HANS KUNG EN COLOMBIA: EN LA TARIMA/ ?TICA, POLÍTICA Y ECONOMÍA. Sérvulo Velásquez

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Religión Digital

Hans Kung.jpgPor estos días se realiza en Bogotá la Semana de ?tica Mundial en la Economía y la Política. Con motivo del evento, sus organizadores han invitado a Hans Kung, teólogo católico disidente, profesor universitario y uno de los más importantes pensadores de la postmodernidad.
Hans Kung vino a Colombia; y llegó a hablar de ética en el mundo globalizado, haciendo énfasis en la relación de ésta con la política y la economía, la ciencia, la educación y la paz. Buena falta le hacen reflexiones de este tipo a una sociedad como la colombiana, fragmentada, intolerante y violenta.

Ya en alguna columna anterior escribí citando al profesor Rodolfo Llinás, que la crisis del país es fundamentalmente ética. Tanto en la economía y la política como en la vida cotidiana, se echaron por la borda los valores éticos, con las consecuencias que estamos viviendo. Habrá luz al final del túnel, el día que comprendamos que una auténtica «refundación» de la nación debe comenzar por ahí; por la recuperación de los principios morales.

Kung y sus seguidores han hablado de una ética planetaria como condición de un nuevo orden mundial. La ética a que aluden es una ética mínima en la que no es difícil ponerse de acuerdo, independientemente de las creencias religiosas, la diversidad cultural, los sistemas políticos y cualquier otra diferencia.

Algunos comentaristas de la propuesta del teólogo suizo la han sintetizado en tres sencillas normas de aceptación general:

1. El supremo imperativo ético fue formulado por Confucio, seis siglos antes de Cristo: «Lo que no desees para ti, no lo hagas a los otros hombres». Kant, por su parte, lo expresó en la conocida sentencia: «Actúa sólo según aquella máxima por la que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal».

2. Considerar al otro, cualquier ser humano, como fin en sí mismo; no como medio de nadie ni de nada. Es decir un sujeto con dignidad y derechos inalienables.

3. Para resolver los problemas y conflictos, utilizar el diálogo; en ningún caso, la fuerza o la violencia.

Cuánta sangre y cuánto dolor se hubiera ahorrado Colombia si en cualquiera de los puntos de inflexión de su tormentosa historia (crisis), hubiera acogido -de palabra y de hecho- estas tres enseñanzas. Ojalá ahora escuche la voz autorizada de uno de los grandes profetas de nuestro tiempo, y en un acto de conversión cristiana, decida cambiar las actitudes personales y las estructuras de opresión y explotación, fuente de lo que los teólogos de la liberación llaman pecado social