El año 2001, casi doscientos jefes de gobierno firmaron en la ONU los denominados ?Objetivos de Desarrollo del Milenio?? a alcanzar en el periodo de los primeros quince años del siglo XXI. El primero quedaba formulado con estas palabras: ?Erradicar la pobreza extrema y el hambre, con la meta de reducir a la mitad el número de personas con ingresos inferiores a un dólar diario y que padecen hambre??.
Ha pasado la mitad de ese plazo y poco más que bellas palabras y bonitas promesas pueden ofrecerse como realizaciones de este compromiso. En 2007, unos cincuenta millones de personas se han incorporado a la multitud que pasa hambre: 1400 millones de personas; uno de cada cuatro seres humanos. La crisis alimentaria, el aumento de los precios del petróleo, los problemas económicos y financieros?? son diversas excusas para tratar de justificar que sólo cinco países hayan llegado a esa cuota del 0,7 de que se hablaba hace ya tantos años. La media sigue estancada en el 0,25 %.
Cuando hoy contemplamos cómo las haciendas públicas inyectan cientos de miles de millones para salvar a los bancos, hundidos por la especulación y el fraude, no podemos menos de comparar este compromiso incondicional con quienes mueven el mundo, frente a esa desgana endémica ante quienes mueren poco a poco cada día debido a esa catástrofe humanitaria permitida por todos que es el hambre.
Redes Cristianas, como colectivo de creyentes en Jesús, se siente responsable en parte de esta tragedia humana diaria, de la que tan poco se habla y a la que nos hemos acostumbrado. Es hora de seguir denunciando los mecanismos que tanta muerte provocan; y, también, de apoyar y participar en cualquier compromiso, por diminuto que parezca, para aliviar esa situación y empujar hacia la consecución de esos objetivos.