José Benito Fernández Álvarez, Tito, ¡Constructor de nueva humanidad! -- Ricardo Gayol, abogado

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Acaba de fallecer en Gijón Benito Fernández, ex cura y después padre de familia, un hombre bueno y siempre comprometido con una sociedad justa y solidaria.
Hijo de un alcalde franquista de Avilés, se ordenó sacerdote y después de un periplo pastoral por el occidente asturiano, en concreto en Berducedo, Allande, fue párroco del Cerillero, formando equipo con el grupo de curas de La Calzada, que marcó un hito significativo en la iglesia post-conciliar en Asturias.

Tuvo incluso problemas policiales por manifestarse contra la pena de muerte en 1970 durante el conocido como Proceso de Burgos.
Más tarde, fue candidato del Partido Comunista de España, PCE, al Ayuntamiento de Gijón en las primeras elecciones municipales de la democracia.
Tras su indeseada secularización contrajo matrimonio y tuvo dos hijos, y finalmente una hermosa nieta, que alegró sus últimos meses de forma muy decisiva.

Su implicación no cesó con el cambio de estado y ocupó el cargo diocesano de Presidente de la Comisión Justicia y Paz de Asturias durante más de 40 años.
Su compromiso pastoral y político fue siempre radical, unido a una personalidad pacífica e integradora que hacía de él un ser único para la concordia y la paz.

Participó activamente en el movimiento de curas progresistas y tuvo un papel relevante en el denominado Grupo del Bibio, que animó enormemente la acción pastoral crítica de las parroquias de barrio de Gijón, especialmente en los años 70 y 80 del siglo pasado.
Su capacidad de síntesis ideológica y teológica le llevó a compartir el ideal cristiano en la clave de la Teología de la Liberación con un marxismo humanista, fiel a los Derechos Humanos y a una justicia social insobornable.

Pero sin rebajar la relevancia de esas convicciones sociales, políticas y religiosas, era por encima de todo un hombre santo, cuya concepción más íntima y liberadora era una nueva humanidad, basada en el socialismo y en la fraternidad entre las personas, los grupos sociales y los pueblos de la tierra.
Su inmensa capacidad para las lenguas le permitía leer y, en su caso, hablar en numerosos idiomas, lo que le hacía gozar de una sabiduría privilegiada.

También participó en la fundación del movimiento de Cristianos por el Socialismo, CPS, del estado español en representación de los cristianos de Asturias. Era una corriente surgida en Chile en apoyo de la Unidad Popular de Salvador Allende, que logró desbloquear el voto de los cristianos hacia la izquierda y que luego se extendió a otros países, siendo en España por su tradición nacional catolicista un instrumento fundamental para afrontar un cambio político de calado.

Tuve la enorme suerte y satisfacción de pertenecer a la comunidad cristiana de base que él formó en el Cerillero en 1972 y que nos brindó a un pequeño grupo de creyentes la oportunidad de vivir nuestra fe con gran autenticidad y de contemplar la realidad social con un sentido crítico desde el Evangelio, pero abierto también a las ideas políticas que ofrecían respuestas justas a los problemas de las clases populares, cuya expresión democrática era imprescindible para el cambio social necesario e inaplazable.

No le llegó a tiempo la aprobación del Celibato Opcional, que le hubiera facilitado ser un cura casado, cumpliendo así ambas vocaciones legítimas, pero su bondad y sapiencia le hacen inolvidable para todos cuantos le hemos conocido en cualquier ámbito, pues a nadie dejaba indiferente por su genuina bonhomía.