Un amigo mío se fue el otro día a comprar un piso con su pareja. Hasta ahora, si me vais siguiendo mes a mes desde 2003 que empezamos a subir juntos esta escalera, el de la vivienda era un tema que había evitado por obvio y por no machacar sobre un tema que todos sabemos lo mal que está, que todos y todas sufrimos y que a todas las personas nos desespera. Pero lo cierto es que un amigo mío, de 27 años fue a comprarse una casa para vivir e independizarse de sus padres.
Con casi 30 años, ya iba siendo hora de salir de casa de papá y mamá e irse a vivir y a compartir sueños con su querida chica. Encontraron un pisito, nada del otro mundo, segunda mano, 60 metros cuadrados, dos dormitorios, cocina americana, salón y baño. Una pequeña terraza-tendedero. Luminoso Un tercero sin ascensor en una ciudad del corredor del Henares, al Este de Madrid. Precio… ¡qué os voy a contar! Os diría que no era caro, pero es que esto del caro y del barato es tan relativo cuando se trata de precios?? Digamos que unos 45 millones de las antiguas pesetas. Ya digo, nada caro para lo que se estila por estos mundos.
Esta pareja, tras darle muchas vueltas a los números había decidido como tantas y tantas otras casarse con un banco para toda la vida (¡ese si que es un vinculo indisoluble!) apretarse el cinturón, tomarse una cervecita menos los fines de semana, sustituir el cine por dvds caseros de los de la manta o de los bajados de Internet, olvidarse de viajar en vacaciones, vamos, lo típico. Mi amigo trabaja como auxiliar administrativo en una empresa, con nómina y contrato indefinido. La chica con la que quiere compartir ilusiones y deudas acaba de empezar a trabajar como técnica de proyectos en una fundación, también con un contrato indefinido tras pasar 6 meses de prueba. Son dos de los que ahora se les llaman mileuristas. Sueldos en el entorno de los 1.000 euros.
Y entonces empezó la peregrinación banco tras banco, caja tras caja: ¿avales? ¿Garantías? ¿seguridad de ingresos continuados durante la vida del préstamo? (os recuerdo, tienen contratos i.n.d.e.f.i.n.i.d.o.s): Unos les ofrecían prestamos en yenes japoneses (verídico); otros les decían que sin dos años de continuidad en un trabajo y menos de dos meses entre puesto y puesto no eran candidatos siquiera que se estudiara su crédito?? el via crucis por el que han tenido que pasar estas dos personas es indigno y en numerosas entidades les han pedido que para ser dignos de crédito debían demostrar ser capaces poco menos que de hacer el pino puente, sin manos, tarareando al vez la marsellesa en versión original y sin desafinar. Recuerdo, ya me lo habréis oído más de una vez decir, que la etimología de la palabra crédito es confiar, creer en el proyecto. Mis amigos, para los bancos y cajas de ahorro no son dignos de confianza., no son creíbles. Les han llamado potenciales mentirosos día tras día en sus narices.
Va siendo hora de que los movimientos sociales nos sacudamos de encima a una banca que, en nombre de sus obras sociales y de su llamada responsabilidad social nos financia proyectos y nos da migajas que nos callan la boca mientras mi amigo, tantos y tantos otros amigos míos, tuyos, nuestros son insultados día tras día por directores de sucursales que aplican las reglas dictadas por los de arriba y que dicen quien en esta sociedad debe ser digno de confianza en términos económicos. ¿Solo el que demuestra tener dinero suficiente? El derecho al crédito es un derecho que debería estar de los primeritos en la lista de los Derechos Humanos. Todo ser humano, toda persona debe tener, por el mero hecho de serlo, derecho a la confianza y al crédito. Es básico. Un banco se anuncia ahora diciendo que hace «Fresh Banking» ¿Cómo lo traducimos? ¿la banca fresca o la frescura de la banca?
P.d.: Desenlace: una caja de ahorros chiquitita y local, sin pretensiones, sin publicidad de esas que prometen ?apoyo a la familia??, ?a los jóvenes?? ,?ser TU banco??, les concedió al final esa confianza. Hoy me han invitado a cenar en su nueva casa.