La encuesta de la confianza -- Gabriel Mª Otalora

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Como en los últimos años, Metroscopia ha elaborado una encuesta para El País denominada Barómetro de Confianza Institucional por el que se conoce el porcentaje de personas que evalúan a las instituciones de manera positiva y negativa, según el nivel de confianza que aquellas transmiten. Los resultados son bastante parecidos a los publicados en años anteriores, destacando sobremanera, al menos para este servidor, los resultados tan dispares e incluso antagónicos de las instituciones católicas que forman parte de la lista propuesta.

En concreto, Cáritas es valorada con un 74% (7,4 sobre 10). Los curas de parroquias, con un 5,1, la iglesia católica como institución, con un 4,1 y finalmente los obispos, con un 2,1 sobre 10. Solo los partidos políticos y en último lugar, los políticos, están peor valorados que los obispos. Como digo, resultados muy parecidos a los años anteriores.

Casi en paralelo, el papa Francisco ha pontificado -nunca mejor dicho- a los obispos, en su estancia en Brasil, exhortándoles a que sean más pastores que nunca, sin ?mandonear», cercanos a la gente, sencillos y austeros, «hombres que no tengan psicología de príncipes, que no sean ambiciosos». Que cuiden de la esperanza y sean misericordiosos. Casi nada.

Con amabas realidades delante, la encuesta y el mensaje pastoral del papa, se impone una reflexión de calado sobre la figura y el papel prioritario del obispo del siglo XXI. Al menos esto es algo que ocurriría en cualquier empresa con buen fin y voluntad de mejores prácticas. Una encuesta con una tendencia anual tan dispar, indica disfunciones preocupantes en la misión encomendada por el Maestro. Los datos son los que son, y la acción evangélica por excelencia, el buque insignia católico de hechos y ortopraxis en esta encuesta lo representa Cáritas, que recibe la mejor nota. Pero a medida que se elevan los estamentos, se pierde confianza. Los curas de parroquia al menos aprueban, pro la iglesia institución valorada como tal y sus máximos representantes, suspenden sin ambages, un año más.

¿Qué hacer? El teólogo González Faus ya dio un paso adelante al indicar, no hace tanto, algunas claves necesarias en la actitud del obispo para el siglo XXI: que sean obispos, es decir, misioneros en lugar de funcionarios. Que sean evangelizadores, lo que para mí resulta un sinónimo de profetas. Que sean creadores de comunidad y que sean colegio. Si la Iglesia debe seguir fiel a su misión evangelizadora, significa para este teólogo que los obispos deberían ser ahora ?hombres de frontera y no de barreras??. La iglesia de hoy necesita muchos más «pablos» que «timoteos. Y sin embargo, como señaló R. Brown con ironía feliz, con los criterios de las Pastorales actuales, Pablo nunca podría ser designado obispo.

Un mensaje el de González Faus, en definitiva, muy en consonancia con el manifestado por Francisco ante el conjunto de los obispos brasileños, pero podrían haber sido ante cualesquiera otros, incluso delante de la Conferencia Episcopal Española, si las JMJ Río 2013 hubiesen sido en Madrid, que lo fueron en 2011. Y deberían comenzar por desterrar la carrera eclesiástica, como los padres generales de las congregaciones de religiosos y religiosas, que a los cuatro u ocho años cesan volviendo a ser uno más entre sus compañeros. Y continuar por la recuperación del genuino perfil apostólico del obispo en lugar de crisparse tras el poder curial, el derecho canónico y los fastos. Los obispos deben pasar ya de una ortodoxia como un fin en sí misma a una praxis profética con actitud de amor cristiano. Y este amor que nos mostró Jesús se caracterizó, sobre todo, en el ejemplo y la compasión.

Que relean las llamadas del papa y los datos de esta encuesta, que se reúnan colegiadamente con humildad y realicen examen de conciencia, porque la iglesia institucional necesita de mucha conversión. Ni sus palabras convencen ni su ejemplo arrastra. A los datos me remito.