«La GENTILEZA es el remedio para todos los males. Gentileza genera gentileza» -- Leonardo Boff

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Vivimos tiempos de violencia y de brutalidad generalizadas en las relaciones personales, sociales e internacionales, potenciadas por las nuevas formas de comunicación digital. Parece que la inhumanidad se ha naturalizado entre nosotros si tomamos como referencia los crímenes contra la humanidad y el verdadero genocidio que está ocurriendo a cielo abierto en la Franja de Gaza en el conflicto entre Hamas y el gobierno israelí.

Ya casi no aparecen en los periódicos y en los diferentes medios de comunicación. No es novedad: la vida no importa (Live no matter).

Las actitudes del presidente Donald Trump de Estados Unidos inauguran tiempos de brutalización y de arrogancia, difundidos por todo el mundo. Ya se dice con razón que se comporta como un scout pero al revés. El scout se propone hacer una buena acción cada día. Trump cada día hace una nueva mala acción contra el mundo. No solo pone a América “en primer lugar” sino que “sólo América cuenta”. Parecería que el mundo debiera someterse a sus devaneos de poder ilimitado, inclusive el de matar a todos.

En este contexto desolador me viene a la mente el Profeta Gentileza. Con ocasión del incendio del Circo Norteamericano en Niterói el 17 de noviembre de 1961, en el cual hubo 500 víctimas, él tuvo como una experiencia espiritual. José da Trino, ese era su nombre, debía dejar su trabajo de camionero y su familia y dirigirse al local del siniestro para consolar a la gente. Allanó el lugar y lo convirtió en un jardín lleno de flores. Dormía en el camión. Durante cuatro años consoló a todos que iban al lugar a llorar a sus muertos diciéndoles: “el cuerpo está muerto, pero su espíritu está en Dios”.

Transcurridos esos cuatro años, pasó a vestirse con una bata blanca llena de apliques, un bastón, un largo estandarte con sus mensajes, rematado por flores para recordar el Jardín del Edén. Recorrió el país, el nordeste y el norte, predicando su mensaje: “Gentileza genera Gentileza”. Por fin se afincó en Río recorriendo la ciudad con su evangelio de la gentileza, como un Don Quijote bizarro. Conquistó la simpatía de muchos, fue cantado por músicos y citado por artistas. Murió en 1996 en Mirandópolis, São Paulo. Fueron 35 años de coherente misión profética. Esta figura nos sugiere algunas reflexiones para hoy día.

En el Profeta Gentileza aparece una mística trinitaria, rara en la historia cristiana, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ella está, misteriosamente, presente hasta en su nombre José Da Trino. Él siempre añade un cuarto elemento femenino, la naturaleza o María. El psicoanalista C.G.Jung mostró que el 3 y el 4 no deben ser vistos como números sino como arquetipos: el 3 simboliza una totalidad hacia dentro (la Trinidad en sí) y el 4 una totalidad (la Trinidad hacia fuera) más allá de sí que incluye la creación y lo femenino. O la suma de 3 y 4 que da como resultado el 7 representaría la totalidad del misterio de Dios trino junto con su creación.

Como todo profeta, Gentileza denuncia y anuncia. Denuncia este mundo, regido “por el diablo capital que vende todo y destruye todo”. Ve en el circo destruido una metáfora del circo-mundo que también será destruido. Pero anuncia la “gentileza que es el remedio para todos los males”. Dios es “Gentileza porque es Belleza, Perfección, Bondad, Riqueza, la Naturaleza, nuestro Padre Creador”.

Un estribillo se repite siempre, especialmente en las 56 pilastras con inscripciones a la entrada de la estación de autobuses de Novo Rio en Caju: “Gentileza genera gentileza, amor”. En la Eco 92, la cúpula de los pueblos para tratar de desarrollo y ecología, gritaba a los jefes de Estado: “Gentileza genera Gentileza”. Invita a todos a ser amables y agradecidos, en verdad anuncia un antídoto a la brutalidad de nuestro sistema de relaciones. Es precursor, bajo un lenguaje popular y religioso, de un nuevo paradigma civilizatorio urgente en toda la humanidad, basado no en la codicia del enriquecimiento sino en el espíritu de gentileza y de finura. Esto nos hace recordar a Blas Pascal (1623-1662), gran matemático y pensador, que en los fragmentos de sus Pensées distinguía el “espíritu de geometría” (esprit de géometrie) del “espíritu de finura” (esprit de finesse). El primero, “espíritu de geometría”, propio de la modernidad naciente, se concentra en el cálculo y en el interés mientras que el segundo, “espíritu de finura” y de sensibilidad humana, caracteriza las relaciones gratuitas y desinteresadas entre las personas. Preveía que el primero predominaría en la historia, y así ocurrió.

Hoy tenemos que rescatar, contra la barbarie, la grosería y la estupidez dominantes, el valor de la gentileza, de la sensibilidad hacia el otro, el respeto a las diferencias y la bienquerencia, la estima general. Pascal veía en el espíritu de finura la cualidad del honnête homme” del “hombre de bien”. Hoy el “hombre de bien” son personas que se proclaman “patriotas” pero se sirven de la mentira, la calumnia y la difusión de desinformación para realizar su proyecto de poder autoritario y arcaico. Para estos más que para otros vale el “evangelio de la gentileza”.

Creemos, con el Profeta Gentileza, que la “gentileza” como él proclamaba “es el remedio para todos los males”. Pues en la palabra “Gentileza” se esconde lo que de más fino y noble hay en el ser humano, la Gentileza, tan ausente y tan necesaria para los días malos que vivimos.


Traducción de MªJosé Gavito Milano