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El aquelarre de los líderes de extrema derecha, reunidos no hace mucho en Madrid, afirmó que tenía como uno de sus objetivos rechazar el “fanatismo climático”. Para ellos es fanatismo climático tener en cuenta lo que han dicho y repetido los científicos sobre la necesidad de unos profundos cambios en nuestra civilización actual.
Sobre este tema el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas, el IPCC (2021), llega a las siguientes conclusiones: “Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera”.
Los científicos nos advierten que, si no frenamos el calentamiento global, la seguridad alimentaria e hídrica estarán cada vez más comprometidas. Unas amenazas que vendrán acompañadas de otros fenómenos como fusión de los casquetes polares y aumento del nivel del mar, pandemias o conflictos, que afectarán sobre todo a las personas y los ecosistemas más vulnerables.
Con su postura la extrema derecha deja muy claro que no sólo desprecia la ética y la solidaridad humana, sino que también la sensatez anda muy lejos de sus cerebros.