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Hay acontecimiento que llaman felizmente la atención. La Iglesia de Tuilla en España acostumbra celebrar la entrega hasta la muerte de uno de sus hijos acaecida hace 34 años. Se trata del sacerdote Gaspar García Laviana, misionero en Nicaragua en los pasados años ?70. Después de su llegada y compromiso con sectores populares, decidió, en 1977, integrarse en la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional, donde llegó a ser comandante en el Frente Sur Benjamín Zeledón.
Murió en un enfrentamiento con la guardia nacional del dictador Anastasio Somoza el 11 de diciembre de 1978. Tenía 37 años. Sus compatriotas le erigieron un monumento para honrarle y, en su diócesis española, las celebraciones religiosas en su memoria han sido constantes desde 1978. Gaspar García Laviana había llegado a Nicaragua unos 8 años antes, en 1970, y fue párroco en varios lugares. En la barriada pobre de la capital Managua, los parroquianos le dedicaron una pintura mural en una de las calles del sector. Eran años de mucha conflictividad, creatividad y solidaridad en toda América Latina.
Al nivel eclesial, al convocar en 1961 el Concilio Vaticano 2°, el papa Juan 23 había declarado que ?frente a los países subdesarrollados, la Iglesia se presenta tal como es y quiere ser: la Iglesia de todos, pero particularmente la Iglesia de los pobres». El mismo Concilio (1962-1965) había abierto las puertas para una Iglesia más comprometidas con ?los signos de los tiempos??, es decir, los llamados de Dios en la realidad actual, en particular en el mundo de los pobres.
En un Pacto en Roma al final del Concilio, celebrado en la catacumba santa Domitila en 1965, unos 40 obispos latinoamericanos se habían comprometido a vivir en la pobreza y en solidaridad con los pobres según el ejemplo de Jesús de Nazaret. En 1969, en su reunión de Medellín, la Conferencia Episcopal Latinoamericana había denunciado al sistema capitalista como el responsable del empobrecimiento de millones de personas en el continente. Allí la Iglesia latinoamericana hacía suya la opción por las causas de los pobres y reconocía a las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) como ?el primero y fundamental núcleo eclesial?? Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo??.
En los años ?70, el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez publicaba su libro ?Teología de la Liberación??, retomando las vivencias de las CEBs presentes en muchos países latinoamericanos. Era uno de los grandes teólogos amigo de monseñor Leonidas Proaño y regularmente daba charlas en la Casa de Formación de Santa Cruz de Riobamba. En 1975 el papa Pablo 6° escribía en su famosa Carta encíclica: ?La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización??.
Al nivel social, Nicaragua vivía una guerra de guerrilla apoyada por muchos cristianos y varios sacerdotes. La familia del dictador Somoza poseía las 3/4ª parte de la riqueza del país y sometía a la mayoría de la población a una férrea explotación acompañada de numerosos asesinatos desde 1934. Una organización político-militar, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, se había alzado en armas en 1961 para derribar la dictadura. En muchos países de América Latina organizaciones guerrilleras luchaban contra las dictaduras militares de la época. En Colombia el sacerdote Camilo Torres había ingresado en las filas del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional donde había muerto en 1966.
Todo esto nos permite entender la decisión de Gaspar García Laviana de entrar en la guerrilla contra la dictadura somocista a favor de un cambio real para la mayoría de los nicaragüenses. Había tomado la opción de hacerse guerrillero porque, como él mismo dijo, ?siendo educado para la paz, me sentí obligado a entrar en la guerra que había en aquel país??, haciendo propio tanto el dolor de aquel pueblo que vivía oprimido y reprimido como la decisión de construir un nuevo país al precio de la misma vida. Agarró el fusil para defender a los indefensos que eran violentados sin piedad. Vivió una vida corta, pero la vivió intensamente. Después de su muerte el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, monje, sandinista y poeta, publicó los poemas de Gaspar bajo el título ?Cantos de amor y guerra??. Destacó que están llenos de amor al campesino, las pobres, las prostitutas, como también al paisaje y a la tierra por la cual murió.
El testimonio de Gaspar García Laviana nos provoca a preguntarnos, en estos tiempos terribles para los pobres de nuestro país, los desempleados, los jóvenes sin futuro, las mujeres postergadas: ¿para qué vivimos y por qué causas somos capaces de dar la vida?