura productivista capitalista; la privatización de los servicios públicos; lucrarse con las catástrofes naturales o políticas. Esta deslegitimación debe ser antes económica que ética.

En segundo lugar, forjar los pasos de las luchas antisistémicas

El primer paso es formar la conciencia de la perversidad humana y ecológica del sistema del capital, que va más allá de la dominación económica y política; influye en la cultura y penetra en lo más profundo de las mentalidades. No le interesa gestar ciudadanos críticos sino simples consumidores y espectadores pasivos de la historia.

Lo fundamental es la articulación de todos los movimientos populares y parte de los grupos políticos progresistas. Todos tienen el mismo adversario, enfatiza Houtart: el capital globalizado especialmente el especulativo (que es la mayor parte del capital) que no produce nada a no ser más dinero. Cada grupo mantiene su identidad pero se articula y une contra el adversario común. Para sumar fuerzas es importante articularse con movimientos antisistémicos del campo político.

La lucha debe darse en lo local, en la región, y a nivel nacional tal como ha sido consolidada por los foros sociales mundiales. Dentro del grupo pensar un proyecto de sociedad alternativo, ecodemocrático, popular, que incluya a todos y comenzar a vivirlo en los grupos, como ya se hace en tantos lugares. Es solo una semilla, pero es una semilla fecunda de una nueva sociedad.

En tercer lugar los ejes de un postcapitalismo o de un ecosocialismo del siglo XXI.

No se trata de imponer una doctrina desde arriba, ni de hablar de una sola alternativa. Se trata de recoger lo vivido, reconciliar teoría y práctica en un esfuerzo colectivo en busca de una utopía práctica, dando valor a las utopías mínimas, las de los pequeños pasos, porque el pueblo no muere ni sufre mañana, sino hoy.

Los cuatro ejes del proyecto antisistémico y emancipatorio:

El primero, la utilización sostenible de los bienes y servicios naturales que exige no la explotación sino la simbiosis con la naturaleza.

El segundo, privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio. El capitalismo hace de todo un objeto de cambio para obtener ganancia.

El tercer eje consiste en establecer una democracia generalizada en todos los ámbitos además del político, que se entiende como un ecosocialismo democrático. El poder no es centralizado sino participativo y circular.

Cuarto eje, construir la multiculturalidad, es decir dentro de la Casa Común todas las filosofías, religiones y valores culturales contribuyen a crear la nueva sociedad del buen vivir y convivir. La cultura del capitalismo con su modelo de crecimiento ilimitado no ayuda en nada a esta construcción.

Todo esto que escribimos es seminal, pero tiene la potencia de la semilla que guarda dentro de sí las raíces, el tronco, hojas, las flores y los frutos, en una palabra, el futuro posible. Hay que vivir el esperanzar de Paulo Freire y recordar la reflexión de un israelí con motivo del asesinato de Monseñor Romero: “la esperanza no se mata”.