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El gobierno de Estados Unidos y los gobernantes de la Unión Europea dicen que la comunidad internacional está totalmente en contra la invasión de Rusia a Ucrania. Verdaderamente es condenable toda invasión a un país soberano. Nadie lo aprueba. Sin embargo, muchos países de África, Asia y América Latina son neutrales ante esta invasión, piensan que se trata de un conflicto entre Rusia y la OTAN, un conflicto que podría haberse evitado si la OTAN hubiera respetados los acuerdos de 1991 firmados con Gorbachov y hubiera escuchado, asimismo, los avisos planteados por Rusia cuando decía que la expansión hacia el Este provocaría una mayor inestabilidad en la región.
Cuando el 20 de junio pasado el presidente ucraniano Zelenski convocó a una videoconferencia a los presidentes africanos, solo cuatro, de un total de 55, participaron. Cuando se votó la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU hubo 24 votos en contra y 58 abstenciones.
Con las sanciones a Rusia, Europa se está atando la cuerda al cuello. Hemos entrado en una crisis económica de incalculables consecuencias. Se recortan los servicios públicos, afectando a los más pobres. Sin embargo, India al no secundar las sanciones, ha multiplicado por cinco su importación de petróleo ruso aprovechándose de importantes descuentos, hasta del 35%, y exporta gasolina y diésel a todo el mundo, incluidos los países occidentales que han impuesto las sanciones a Rusia.
Lo verdaderamente lamentable es que debido a la guerra y a las sanciones, los pobres del Sur tienen enormes dificultades para importar productos esenciales con los que alimentarse, que deben pagar a precios exorbitados. África subsahariana, por ejemplo, que importaba el 85% del trigo que necesita, ahora se encuentra en una situación muy crítica, y muchos países de América Latina se encuentran en una situación similar; dependen de manera determinante del trigo y los fertilizantes de Rusia y Ucrania. La pobreza y la hambruna ponen en riesgo la vida de decenas de millones de personas y amenazan con hacer surgir tensiones sociales de imprevisibles consecuencias.
Y en medio de esta crisis los países europeos, incluido España, incrementan la inversión en armamento en vez de buscar alternativas para poner fin a la guerra. Aumentan el presupuesto para la ?defensa?? y, de esta manera, contribuyen a crear una competencia armamentista con gastos que deberían destinarse a los servicios sociales. Muchos consideramos que es una ofensa a la humanidad, particularmente a los más pobres, y una blasfemia contra Dios. Pero lo triste es que no se descarta un conflicto mayor, incluso nuclear, a escala mundial, que sería un desastre para la Humanidad y para el Planeta.
?Cuando los elefantes luchan, es la hierba la que sufre??, dice un conocido refrán africano que tiene pleno sentido ahora. Los países del Sur pagan las consecuencias de una guerra que les es ajena, y no entienden la estrategia de la OTAN de prolongar el conflicto y no buscar una solución negociada antes de que sea demasiado tarde.