Público
«Tenemos que caminar kilómetros para conseguir agua potable. Utilizamos las garrafas que se vacían de productos químicos y las llenamos para ducharnos, cocinar o fregar», detallan los migrantes que trabajan en el campo.
«El campo mueve mucho dinero, pero nosotros no lo vemos. Los empresarios aprovechan la vulnerabilidad de los trabajadores para explotarlos y mantenerlos en un régimen casi de esclavitud. Los salarios son miserables y la solución habitacional, humillante». Ver noticia original en …