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1.Recuperar al Jesús de la Navidad
Cada año, se crea o no, se lo tenga como leyenda o como realidad histórica, es lo cierto que en el planeta Tierra, una gran mayoría celebra la fiesta natalicia de un tal Jesús, llamado Jeshua bar Yosef : ?Jesús el hijo de José?? y también Jeshua ha-nostri , ?Jesús el de Nazaret??.
Se podrán abrigar distintas posiciones ante el cristianismo: aceptarlo, considerarlo irrelevante o repudiarlo, pero si se pretende ser fiel a la realidad, nadie puede hablar de él ligera o engañosamente y menos si se trata de asentar dos cosas fundamentales: primera, que Jesús admite como proyecto de la convivencia la realidad misma del ser humano, que implica la igualdad y dignidad de todo ser humano y, segunda, que esa convivencia alcana plenitud más allá del tiempo con un nuevo estilo de vida resucitada.
A 2000 años vista, festejamos en la Navidad cristiana, la entrada en la historia de un tal Jesús de Nazaret, de alguien que vivió una vida como la nuestra y que realizó un estilo de vida, en el que nos enseña :
Cómo comportarse individual y comunitariamente,
cómo afrontar las más diversas necesidades y problemas,
cómo ser los unos para los otros desde una fraterna igualdad,
cómo abolir toda suerte de egoísmo, discriminación y esclavitud,
cómo dar prioridad en nuestra vida social a los más desvalidos y necesitados,
cómo entender la autoridad y el gobierno como servicio,
cómo aceptar que el amor a Dios y al prójimo van inseparables,
cómo denunciar toda suerte de injusticia, falsedad e hipocresía,
cómo vivir nuestro futuro seguros de que nuestra vida terrenal es limitada y acaba, pero continúa transformada y adquiere felicidad plena con la fuerza y alegría de la resurrección.
Ante tal hecho, no es de extrañar que en la mente de mucha gente, asome esta pregunta: Pero ¿quién es este hombre?
Acertada me parece la respuesta que nos ofrece el teólogo José Antoni Pagola:
??Probablemente porque nadie ha tenido un poder tan grande sobre los corazones; nadie como él ha expresado las inquietudes e interrogantes del ser humano ; nadie ha despertado tantas esperanzas y porque , cuando hoy las ideologías y las religiones experimentan una crisis profunda, su persona y mensaje siguen alimentando la fe de millones y millones de hombres y mujeres ?.
Importa mucho, pues, garantizar desde un principio, el origen, contenido y razón de ser de una fiesta, tan universalmente celebrada, si no se quiere quedar atrapado por otras formas y sentidos de celebrarla, implantadas tecnológica e industrialmente por la antidermocrática e inhumana visión neoliberal.
Por otra parte, el retorno a a la vida y mensaje de Jesús, lo creo de vital importancia para detectar los atrasos, las tergiversaciones e infidelidades de la Iglesia, -de su Iglesia- convertirla y hacer que sea portadora de su Evangelio en el mundo de hoy y pueda conocerse bien su estilo de vida.
2. Misión y proyecto de Jesús
Es, pues, de primordial interés, que los cristianos sepamos a qué nos comprometemos cuando nos decidimos por ser cristianos. Nos ilustran a este respecto, las palabras de dos autores muy conocidos y no menos apreciados:
* Edward Schillebeeckx: ?Para confiar en alguien, se requiere una información sustancial sobre su vida, su actuación y su muerte. Una consideración de toda vida coherente y, sobre todo, de la persona de Jesús de Nazaret induce a la metánoia, a la revisión de vida y al descubrimiento de cuán poco cristiana es nuestra vida, cuán rara es incluso entre cristianos la praxis consecuente del reino de Dios. Lo ?nuevo de Jesús??, el ?euangelion?? atañe a nuestra vida real; sus efectos, tras la primera desorientación, son liberadores??
* Pedro Casaldáliga: ?¡Creo en Jesucristo y le adoro. Le amo. Vivo de El, por El. Me gustaría dar por El la vida. Espero, en todo caso, morir en El para vivir con El eternamente. ¡Creo en este Amigo que me presentaron mis padres, la Iglesia: Dios hecho hombre, nacido en Belén, de la casta de David venida a menos , hijo verdadero de María, judío y obrero, natural de un pueblo colonizado; hombre que ama, sufre y muere , perseguido y condenado por el Poder de los hombres; Resucitado por el Poder de Dios, Hombre Hijo de Dios, misteriosamente igual al Padre, ?en quien habita corporalmente la plenitud de la Divinidad??, cuyo espíritu anima a la Iglesia, Camino, Verdad y Vida, Salvador de los Hombres, el Señor! Creo únicamente en El, el Dios Hombre que ha asumido y revolucionado y solucionado la Historia humana, y es el Rostro verdadero del Dios vivo y el Rostro primogénito del Hombre Nuevo??.
3. Un retrato del Nazareno
A modo de retrato, y resumidamente, quiero añadir a estos rasgos del Nazareno, los que el teólogo dominico Albert Nolan traza sobre él:
? -Vivir conforme al grupo era lo normal en tiempos de Jesús. Sin embargo, a él comenzó por no impresionarle la erudición de los escribas, discrepaba de ellos, cuestionaba la tradición, la autoridad, todo supuesto inamovible. Jesús aparece como un hombre que tiene el valor que le dan sus convicciones, independiente, sin ningún rastro de miedo, sin temor a originar escándalo, o a perder su reputación e incluso la propia vida. Jesús se mezcla con los pecadores y parece disfrutar de su compañía, se mostraba tolerante respecto a las leyes, no parecía sublevarse ante lo que los dirigentes de su pueblo consideraban la gravedad del pecado y era natural en su trato con Dios.
– No poseía buena reputación, se le clasificaba como a un pecador más, era amigable su trato con las mujeres y, también, con las prostitutas, le importaba un comino el prestigio a los ojos de los demás, no buscaba la aprobación de nadie. Sus adversarios le reconocían ser honrado y audaz,(?Sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios?? ( Lc 12, 14). Nunca pudieron acusarle de insinceridad, hipocresía o miedo, pero al mismo tiempo le acusaban de estar poseído por el demonio, de ser un borracho, un glotón, un pecador y un blasfemo.
– Todo esto hacía que la gente se preguntase: ?¿Quién es este hombre???. Jesús no recabó para sí otra cosa que designarse y ser designado como el ?hijo del hombre?? sinónimo de humano, y lo hacía así en lugar de decir ?yo??. Simplemente pretendía afirmar su identificación con el hombre en cuanto hombre.
Las señas de la identidad de Jesús son su humanidad, sin que necesite ningún título, función o dignidad. Encomienda a sus discípulos que nadie debe dejarse llamar Rabbí, Padre, Preceptor, pues lo definidor de todos es la hermandad: ?Todos vosotros sois hermanos??.
– Lo que hace a Jesús incomparablemente grande es que habló y actuó con una autoridad singular, ajena por completo a la ejercida por los grandes de este mundo: ?Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su autoridad. No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro y el quiera ser primero sea siervo vuestro?? (Mt 20,25-27).
– Era inusitada la firmeza de sus convicciones, proclamaba la verdad sin vacilaciones, sin apelar a la autoridad de la tradición ni siquiera de los mismos textos sagrados. Pretendía que la gente entendiera la verdad de sus palabras sin apoyarse en tipo alguno de autoridad.
Jesús no tuvo más autoridad que la autoridad de la verdad misma. Hizo de la verdad su autoridad. Jesús sabía que la autoridad de la verdad es la autoridad de Dios y esa era la que El poseía. Bastaba, pues, obedecer a la verdad para vivir de un modo veraz. El estaba seguro de decir la verdad, de que sus convicciones eran verdaderas, por sí mismas.
– En ese mismo plano, Jesús no tiene dificultad en reconocer y alabar a todo aquel que realiza la liberación, no le importa quién sea, con tal que la gente sea liberada??. ( Cfr. ¿Quién es este hombre? ST, 1981, pp. 192-204).
Quizás la clave de esto era que en la persona de Jesús anidaba una experiencia única e irrepetible de intimidad estrecha con Dios, la experiencia de Abba, Padre, que le hacía participar de ese poder creador que subyace en Dios como compasión o amor. La compasión divina le colmaba. La experiencia de la compasión es la experiencia de un sufrir o sentir con alguien, solidaridad con el hombre y la naturaleza, todo lo cual hizo de él un hombre especialmente liberado, valeroso, audaz, independiente, veraz y esperanzado.
4. Seguidores de Jesús en el siglo XXI
Estamos en siglo XXI, después de muchos cambios y avances, con una experiencia democrática suficiente para comprobar que estamos en una situación nueva: la religión católica ya no es única y predominante, estamos ensayando una Estado laico y aconfesional, convivimos en el respeto creyentes y no creyentes, deseamos prosperar en ese pluralismo religioso, cultural y político, respetando que cada uno ejerza su derecho a la libertad y respete ese mismo derecho de los demás, poniendo fin de una vez para siempre a las exclusiones y hostilidades.
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Lo primero y vinculante para todos, para poder edificar una ciudad común, es la irrenunciable dignidad humana, con su autonomía, interdependencia, igualdad y justicia, pluralismo y libertad en democracia integral.
No caben en una sociedad democrática los fundamentalistas de uno y otro signo, los católicos integristas arrogantes y los ateos radicales fanáticos. El peligro de una convivencia hostil no proviene de ser creyente o ateo sino de ser:
– Un mal creyente : ?En la génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que , con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión?? (Gaudium et Spes, 19),
Y para no velar el rostro de Dios y de la Religión se requiere también admitir que la Iglesia lo somos todos en un plano de estricta igualdad: ??Con el Vaticano II empezamos a sentir que ?la?? Iglesia éramos todos. Sería mucho optimismo insinuar que el jerarquismo acabó de una vez con el Concilio. Aún hoy los seglares, no digamos las mujeres, son ?generosamente?? tolerados. Es difícil hacerse a la idea vivida de que el carisma del servicio reclama consigo una actitud real de escucha y de diálogo y de caminar codo con codo?? ( Pedro Casaldáliga, Al acecho del Reino, p. 156).
– O un mal ateo: ?El ateísmo moderno lleva el afán de autonomía humana hasta negar toda dependencia del hombre respecto de Dios; la autonomía es inconciliable con la creencia de que Dios es autor y fín de todo, de modo que la religión es un obstáculo para la liberación, fomenta una vida ilusoria y aparta al hombre de construir con el propio esfuerzo una ciudad temporal?? (Gaudium et Spes, 20).
Hay que tener la humildad para colocarse en la perspectiva del otro, del diferente, saber escuchar y aprender, porque en todo ser humano hay un rayo de luz y de verdad: ?Toda verdad, quien quiera que la diga, procede el Espíritu Santo, que infunde la luz natural y mueve a entender y manifestar la verdad?? (Sto. Tomás de Aquino).
Unos y otros hemos hecho afirmaciones demasiado apodícticas.
Y así los católicos hemos proclamado que no se puede llevar una vida humana auténtica si no se cree Dios, o que no se puede ser buen español si no se es católico, o que el ser cristiano es incompatible con el ser socialista, o que la clases sociales son debidas a la voluntad divina y que sería poco menos que sacrílego intentar cambiarlas, o que la sexualidad es un bien para asegurar la reproducción y no para expresar en ella el gozo y el placer del amor.
Gentes de la otra parte, intelectuales brillantes incluso, nos han venido diciendo por activa y por pasiva que la religión es opio, ilusión, neurosis, evasión y proyección a un mundo trascendente irreal, factor legitimante de la alianza con el poder y la represión, etc.
5. EL seguimiento de Jesús, norma esencial de todo cristiano
Dentro de la evolución legítima de costumbres y normas, encontramos unos principios básicos en la vida del Nazareno que deben guiar la conducta de sus discípulos en todos los tiempos.
a) Ser cristiano es, ante todo, hacer propio el estilo de vida de Jesús.
Somos cristianos y la razón de ello no es otra que nuestro intento de vivir como Jesús: ?El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y entonces me siga?? (Lc 9,23). San Pablo lo expresa vigorosamente: ?Vivid según Cristo, el Señor??, ?Tened en vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo?? (Col 5, 6; Fil 2,5).
El estilo de vida de Jesús está caracterizado por una determinada manera de entender la realidad (la vida humana como ser individual y en su relación con las sociedad y la naturaleza, con Dios, con la riqueza, con la pobreza, con la política, con el sufrimiento, con la muerte y el futuro, etc.) que, luego, configura como consecuencia el sentir y el obrar.
Leyendo los pasajes evangélicos en que aparece el llamamiento de Jesús a sus discípulos para que le sigan, hay unas cuantas cosas que llaman poderosamente la atención.
1ª) Jesús es ya de sobras conocido, su fama se ha extendido por toda Galilea y la Judea, los dirigentes de aquella sociedad no lo ven con buenos ojos, han tenido polémicas sobre muchas leyes y cuestiones que muestran un fuerte desencuentro, no hay manera de concordar la enseñanza de Jesús con la de los maestros e intérpretes oficiales, el ambiente en torno a El se ha hecho un tanto sospechoso y peligroso, por eso están al acecho, lo vigilan y no echan en saco roto nada de lo que dice y hace.
2ª) Jesús sigue adelante sin miedo y, ahora, ya camino de Jerusalén, las cosas se van poniendo más calientes. El lo intuye, tiene que llegar hasta allí, expresarse públicamente sin rehuir la presencia multitudinaria de los miles de judíos que llegarán y es de esperar que el conflicto se agudice, las controversias se susciten y se sigan con pasión y las posturas se contrapongan en su significado extremo.
3ª) Resulta natural que, en ese ambiente, los discípulos estén pendientes de la gente, oigan sus comentarios y un poco alborozados los comenten y los hagan llegar hasta Jesús, quien en un momento determinado les pregunta:
-A ver, ¿quién dice la gente que es este Hombre?
Y los discípulos:
– ¿Pero es que no lo oyes? Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas.
-Bien, dice Jesús. ¿Y vosotros quién decís que soy?
?El Mesías, el hijo de Dios vivo, responde Pedro, portavoz del grupo.
4ª) La respuesta le sirve mucho a Jesús y como previendo la que se puede armar, les dice:
-Escuchadme bien y mucho cuidado con decirlo a nadie. Os lo prohíbo terminantemente. Sólo falta, parece recalcarles Jesús, que colméis la furia de los que nos espían diciendo ahora que yo soy el Mesías. Y añade:
– No os hagáis ilusiones , este Hombre, tal como van las cosas, va a tener que padecer mucho, ser rechazado, ejecutado y resucitar al tercer día.
Ya Jesús se lo había expuesto claro:
– Pedro, quítate de la cabeza lo que piensas: no vamos a un cambio político radiante, soñando con que voy a ser yo el nuevo jefe, gobernador o lo que sea. ¿Aún nos has entendido que no van por ahí las cosas?
5ª) Pedro, bravo, lo lleva a aparte y le increpa:-Líbrete Dios, Señor, no te pasará a ti eso.
Jesús, como tocado por un rayo, le dice ante todos:
– Quítate de mi vista, Satanás, que eres un peligro para mí.
6ª) Y es cuando Jesús intenta explicarles:
?Pero si está claro, nada en mí hay que indique que ese es mi camino y destino, lo estáis viendo, las cosas no apuntan en esa dirección. A ver si os enteráis: ?El que quiera venirse conmigo que reniegue de sí mismo, cargue con su cruz y me siga??. Para esta sociedad, en la que yo anuncio el reino de Dios, no hay otra alternativa. No hay manera de casar lo que el sistema religioso y político defienden y lo que yo propongo, son cosas inconciliables, de modo que si pretendéis seguirme, estar a mi lado y continuar anunciando ese reino; pero preparaos, porque no os van a tocar más honores y glorias que padecer y cargar la cruz. El reino de Dios se parece poco a los de este mundo y tiene un programa y estilo de convivencia muy distintos de los que en Jerusalén anuncian y de los que nos van a exigir??.
Quizás entonces, los discípulos comenzaron a recordar algo de lo que Jesús les venía enseñando. Su programa esencial declaraba cosas como estas:
?? Hay que amar, incluso al enemigo; perdonar y ser misericordiosos;
?? Practicar la justicia y estar limpios de corazón; ser sinceros, ecuánimes y veraces; no tolerar la exclusión, discriminación o humillación de nadie; aborrecer la hipocresía, el orgullo y la dureza de corazón;
?? Tener preferencia por los más pobres y olvidados; no apetecer el poder de mandar sino el servicio; trocar la avaricia por la generosidad y el compartir;
?? Detestar el dinero conseguido a base de oprimir y explotar a los demás; no establecer divisorias entre el amor a los hombres y el amor a Dios pues ambos son una misma cosa;
?? No oponer el bien de Dios al bien de los hombres, pues para Dios la gran pasión es la felicidad de los hombres; no contraponer el acá al allá, la muerte a la resurrección, pues si Dios es el principio de todo lo creado es también su fín…
El estilo de vida del Nazareno -no unos ritos o unas prácticas puntuales y ocasionales- es lo que define a sus verdaderos seguidores: una cosa es el sistema de vida de los escribas y fariseos (de entonces y de ahora), del sistema religioso oficial del Templo (de entonces y de ahora) y otra el estilo de vida de Jesús.
Y el estilo no es cosa de horas o de días, de espacios privados o públicos, para cuando se está sólo o acompañado, para cuando las cosas van bien o van mal, para cuando nos conviene o nos deja de convenir, sino para toda para todo momento y lugar en una unidad de vida coherente.
En ese estilo , para quienes quieran seguir al Nazareno, no va a faltar la cruz.
Pero no la cruz material elegida por uno mismo para macerarse y agradar a Dios, sino la cruz que los otros le van a poner encima por seguir a Jesús y querer vivir como El. El que quiera vivir como el hijo del hombre, repite el Nazareno, que se prepare: lo impugnarán, no lo comprenderán, lo calumniaran, lo perseguirán y hasta puede que lo maten y ?crean que hacen un obsequio a Dios??. Por ahí, le llegará la cruz que, en un momento u otro, otros le pondrán encima.
Si Jesús no hubiera vivido como vivió, si no hubiera defendido los valores que defendió, si no hubiera sido coherente, si se hubiera dejado comprar por la fama, el dinero o el poder no hubiera tenido que afrontar la pasión ni la crucifixión, seguramente hubiera llegado a viejo, hubiera muerto pacíficamente en la cama y no violentamente colgado de una cruz.
6. El Cristo en que nosotros creemos.
Decididos a seguirle, nuestra preocupación máxima es ?como fue la suya- anunciar el reino de Dios, ese proyecto maravilloso en que todos somos hermanos y, si hermanos, iguales, donde los primeros serán los últimos y los últimos los primeros, en que el distintivo será el amor, el poder el servicio, la preocupación la justicia y la grandeza la libertad.
Sería mezquino y muy pobre pensar que el Dios de Jesús recaba de nosotros algo que no le hace falta (plegarias, inciensos, sacrificios…) para agradarle y así ganarle. No sería ese el Dios de Jesús.
COROLARIO FINAL
Reiteradamente, en unos momentos u otros, los cristianos participamos en la vida pública, sin renunciar, al parecer, a los principios cristianos que deben inspirar nuestra conducta. Sociológicamente, somos un porcentaje mayoritario en nuestra sociedad.
Sin embargo, resulta paradójico que nuestro comportamiento no influye eficazmente en la construcción de una sociedad que reduzca y elimine la gran desigualdad que se da entre unos y otros sectores de ella y que se muestra hiriente y degradante en muchos campos de la vida.
Desigualdad no sólo reprobable a la vista de una ética humana, explícitamente consignada en nuestra Constitución Española, sino sobre todo en contradicción con los postulados básicos de Jesús de Nazaret, -su proyecto= el Reino de Dios- cuya enseñanza decimos respetar y seguir.
Es predomínante el sector de quienes, teniendo participación importante en la vida sociopolítica, se denominan cristianos y hasta se enorgullecen a veces de poder confirmarlo. Sectores que, a la par, hacen alianza con buena parte de la Jerarquía eclesiástica. Una jerarquía que, hasta hace poco, enseñaba como querida por Dios la existencia de clases en ricos y pobres, hacía incompatible ser católico con ser socialista y se desentendía de cómo hacer valer para todos unos mismos derechos, derivados de la igual y exigitiva dignidad humana.
Ni en nuestro caso de España, ni en cualquiera otro de los paises notoriamente cristianos, se ha evitado el escándalo y la infamia de seguir manteniendo una política radicalmente opuesta al proyecto de Jesús de Nazaret, que otorga primacía a los más empobrecidos y excluidos; y se siembra además la aberración de pensar que el cristianismo no da para más, cuando es superclaro que la marginación, la miseria y el sufrimiento nacen de haber conculcado el mensaje de Jesús, el más opuesto a la política neoliberal que ellos profesan. Es, y profesan, simplemente ?la herejía de cristianos por el capitalismo??.
Que existe ese nuevo y cínico capitalismo, es evidente, pero no lo es menos el descrédito con que esos cristianos manchan la verdad del Evangelio. ¿Por qué, en lugar de tanta palabrería, mentira y promesa vana, no se confrontan con la vida y enseñanza, -el proyecto- que Jesús nos legó y hacen que tantos y tantos que se alejaron decepcionados de la Iglesia, puedan volver y reconocer lo que en verdad fue la vida y el mensaje del mayor revolucionario de la historia?