¿Ha habido un cambio en la religiosidad de los jóvenes en España? -- Marina Fernández Soto

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Fuente: Observatorio eclesial
Según el INJUVE, un 44% de los jóvenes españoles no
se identifican como creyentes. Pero, ¿cuál es la realidad tras esas cifras? Examinamos la percepción de lo religioso entre los jóvenes de España en los últimos años

España. Algunos medios de comunicación internacionales se han hecho eco de un cambio en lo que a las creencias de la gente se refiere. ?El avance del secularismo se ha detenido?, señalaba el pasado mes de julio
The Economist, haciendo un especial hincapié en un
acercamiento a la fe por parte de los jóvenes.
Incluso plataformas como Teen Vogue hablan de cómo
las nuevas generaciones están ?redefiniendo y repensando la religión?.

Pero, ¿hasta qué punto podemos dar
por válidas estas afirmaciones en el caso español?
Una de las voces de referencia para analizar este tema
es la de Óscar Salguero Montaño, Doctor con mención
cum laude en Antropología Social y Cultural especiali-
zado en el estudio de las religiones.

Con él hemos podido conversar en profundidad para la
realización de este artículo, complementándolo con da-
tos extraídos del Observatorio del pluralismo religioso
en España,CIS e INJUVE y con referencias de otros
especialistas en el estudio de las religiones.

La postsecularización
El profesor Salguero nos animó a abordar el tema des-
de el paradigma de la postsecularización, dominante en
el marco teórico de los estudios sobre religiones. ?La
postsecularización trata de no olvidar ninguno de los
avances de la modernidad secularizadora, pero inte-
grándolos también dentro del conjunto de creencias re-
ligiosas?, explicó.

Podemos complementar esta visión con la mirada de
otros investigadores como el sociólogo Rafael Ruiz An-
drés. En un interesante artículo sobre la postseculariza-
ción publicado en 2022, el especialista apuntaba a que
?el debate sobre religión, tanto a nivel académico como
político y mediático, ha ganado peso y visibilidad en las
últimas décadas?.

Tres años después, esa afirmación sigue resultando
acertada; basta con ver el foco mediático sobre religio-
nes como la evangélica, debates como el del Jubileo
del Mundo Educativo italiano o el creciente interés en
estudiar grados y posgrados en Ciencias de las Reli-
giones.

Por tanto, hay que entender que quizás esta nueva ma-
nera de entender lo religioso ha ampliado la manera
desde la que mirar y entender las religiones, permitien-
do analizar ciertas actitudes o comportamientos en los
que antes no se ponía el foco —pero que no implica
que no existieran—.

España, los jóvenes y la identificación religiosa
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) —y
otros organismos como el Instituto de la Juventud (IN-
JUVE), al que nos referiremos en las siguientes lí-
neas— incluyen una pregunta sobre la religiosidad del
entrevistado en cada estudio realizado (incluyendo los
barómetros mensuales), de manera que a priori parece-
ría la manera más evidente de conocer la realidad reli-
giosa de nuestro país a lo largo del tiempo. Pero, ¿de
qué manera se pregunta a los encuestados?

Como se puede observar, los modelos de pregunta in-
cluyen las opciones de católico practi-
cante, católico no practicante, creyente
de otra religión, agnóstico, indiferente o
no creyente y ateo. No obstante, la distinción entre católico practicante y no practicante, presente en la pregunta desde 1978, fue eliminada en 1994, año en que se incluyó la categoría de ?ateo? por
primera vez.

La distinción entre católico practicante y no practicante
reapareció en 2019, fecha en la que el CIS añadió tam-
bién por primera vez la opción de ?agnóstico? y unificó
las categorías de ?no creyente? e ?indiferente?.
Óscar Salguero comenta este formato y propone
una alternativa:

?Parece que todavía hay cierto vestigio del pasado en la
manera de encuestar, realizada desde el prisma catoli-
cista, viendo a las otras religiones como una especie de
anomalía. El día que se cambie el planteamiento de la
pregunta posiblemente salgan cifras muy distintas, por-
que considero que el islam y el cristianismo evangélico
están totalmente invisibilizados en las cifras del CIS.

Por evitar sensibilidades y posicionamientos sesgados,
creo que el criterio jurídico de incluir todas confesiones
religiosas incluidas en el Registro de Entidades Religio-
sas como opción de respuesta es un buen punto de
partida para medir la realidad.?

Por supuesto, existen otras formas de conocer las acti-
tudes religiosas en España, como el directorio de luga-
res de culto o estudios específicos promovidos por el
Observatorio del Pluralismo Religioso en España. Para
el caso específico de los jóvenes, los datos más consul-
tados son los que ofrece el INJUVE.

Este organismo realiza cada cuatro años un Informe de
Juventud en el que una de sus preguntas es ?¿Cómo te
defines en materia religiosa??, incluyendo las mismas
opciones que el CIS. Analizando transversalmente los
datos del informe de 2016, 2020 y 2024, vemos un fuer-
te descenso de los jóvenes católicos no practicantes
(casi un 10% en los últimos ocho años) y una leve fluc-
tuación en los practicantes.

Ese diez por ciento menos
de católicos no practicantes se ha repartido bastante
equitativamente entre el resto de opciones:
Así pues, según el INJUVE, un 44% de los jóvenes es-
pañoles no se identifican como creyentes (ateos, indife-
rentes y no creyentes). La postura del 9,4% agnóstico
es que ?conocer lo divino es inaccesible al entendimien-
to humano?, mientras que un 7,9% afirma ser católico
practicante y un 5,9% son creyentes de otras religiones.
Y por otro lado, el 29,7% se encuentra en la indetermi-
nada categoría de ?católico no practicante?, que Adolfo
Ivorra, sacerdote católico y doctor en teología litúrgica,
calificó como ?una manera de aliviar el golpe, de crear
una ficción necesaria: la apostasía de las masas?.
Sin embargo, es necesario señalar que este cambio de
tendencia no solamente está presente entre los jóve-
nes.

En las encuestas, la población de España está dejando de identificarse como católica, siendo nuevamente llamativo el descenso en los católicos no practicantes en los últimos años:
Pero, si pasamos de las cifras a la vida real, los más
probable es que sí encontremos una diferencia entre
los más jóvenes. Y quizás esto se deba a que el cambio
del que hablamos no sea tanto a nivel cuantitativo, sino
a nivel cualitativo.

¿Religión o espiritualidad?
Aunque el debate teórico sobre si religión, religiosidad y
espiritualidad son o no lo mismo tiene un amplio reco-
rrido y escaso consenso, ?desde la academia también
tenemos que aprender a mirar a la calle?, nos confesa-
ba Óscar Salguero. ?Quitándome las gafas de antropó-
logo?, bromeaba, ?el término de religión lo aplico a ma-
nifestaciones más institucionalizadas y la espiritualidad
quizás haga referencia a manifestaciones más subjeti-
vas, con estructuras más vagas y poca institucionaliza-
ción?.

Aterrizando estos conceptos a pie de calle, nos encon-
tramos con que, entre la gente joven, lo más frecuente
es hacer esta distinción. ?No me agrada demasiado la
palabra religión porque no soy adepto a ninguna. Sin
embargo, considero que soy una persona muy espiritual
puesto que entiendo que no todas las cosas tienen ex-
plicaciones racionales?, me dijo mi amigo Mark. ?A mu-
chos conocidos les genera el mismo rechazo la palabra
religión y lo que esta conlleva?, concluía.

?El concepto de ?espiritual‘ me parece algo mucho más
íntimo y personal, que no viene determinado tanto por
hacer o participar en algo, sino por llevar una cierta
forma de vivir, de comportarte con tu alrededor y conti-
go mismo?, explicaba mi amiga Paula.

?Con el término ?religión‘ pienso en una divinidad mucho
más alejada, como si tuvieras que pasar algunos trámi-
tes para poder estar en contacto con ella?.
En esa misma línea razonaba Juan Pablo Serrano,
coordinador nacional de los Grupos Bíblicos Universita-
rios. ?Más que un acercamiento a la religión, veo un
acercamiento a la espiritualidad?, comenta.

?El tipo de charlas que la gente busca ahora no es tanto
en una dimensión apologética académica, sino una
apologética hacia el corazón. Quieren escuchar expe-
riencias, yendo más hacia una dimensión emocional.?

Salguero aportaba una interesante perspectiva a este
tema. ?Partiendo de mis nueve años de experiencia
como docente en el grado y máster de Ciencias de las
Religiones, me encuentro con que mis primeras promo-
ciones sí que tenían una visión mucho más ?secular?
(agnósticos, ateos…), mientras que ahora me encuentro personas que, o bien se enmarcan en una confesión religiosa —
tan originales como el helenismo— o
que, cada vez más, practican una espiritualidad más
individualizada y propia?.

El crecimiento de las espiritualidades no afiliadas
?Las formas contemporáneas más vitales de religión
crecen en el contexto del mercado global?, explicó Lin-
da Woodhead, socióloga británica. ?En la religión, ya no
hay una ?talla única‘ que sirva para todos. […] En su lu-
gar, hay una diversificación en nichos de mercado que
a menudo abarcan varias naciones o incluso continen-
tes.?

?El nuevo estilo de religión se parece más a una start-
up o empresa de nueva creación?, apuntó Woodhead.
?Se nutre de las energías no reglamentadas de mujeres
y hombres, que a menudo actúan de forma individual y
sin rendir cuentas, aprovechando los bajos costes de
puesta en marcha de las nuevas ?empresas religiosas‘ y
las oportunidades que ofrecen los procesos de globali-
zación y los nuevos medios de comunicación.?

En ese mercado, las espiritualidades no afiliadas pare-
cen haberse posicionado como el mejor postor. La an-
tropóloga Mónica Cornejo Valle, en un estudio sobre
este tipo de espiritualidades, aclaró que este concepto
se refiere a lo que la literatura académica históricamen-
te ha llamado ?nuevas formas de espiritualidad?, espiri-
tualidades tipo ?New Age? o ?espiritualidades subjeti-
vas?.

Pero, ¿qué define a estas espiritualidades no afiliadas?
?Aunque en ocasiones se ha despreciado el sistema de
creencias como una mera compenda individual a la car-
ta?, explicó Cornejo, ?lo cierto es que tiene una lógica
de fondo clara y ampliamente extendida a partir de un
cierto monismo de la ?energía‘?.

Así pues, este tipo de espiritualidades comparten la
consideración de que hay una fuerza sobrenatural uni-
versal (generalmente impersonal) que se concreta y
manifiesta en la realidad material y en entidades perso-
nales (dioses, espíritus…). Como señala Mónica, estas
creencias han crecido ?ocupando el espacio intermedio
entre las grandes confesiones y la antirreligiosidad?.

Ya en 2017 el 16,8% de las personas en España se
consideraban espirituales, pero no seguidoras de una
confesión religiosa. Este dato pone de manifiesto la in-
eficacia de la famosa pregunta sobre religiosidad del
CIS (¿cómo puede haber tanta gente ?espiritual‘ total-
mente invisibilizada en las cifras tradicionales?), así
como evidencia que, al contrario de lo que se percibe
entre la gente, esta realidad estaba presente antes de
la crisis del covid-19.

La pandemia y la influencia de las redes sociales
En una encuesta realizada por el CIS en septiembre de
2021 sobre los efectos del covid, un 9,6% de los encuestados afirmó que se había hecho más religioso o
espiritual. Estos datos resultan similares a los de países
como Estados Unidos, donde un 10% de los adultos
considera que la pandemia tuvo un impacto positivo en
su vida espiritual o religiosa.

Estos datos no resultan suficientes para poder afirmar
que la pandemia es lo que ha motivado un acercamien-
to de los jóvenes (o de la población en general) a la es-
piritualidad, aunque ya hemos explicado la imprecisión
de las encuestas del CIS para conocer la realidad reli-
giosa del país.

Pero lo que sí revelan las estadísticas es que, a raíz del
coronavirus, un 51% afirmó haber estado más pendien-
te de sus redes sociales, cifra que asciende hasta
73,8% y 67,2% entre los jóvenes de 18-24 y 25-34, res-
pectivamente.

Y es precisamente en esas redes sociales donde has-
tags como #witchy, #horoscopo o#despertarespiritual
acumulan ya millones de resultados. De la misma ma-
nera, es llamativa la aparición de cuentas e influencers
de contenido afín a unas espiritualidades no afiliadas,
tanto que medios como El Mundo se han hecho eco de
ello.

?Si dijese directamente que sí, que las redes sociales y
la pandemia han tenido un efecto claro en la religión de
los jóvenes?, nos comentaba Óscar Salguero, ?podría
dar lugar a entender como que la gente joven no tiene
ningún juicio crítico y consume sin ningún tipo de filtro
todo lo que entra por la pantalla. Y nada más lejos de la
realidad.?

Por tanto, podríamos decir que la pandemia sí intensifi-
có el uso de las redes sociales, especialmente entre los
jóvenes, lo que a su vez facilitó una mayor exposición a
contenidos de todo tipo, incluyendo los de carácter reli-
gioso.

Aunque esto no implica necesariamente que los jóve-
nes se hayan vuelto más creyentes, sí que ha podido
contribuir a que desarrollemos una mayor sensibilidad
hacia lo religioso.
Entonces, ¿ha habido o no un cambio en la religio-
sidad de los jóvenes españoles?

A la luz de toda la información presentada, la respuesta
más acertada quizás sea decir que sí, pero con mati-
ces. Para empezar, tenemos que hablar de una clara
tendencia, no solo de los jóvenes, sino de la población
española en general, a desligarse de lo que podríamos
llamar un ?catolicismo cultural? para explorar el resto de
las opciones religiosas.

Y en un mundo globalizado donde las redes sociales
son un medio de comunicación dominan-
te (ahora sí, sobre todo entre los jóve-
nes), han ganado territorio unas formas
de relacionarse con ?lo sagrado? que se
alejan de cómo se ha entendido lo religioso en nuestro
país en el último siglo.

Hablando como historiadora, resulta evidente que el
nacionalcatolicismo del régimen de Franco (con estruc-
turas y élites eclesiásticas instrumentalizadas al servicio
de la Dictadura, rechazo a la diversidad religiosa, etc.)
dejó una impronta negativa en la manera de percibir la
religión entre los españoles.

Es por ello que, tras cuarenta años de dictadura y reli-
gión impuesta para ?ser un buen español?, se entiende
una mirada recelosa hacia la fe de las generaciones
que nacieron y vivieron en tiempos de Franco o inme-
diatamente posteriores.

Sin embargo, la generación Z vemos la religión con una
mirada diferente. Creo que, por lo general, los jóvenes
mostramos una actitud de mayor sensibilidad hacia lo
religioso, precisamente como herencia de haber nacido
y vivido en democracia, rodeados de pluralidad y diver-
sidad.

Esta nueva manera de entender y de relacionarse con
lo religioso no se puede conocer tan solo a través de
una pregunta genérica en las encuestas, sino que pre-
cisa de informes y estudios que sepan hacer las pre-
guntas necesarias.

¿Cómo puede la iglesia evangélica responder a es-
to?
Haciendo mi propia interpretación confesional de los
datos, creo que las cifras nos muestran el deseo de la
gente de alejarse de una fe heredada o cultural, de una
fe muerta. Jóvenes y no tan jóvenes comparten el de-
seo de vivir y relacionarse personalmente con ?lo sa-
grado?, bien sea para acercarse a ello, para cuestionar-
lo o incluso para rechazarlo, pero buscando por sí mis-
mos una respuesta.

Esta curiosidad nos sitúa ante una especie de ?mercado
global? con infinidad de opciones religiosas. Y la mane-
ra en la que cada religión entiende, se relaciona, se
mueve y se comunica en ese mercado es lo que marca
la diferencia.

Es por ello que el ya citado Rafael Ruiz señaló que un
gran reto postsecular era, es y será ?la generación de
un contexto verdaderamente dialógico en el que todas
las voces, religiosas e irreligiosas, tengan su espacio,
puedan interactuar de manera libre y abierta, sin prejui-
cios recíprocos y a diferentes escalas?.

¿Cómo estamos participando nosotros en ese diálogo?
Nuestro único modelo a seguir debe ser el de Jesús.
Jesús se acercó, preguntó y dialogó mostrando un
ejemplo de escucha, amor y verdad incluso con aque-
llos que la sociedad rechazaba.

Y la compasión con la que Jesús miraba a las multitu-
des destacaba por encima del cansancio, la incomodi-
dad o el hambre que ellos pudieran sentir. Y nosotros,
¿desde dónde hablamos? ¿Escuchamos con el mismo
interés con el que hablamos? ¿Tenemos un diálogo o
un monólogo?

(protestantedigital.com) 23/10/2025