Barcelona En su nuevo libro (lleva publicados más de cincuenta), el teólogo Juan José Tamayo aborda los retos religiosos del siglo XXI. Tamayo, secretario general de la progresista Asociación de Teólogos
y Teólogas Juan XXIII, ha presentado en Barcelona su libro Otra teología es posible. Pluralismo
religioso, interculturalidad y feminismo (ed. Herder).
Tamayo (Palencia, 1946), doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, y en Filosofía por la Autónoma de Madrid, dirige la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid.
¿Por qué arguye usted que ?otra teología es posible???
La gente piensa que la teología es la ciencia de Dios, y que es inmutable.
Hasta ahora la Iglesia ha dado respuestas a preguntas que nadie se plantea, o respuestas del
pasado a preguntas del presente. La teología ha quedado atrasada.
¿Qué debería abordar?
La primera es tener en cuenta el contexto actual de pluralismo religioso.
No vivimos en sociedades de religión única, monorreligiosas, sino plurales. El catolicismo ha marcado la cultura española, pero en los últimos treinta años hemos pasado, por turismo, inmigración y comercio, a una especie de mercado de religiones.
Dice usted que la nueva teología no puede elaborarse desde una sola religión y una sola cultura.
¿Es eso sincretismo?
No es una cuestión de sincretismo. Ninguna religión, cultura, etnia o lengua es capaz de llegar a la verdad de modo exclusivo, porque la verdad es fruto de una búsqueda, de un diálogo, de un debate,
incluso de una confrontación.
Se trata de considerar que no hay un único camino de salvación, sino que todas las religiones son vehículos de verdad y liberación.
¿Teología interreligiosa?
Claro. Un teólogo del siglo XXI tiene que hacer ese esfuerzo, ser teólogo del diálogo interreligioso, de la liberación, de una teología pública en un espacio laico.
Un teólogo cristiano, budista o hindú, que en pleno pluralismo religioso piense que sólo puede hacer teología desde el interior de su propia religión, y que ahí se encuentra toda la verdad, desemboca
en el fundamentalismo.
También cita la interculturalidad. ¿Eso no se hace ya ahora?
Todo teólogo, cristiano de la religión que sea, necesita entrar en diálogo con las culturas. Hasta
ahora el catolicismo se ha transmitido por unos cauces culturales, los de la cultura occidental, que se ha impuesto a través del mensaje cristiano, en las misiones en África, por ejemplo. Si se
quiere construir de veras una teología universal tiene que desoccidentalizarse y descolonializarse;
hay que hacer teología intercultural.
Y feminista, con perspectiva de género, pues hasta ahora las religiones han aceptado sólo la racionalidad y los valores de los varones; eso tiene que superarse.
En la Iglesia católica, ¿qué aspectos de la teología feminista tienen más visos de prosperar?
La consideración de las mujeres como sujetos. En el caso del cristianismo, con más razón, porque
hombres y mujeres son iguales por el bautismo. Las mujeres son sujetos políticos, porque eligen y
pueden ser elegidas; participan en la vida política. Las mujeres son sujetos éticos, como seres humanos responsables que asumen conscientemente sus actos con libertad, para acertar o para equivocarse.
Ahora hay que dar este salto: las mujeres son también sujetos religiosos, sujetos teológicos, y en el caso del cristianismo, sujetos eclesiales, que piensan la fe desde su propia experiencia y subjetividad. La Iglesia católica no tiene por qué rechazarlo; está en la tradición cristiana el principio de que hombre y mujer son creados por Dios a su imagen y semejanza, sin distinción. Las mujeres deben ser reconocidas no sólo como ayudantes, sino como sujetos con pleno derecho.
¿Eso incluiría el sacerdocio?
Al decir sujeto eclesial, quiero decir que deben asumir responsabilidades directivas, tener responsabilidades en el ámbito de lo sagrado, y en el cristianismo, en los sacramentos. No tendría por qué darse un límite en el ejercicio de los ministerios ordenados.
Usted llama a la Iglesia a dejar ?la seguridad dogmática??.
El dogma no es el lenguaje propio de las religiones, y menos del cristianismo. Al principio fue el
Evangelio, la buena noticia de liberación para pobres y excluidos.
El lenguaje de Jesús era simbólico, metafórico, a partir de un entorno campesino. Pero luego se formuló en categorías según el pensamiento griego, que ahora chocan con el lenguaje de nuestro
tiempo. El lenguaje dogmático uniformiza; no genera creatividad.
Desde el punto de vista vital, instalarse en la seguridad es una forma de conservadurismo, cuando
el Evangelio es todo lo contrario a la seguridad. Es desinstalación, inseguridad, itinerancia…
La seguridad lleva a una acomodación intelectual, y el teólogo no puede vivir de seguridades.
PARTICIPACI?N FEMENINA
?Las mujeres deben tener responsabilidad en el ámbito sagrado, en los sacramentos??
DIÁLOGO ENTRE CULTURAS
?Si se quiere construir de veras una teología universal, tiene que desoccidentalizarse???
La hora del Evangelio social
]La doctrina social de la Iglesia católica puede aportar mucho a la gestión de la crisis económica, a juicio de Tamayo. ?Las encíclicas de Juan Pablo II muestran cómo construir una sociedad alternativa, que no se sustente en el capitalismo neoliberal, sino en un humanismo que ve al ser humano en el centro de la economía??, sostiene Tamayo.
?En vez de meterse en berenjenales de cuestiones más debatidas en el interior de la propia Iglesia ?arguye?, los obispos deberían poner más el acento en el Evangelio social, la solidaridad, la justicia,
la fraternidad. Eso es lo específicamente originario del cristianismo??.
Según el teólogo palentino, eso es urgente ahora, ?cuando los paganos son precisamente los sectores más vulnerables de la sociedad, y los menos responsables de esta crisis??. Según Tamayo, ?la
Iglesia debe denunciar y proponer alternativas que partan de las grandes tradiciones igualitarias como son el compartir, la puesta en común de los bienes, el reparto equitativo, la justicia distributiva y la equidad??.
Publicado en La Vanguardia el 20-11-2011