“… desde Redes Cristianas apoyamos/proponemos organizarnos como espacios autogestionados, vinculados entre sí y referidos a un servicio de unión espiritual en la Iglesia universal. Dichos espacios podrían ser lugares de encuentro, de oración, formación, reflexión… donde los diferentes grupos… puedan reunirse y programar sus actividades: celebración, de atención a los pobres, artístico-culturales, etc. articulación de comunidades y con otros centros… En fin… ¡Para soñar!”
(POR UNA IGLESIA POSIBLE EN ESPAÑA. Propuesta/Borrador al Sínodo de la Sinodalidad desde la experiencia de Redes Cristianas)
Son las cinco de la mañana. He de ir a repartir el periódico y tengo la cabeza como un bombo! Ayer salí con los colegas y con la última caña, ya un poco tocados, me preguntaron que iba a hacer después del reparto…pues lo de siempre, les contesté, acercarme a «La Global”. Y ahora, ya de camino, voy cantando y recordando una canción de mi infancia… «Un globo, dos globos, tres glooobos»… porque hubo un globo rojo que voló en la revolución, un globo violeta que se ha hinchado hace pocos años, un globo azul en la estratosfera, mar de serenidad; un globo blanco en mi cabeza que escucha atento y habla despacio, y está la sombra del árbol y la mía propia que se contagia de verde al entrar en “La Global”….
Zonas, globos y colores de la ciudad y de mi interior que intercambian significados y descubren nuevas visiones. La Global, múltiples zonas de un albergue universal para la motivación, el cariño y la esperanza. Para el compromiso político, ¡Ay este amor cívico, qué bajo ha caído! y para el placer de vivir, el propio en el de todos, que es a lo que hemos venido.
Tengo que llegar pronto pues va a bajar a desayunar Marta que es médico cooperante en el Chad. Y el curro es lo primero. Los malos del oeste, los cowboys del Apocalipsis dicen que este invento, “La Global”, es un lugar de alterne, una secta liberal o un nido de rojos, una casa de desamparados y una residencia de viejos atendida por jóvenes caritativos. Un antro donde caben todas las personas pero revueltas: currantes, funcionarias, moros, lesbianas, chinos y gente de buen morir y mejor vivir. Pero los que vamos allí lo vemos de otra manera, es una internacional de la esperanza, vengas de donde vengas.
La ciudad es despiadada. Muchas personas se cruzan en sus calles pero nadie conoce a nadie. Las miradas circulan bajas y la mente va evadida en un sinfín de ajetreos. No distinguen los colores de la paz pisando inseguros la precariedad. Llaman zona azul a los aparcamientos para coches. La zona gris de sus mentes está aturdida por el ruido, el mediático, ¡claro! Las luces se les tiñen de negro en el asfalto y los árboles no tienen suelo. Los viejos se mueren solos y la madrugada se llena, a días, de sombras bulliciosas y amarillos vómitos repentinos. Así bulle mi universo mental.
Sin trabajo fijo, con cuatro perras, a poco se me desahucia la vida. Ya no encuentro cobijo, casa, u hogar. Todos los padres muertos, las madres sin leche, los relatos sin certezas. Lo mío es ya la incertidumbre. Heisenberg ya me lo dijo pero no pude escucharle. Mi cabeza giraba entonces como un tiovivo y ningún ovulo sensato se fijaba en su matriz. Si hiciera caso de la multitud de mensajes y formas de vida que me rodean sería un compendio de cuantos atontados ha habido en la historia. Me veo como un náufrago en el reino de los mares, sin saber dónde están las llaves, en la faz de un océano agitado donde no hay caminos sino sendas a trazar. Sobre un fondo marino donde habitan mis miedos y mis monstruos. Los abrazos se me fueron con tanta precariedad y Gran Hermano ni me vigila ni me protege. Me alejo de de su cámara y voy bajo cornisas y balcones sintiendo que un ardiente sol brilla en mi interior. Por eso voy a “La Global”. Me invitan a un café con leche y un espiritoso de sentido. Me muestran cómo llegar después de tanta crítica a una segunda ingenuidad o confianza en la bondad del ser humano.
La Global es otra casa del pueblo pero distinta; no es una iglesia ni un club de fans de la eternidad, ni un lugar de magia o de shoping de recetas de cocina moral, boutique de creencias de moda o consultorio de autoayuda, pero acude mucha y variopinta gente. Se parece más a un centro cívico, huele a afecto que no a gasoil, dinero o agua bendita. Vuelan sueños por su techo y en las mesas aterrizan papeles de propuestas para un mundo mejor.
A media mañana vendrá un grupo de niñas de primaria. Dos periodistas del suplemento de ciencia han montado una exposición sobre el cerebro y las emociones. Les van a hablar de esas como hormiguitas cuánticas que recorren los surcos del cerebro, cual laberinto de Mario Bross, donde chisporrotean las neuronas para encender la vida. Porque a todos nos parece que la confianza y las utopías se sustentan en el buen conocimiento. Nos gusta hablar de la Gran Historia cósmica y del momento en que estamos y maravillarnos de esta realidad en constante creatividad. ¡Qué cosas las del planeta!… con tanta vida rebosante y que le hayamos declarado la guerra. «No hay pan pa tanto chorizo, ni refugio pa tanto maltrato».
Por la tarde tomaré un café con los limpiadores del Clínico que vienen a hacer una pancarta. En la sala de al lado un grupo interreligioso está meditando, y al fondo las cajas de hortalizas de “La huerta en casa». En el bar no hay pantalla futbolera…a veces se echa en falta…los bien vestidos juegan al palé y me he acercado a verlos. Y no dejo de contaros que en el piso de encima hay despachos de coworking, crowfunding y fandangin para oenegés que no tienen donde caerse vivas. Y ya al anochecer cenaré con las compas de «Ítaca acoge». Esto sí que es un dolor y un batiburrillo multicolor. Me gustan sobre todo esos vestidos africanos con tocados de reina mora que de tanto en tanto envuelven una cabecita de grano de café con sonrisa en medio.
De vez en cuando montamos un flash-mov y nos vamos a un centro comercial o un punto estratégico de una plaza o calle y embelesamos a la gente con una coral o un mimo que les mueven a la bondad. Es el fruto de nuestras celebraciones que comienzan siempre con una descripción de lo cotidiano y una breve divulgación científica para introducir, un “introito”, a una mirada profunda y sabia sobre el universo, nuestro origen y destino y el ejercicio de la libertad. Alguna vez leemos el Génesis y otros mitos de Creación y sabiduría. Destaca sobre todo la historia de Jesús. Exponemos la situación del mundo y de las personas vulnerables y guardamos silencio, y leemos poemas y contemplamos algún PowerPoint y merendamos, así alimentamos y mudamos la ropa interior del alma, esas emociones e ideas pegadas a su piel y que son nuestros marcos de conocimiento y esperanza. Salimos muy reconfortados habiendo comprendido cordialmente el mundo un poco más. Sentimos un “no sé qué que nos llena de felicidad y deseos de plenitud.
Me han dicho que en mi pueblo y en el barrio de mis padres había otras casas iguales. Ni que fueran franquicias!
…ring..ring… ¡Ay ! ¡el despertador!
(Santi Villamayor. 07/01/2022. Adaptación de un escrito propio al terminar el encuentro de oenegés y movimientos sociales, “Islas encendidas”)
Santiago Villamayor pertenece a las CCP de Zaragoza