LAS GRANDES CONSTRUCTORAS ESTÁN BLINDADAS ANTE UN PINCHAZO DE LA BURBUJA INMOBILIARIA

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El Diario Montañés

Ya lo intuían, y están preparadas. Las grandes constructoras españolas parecen ‘vacunadas’ frente a la fiebre bursátil desatada en el mercado del ‘ladrillo’. En los último años, y especialmente desde 2005, se han cubierto las espaldas ante la evidente desaceleración del mercado inmobiliario.
Compras y negocios en el extranjero, y una búsqueda intensa de actividades anti-cíclicas como la energía o las autopistas, han sido el antídoto elegido. Las caídas de la pasada semana en la Bolsa no suponen un peligro aunque sí un aviso a navegantes. El sector, junto a las inmobiliarias, se ha revalorizado de forma espectacular y ahora, al primer estornudo, muchos inversores prefieren vender y hacer caja.

ACS, Ferrovial, Acciona, FCC, Sacyr Vallehermoso y OHL, responsables de una parte notable del Producto Interior Bruto (PIB) nacional, han sido precavidas. Algunas han vendido sus negocios inmobiliarios y otras lo han reforzado con proyectos en el extranjero (sobre todo en la Europa del Este) o con una mayor presencia en el negocio de alquiler de oficinas o de centros comerciales. El objetivo: reducir la dependencia del segmento residencial. Los Del Pino, por ejemplo, vendieron a Habitat su inmobiliaria el año pasado y Florentino Pérez hizo lo propio con Urbis. Algo que parece una buena opción, en un escenario marcado por tipos al alza, una demanda de pisos en retroceso y el precio de las casas por las nubes.

Los datos de Seopan, la patronal de las constructoras, evidencian esta estrategia. El año pasado, sus empresas lograron unas ventas de 15.000 millones de euros en el extranjero, lo que supone un 50% más que en 2005. El componente nacional ‘sólo’ creció un 20%. La estrategia y la apuesta de futuro dan sus frutos. La cifra de negocio derivada de la construcción (que en la mayoría de los casos ya no es la parte del león de las compañías) se disparó un 33%, muy por debajo del 68% con que avanzó la facturación lograda con otras actividades. El beneficio bruto operativo (Ebitda) de las empresas asociadas sumó 7.978 millones de los que tres cuartas partes se debieron a la diversificación.

Negocios con clientes seguros. Ese es el ‘quid’ de la cuestión. La energía (Acciona en Endesa; ACS en Unión Fenosa o Iberdrola, y Sacyr Vallehermoso en Repsol), las autopistas (OHL, Ferrovial o FCC, que prepara la salida a Bolsa de su concesionaria compartida con Caja Madrid) o los aeropuertos (Ferrovial compró el año pasado BAA, la mayor gestora del mundo) han sido algunas de las opciones. Los servicios, la gestión de agua, las basuras o los aparcamientos completan un ‘colchón’ rentable y a largo plazo.

Cruce de caminos

El pasado año, las constructoras y las inmobiliarias lograron revalorizaciones récord en plazos muy cortos. Fuentes del sector aseguran que algunas firmas del ‘ladrillo’ están sobrevaloradas en hasta un 20% pero, en general -expresión que subrayan-, los soportes son seguros y caídas de entorno del 6% como las registradas en pasado martes tras el descalabro de Astroc no son alarmantes.

La paradoja es que la Bolsa recogió la revalorización del ‘ladrillo’ justo en el momento en el que el negocio comenzaba a normalizarse. Fue un cruce de caminos entre el valor de mercado y el real. Así las cosas, no todo son bondades. Los riesgos también existen, como el elevado grado de endeudamiento de las empresas.