Jesús, maestro interior. Lectura orante del Evangelio -- José Antonio Pagola

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Pagola1LA HORA DE LA VERDAD:
El vacío interior del cristianismo:
Ya en el siglo XIX, John Henry Newman(1801 ? 1890), el teólogo inglés de más prestigio en su tiempo, anunció que una simple fe vivida solo como herencia de una tradición social o como costumbre familiar, podría llevar en el futuro a las personas cultas a la indiferencia y a las personas sencillas a la superstición.

Durante estas últimas décadas se vienen repitiendo con frecuencia unas palabras de Karl Rahner: <>.

No han faltado otras voces de alarma. Entre nosotros, Juan Martín Velasco se ha pronunciado en términos contundentes: <>.
En estos momentos podemos señalar tres hechos que están arruinando de manera acelerada el cristianismo que hemos heredado y vivido hasta nuestros días. Pensemos en ese número importante de personas que cumplen todos los deberes externos de su religión cristiana y mueren sin haber vivido jamás una experiencia interior del misterio de Dios o de Cristo resucitado. Son cristianos que se han formado una idea de Dios que les basta para regular de alguna manera su vida, pero sin apenas transformarla interiormente.

Además, dentro de este cristianismo convencional y rutinario, la fe queda reducida casi siempre al asentamiento general a un conjunto de doctrinas. Muchos cristianos consideran que la fe es creer <>, pero que han de aceptarse para ser cristianos y salvarse. Esta confusión de la fe en Dios con la aceptación de las doctrinas que predica la Iglesia está arruinando la vida cristiana de muchos, dejándola vacía de cualquier experiencia interior.

Pero, cuando la fe queda reducida a <> en realidad las personas no creen propiamente en Dios, sino en aquellos que les han hablado de Dios: padres, catequistas, curas. Privadas de una experiencia personal de Dios, estas personas viven una fe de <> basada en el mayor o menor crédito que les pueda merecer la Iglesia o la vida de los cristianos. Cuando la experiencia interior de Dios queda suplantada por una fe tan externa y postiza, es difícil que pueda subsistir. Esta es la fe que se está perdiendo de manera acelerada en la sociedad posmoderna de nuestros días. Pocos han denunciado esta mediocridad espiritual con la fuerza con lo que lo ha hecho K.Rahner:

La hora de la verdad
La llamada de Rahner, tan lúcida como audaz, apenas ha encontrado seguidores. Es cierto que estamos tomando conciencia de la necesidad de una profunda renovación espiritual, pero estamos todavía muy lejos de impulsar en la Iglesia un movimiento de renovación interior de nuestro cristianismo. Sin embargo, la crisis religiosa es hoy tan profunda que ya no basta con algunas reformas superficiales. Si nuestra fe no se está alimentando de la experiencia interior, única fuente que la puede nutrir, este cristianismo se seguirá perdiendo.
Lo esencial es la experiencia interior de Dios, de la que brota la verdadera fe.

Los pronósticos se están cumpliendo. Los cristianos estamos atravesando un desierto de exterioridad y vacío espiritual. ¿Estamos en el ocaso de la fe cristiana entre nosotros o en vísperas de una renovación interior capaz de reavivarla? ¿Podremos sacudirnos el peso de tantos siglos de adherencias poco cristianas y reavivar en nuestras comunidades una experiencia viva de Dios siguiendo a Jesús como único Maestro interior? ¿Podrá la Iglesia siendo ya vieja, nacer hoy de nuevo del Espíritu?

Pero no hemos de olvidar que eso que llamamos<> es, al mismo tiempo, el gran <>, aunque todavía no sabemos leerlo con espíritu profético. Dios está llevando a la Iglesia a una situación nueva, en contra de nuestra voluntad. La historia está despojando a la Iglesia de poder, prestigio y seguridad mundana. Dentro de pocos años, la Iglesia será más pequeña, más pobre y más débil. Tendrá que aprender a vivir en minoría. Conocerá en su propia carne lo que significa ser perdedora y vivir marginada. Solo desde esa pobreza aprenderá a dar pasos humildes hacia su conversión. Esas pequeñas comunidades de creyentes se volverán a Jesús con más verdad y fidelidad que nosotros. Buscarán a Dios con más fuerza que nunca y, en medio de una sociedad que lo declarará una vez más como muerto, ellos lo encontrarán donde ha estado y estará siempre: en lo más profundo del ser humano.

3. Aproximación a la espiritualidad vivida por Jesús
Cuando en 2007 publiqué mi obra <>, en la introducción explicaba mi objetivo con estas palabras:
Mi propósito fundamental ha sido <> a Jesús con rigor histórico y con lenguaje sencillo, para acercar su persona y su mensaje al hombre y a la mujer de hoy. Quiero despertad en la sociedad moderna el deseo de Jesús (??.). Estoy convencido de que Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia y lo mejor que podemos ofrecer hoy a la sociedad moderna. Más aún. Creo, con otros muchos pensadores, que Jesús es lo mejor que ha dado la humanidad. El potencial más admirable de luz y esperanza con el que podemos contar los humanos. El horizonte de la historia se empobrecería si Jesús cayera en el olvido.

Esta sociedad en crisis puede encontrar en Jesús el gozo de poder invocar a Dios como un <>; la confianza en el misterio insondable de Dios percibido interiormente como Padre; la fuerza del misterio de Dios atrayéndonos a construir un mundo más humano, fraterno y solidario; la misericordia como principio de actuación no solo para aliviar el sufrimiento generado por la propia persona( deseos dañosos, apegos, ignorancia??), sino para luchar contra el sufrimiento provocado por los abusos, injusticias, estructuras de poder??
Pienso que las corrientes de espiritualidad inspiradas en Oriente y la espiritualidad inspirada por Jesús en Occidente están llamadas a enriquecerse mutuamente para el bien de toda la humanidad en estos tiempos de crisis global.

La espiritualidad oriental enseña a <> para descubrir en el silencio interior la fuerza sanadora del misterio de Dios en las personas. La espiritualidad de Jesús nos enseña también a <> para descubrir la fuerza que proviene del misterio de Dios para humanizar la vida y construir un mundo siempre más digno, justo y fraterno.
Yo quiero proponer de manera sencilla y práctica la espiritualidad de Jesús para dar pasos hacia la experiencia de Dios, porque estoy convencido de que puede ayudar a no pocos a renovar interiormente su fe en estos tiempos críticos para el cristianismo.