En la elección de presidente de la CEE sí hay democracia pero está muy constreñida, 78 hombres, 78 votos. No sería difícil organizar en las parroquias colegios electorales. ¿Censo? las mujeres y hombres que acreditamos la cruz en la casilla del IRPF o la suscripción parroquial.
Debían haber aplazado la fecha, pero algunos debieron temer que una victoria socialista jugara a favor de un voto pragmático. ¡Cuánto mejor tras una pre-campaña con inflación religiosa, haber terminado con el tono de la pax del caldito! Pero no, algunos confunden el escándalo de la cruz con el ?pim, pam, pum?? mediático-político.
Poder o servicio. Si Rouco se presenta gana. Es la plenitud de poder, arzobispo de Madrid, cardenal y también presidente de la CEE, por tercera vez y quien sabe si habrá una cuarta. Así pasa a la historia. Tiene suficientes apoyos para una mayoría holgada. Sin embargo tal ambición de poder no es evangélica. Cristo renunció a ella. Supone un rechazo expreso a Blázquez que personifica la humildad, el servicio y la voluntad de comunión y trunca una tradición no escrita, los obispos en democracia han renovado mandato a su presidente.
Miedo al adversario o confianza en el diálogo. La mayoría de los obispos consideran al PSOE un adversario antropológico. Si ganan los socialistas -como presumen en su corazón- la cuestión es qué trato mantener con ellos. Esta vez habrán de confiar en los frutos del diálogo, Roma impone. Una cosa tengo clara, al Gobierno socialista no le va a resultar nada fácil explicar a sus electores, católicos incluidos, acuerdos con quien personifica mejor que Rajoy a la derecha más pura.