A los 68 años, este singular cristiano antisistema es uno de los artífices de la recuperación ciudadana de Can Batlló, en Sants, barrio en el que lleva años luchando por los derechos de los inmigrantes, y por toda aquella causa que considera justa.
-Me inicié en la plaza de Catalunya.
-¿Se inició?
-Sí, en el 15-M.
– ¡Ah! ¿Está usted indignado?
-Mucho. ¡Es que hay motivos!
-Tiene usted razón. ¿Y qué hacía exactamente en la acampada de la plaza de Catalunya?
-Teníamos un puesto en el que trabajábamos temas de inmigración. Informábamos sobre lo injusto de la ley de extranjería. Es indignante la situación en la que viven muchos inmigrantes aquí y la propia existencia de los centros de internamiento de extranjeros (CIE). Y, mientras exista la ley de extranjería, esa situación seguirá enquistada. Además, ahora, para postres, les están quitando la RMI e incluso se les está reclamando que devuelvan lo que han cobrado. ¡Me parece una vergüenza!
A raíz de los famosos encierros del 2001 en Santa Maria del Pi, surgieron otros, menos mediáticos, en otros barrios de la ciudad. Delgado estaba detrás del de Sants, en la iglesia de Sant Medir, y desde entonces trabaja activamente para la asociación Papers i Drets per a Tothom.
-¿Estaba usted el día del desalojo?
-Estaba, pero no en la plaza. Lo viví desde fuera. Soy una persona mayor y de delicada de salud y no puedo correr, así que me fue imposible ayudar a los compañeros desde dentro, pero lo hice desde fuera. Y lo vi todo. Desde aquí pido la dimisión de Felip Puig por aquella atrocidad. ¿Puedo?
-Sí, sí, pedirla, puede, faltaría más.
-Pues ponlo. La pido. Y no solo por el desalojo de la plaza, ¿eh?
-¿Por qué más?
-¿A qué no sabe lo que me llegó el otro día a casa?
-Ni idea. ¿Qué le llegó?
-Una carta del Departament d’Interior con una multa de 200 euros. ¡200 euros!
-¡¿Una multa?! ¿Por?
-Por manifestarme frente a la Bolsa. Vino la policía, nos pidió el carnet y ahora me ha llegado esto. Lo encuentro muy injusto. No hice nada malo.
-¿La piensa pagar?
-No sé qué tendré qué hacer. Yo no quiero pagarla. Me indigna que se multe a personas que se manifiestan y en cambio a los banqueros se les premie. ¿Eso cómo se entiende?
-Y después de la acampada, ¿qué?
-He seguido trabajando los temas de inmigración con la acampada del 15-M de aquí, de Sants, y también he estado metido en otras movidas, como el edificio okupado por familias desahuciadas de Hostafrancs. El despliegue policial durante ese desalojo también fue desproporcionado. Parece que quieran que haya follón.
-¿Follón?
-Sí, con esa actitud, al que no es violento, le hacen violento. Yo no soy violento, pero con esto [muestra la multa por manifestarse, de forma poco pacífica, según el papel] me hacen violento. Es como lo que han hecho en la plaza de Catalunya.
-¿La pista de hielo?
-Claro. ¡La han privatizado! Es una vergüenza. Una plaza pública la privatizan por unos intereses especulativos de los comerciantes.
-Tengo entendido que usted también es cristiano practicante. La Iglesia no está demasiado por el 15-M.
-No. Me molesta un poco la postura que está tomando la jerarquía de la Iglesia. Porque si bien salen a la calle contra el aborto o el matrimonio homosexual, también me gustaría que estuvieran a mi lado cuando salgo a la calle para manifestarme por los derechos de los inmigrantes.
-¿Y usted qué opina sobre el aborto y el matrimonio homosexual?
-Yo en eso no me meto. No estoy ni en contra ni a favor. Yo tengo otras preocupaciones.
–Entonces, ¿cómo ve a la Iglesia?
-Me molestan mucho ciertas cosas, como que aquí, en Sant Medir, fuera a venir Juan José Tamayo a dar una conferencia y llegara una orden del obispado prohibiendo hacerla. La hicimos, pero tuvimos que hacerla en otro local, y eso me dolió.
-¿Dónde la hicieron?
-En la sede de un partido político. Algo que también me reventó, claro. Y yo me pregunto: si se hubiera hecho aquí pese a no tener el permiso del obispado, ¿qué habría pasado?