La señora Tejerina, y otras perlas -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

1ª) ¡A ver quien grita más! Estoy desconcertado con la oposición que el Partido Popular y Ciudadanos están realizando. De alguna manera entiendo lo del PP, que ya ha demostrado muchas veces el carácter patrimonial con el que ocupa el poder: el poder es mío, y si otro partido llega Gobierno, es porque me lo ha usurpado, y lo «okupa» indebidamente. ¡Hay que ver lo mal que le sienta perder el poder al Partido Popular! Sospecho que lo mismo les pasa a todos los partidos, pero el que más lo demuestra es el PP.

Y es hora, ya que no lo explicitan demasiado los periodistas, de recordar a los integrantes del PP algo que deberían no solo saber, sino aceptar y cumplir, si quieren ser considerados demócratas. Nuestro sistema constitucional dispone que las elecciones no sean, como en otros países, presidenciales; no se elige al presidente. Se elige a los diputados que, después, elegirán al presidente del Gobierno.

Y ese mantra tan repetido de que gobierne la lista más votada, además de que es una patraña democrática, porque el que gobierna es el que tiene más votos en el Congreso, cuando se prevé que no va a suceder esa victoria electoral, se cambia de opinión descaradamente. Es lo que está sucediendo en la época pre electoral de Andalucía, en la que los populares, conscientes de que ni por un milagro de los de verdad, van a conseguir ser la lista más votada, ya están preparando al personal para que gobierne el que más votos consiga en los escaños del parlamento autonómico. Les debe de dar mucha rabia a los diputados del PP, pero es lo que realmente sucedió en la moción de censura, merecidísima, y con resultado de cajón, ante la sentencia judicial que demostraba una corrupción sistémica, y una financiación, no solo irregular, sino innegablemente, delictiva.

Pero he comenzado con la diputada del PP Isabel García Tejerina, una hermosa y sensata mujer que había demostrado tantas veces su talante equilibrado, de un estilo conciliador y un discreción a toda prueba. ¿Qué está pasando para que una diputada de estas características haya pronunciado esas declaraciones tan exageradas, crispadas, y fuera de lugar? Lo más llamativo han sido sus palabras sobre la enseñanza en Andalucía y en Castilla y León, con su frase, verdaderamente hiriente, y casi insultante, -o sin casi, para la presidenta de Andalucía Susana Díaz-, «lo que sabe un niño de diez años en Andalucía es lo que sabe un niño de ocho en Castilla y León». Es sorprendente, y lleno de interés cognoscitivo, cómo y por qué la diputada está tan segura de ese aserto. Pero no es la única joya que ha producido en sus declaraciones.

Para salir del atolladero en el que ellas misma se había metido, ha declarado, posteriormente, matizando sus palabras que «los niños y profesores andaluces son de diez», aprovechado el envite para poner en solfa, ¡no se iban a ir de rositas!, la gestión educativa tras 40 años de gobiernos socialistas, que califica de «ineficaz». Habría que invitar a los políticos que no repartan opiniones sin un mínimo de rigor, evitando la poca consistencia de que los vituperados sean siempre ,os de otro partido, !Qué coincidencia! Juanma Moreno, el presidente del PP de Andalucía, no ha tenido otra que desmarcarse de su compañera del Parlamento, no sin clavar otra vez el aguijón en los ineficaces y desastrosos socialistas: «No compartimos las palabras de Isabel García Tejerina. Los niños y profesores andaluces son de diez, sólo les falta un gobierno a su altura».

2º) Toca pagar a los bancos. (?? es decir, ayer tocaba)

Hay un dicho en Brasil particularmente expresivo: «cuando a esmola è grande, o santo desconfía», (cuando la limosna es grande, el santo desconfía). En este caso, el santo, sin corona ni aureola, soy yo, el escriba de este blog. Ayer no me atreví a tejer un comentario festivo y exultante, a pesar de mis deseo de comentar la que me parecía victoria grande, enorme, inesperada, casi milagrosa, en favor de los miles, tal vez millones de ciudadanos de a pie, solicitantes, recipiendarios, y, con frecuencia, sufridores, de las aventuras, convertidas con excesiva frecuencia en desventuras, de la lucha que deberían sostener para poder pagar los créditos hipotecarios, necesarios para la compra de su casa. A lo que había que sumar, también, a las espaldas, ¡como no!, de los usuarios, el importe del pago de los impuestos de esa hipoteca,.

La sorpresa de sentencia del Supremo decidiendo que la carga de ese pago correspondería a los bancos fue tan proporcional, y tan enorme, ten esperanzadora y milagrosa para los usuarios, como tremenda, terrible, podemos afirmar sin exageración , para los bancos, a quienes en un solo día esa decisión les costó la broma de 5.000 millones de euros en la Bolsa. El desconcierto, el miedo, y el riesgo de inmensas pérdidas, que experimentaron ayer los bancos ha sido tan brutal, que el Supremo, en una decisión inaudita, por nunca realizada, ha suspendido de momento el cumplimiento de la sentencia, pero sin anularla, por ahora, para revisar todos los condicionamientos, y consecuencias de la misma. Ahora se deja al pleno de la Sala de loa contencioso los que revisen, por segunda vez, el asunto.

Por segunda vez, porque el pleno de lko civil ya había decidido en Febrero de este año que fuera el cliente el que pagara el impuesto proveniente del crédito hipotecario. Pero ahora ha sido la sección segunda de la sala de loa contencioso, que es, teórica y prácticamente, la que reúne a los jueces más expertos en asuntos tributarios. Y ahora, lógicamente, los juristas opinan si no es una temeridad que se encargue a jueces bastante menos expertos en la materia el revisar lo que los más expertos han decidido. Algunos afectados más avisados ya se ha apresurado a que huele mal el asunto, es decir, que les huele a chamusquina.

Nunca la dicha es demasiado grande, ni duradera, en casa del pobre. Estaremos atentos al desenlace de esta trama.