En navidad celebramos el nacimiento del revolucionario que definió al amor como el motor válido para construir humanidad y el desamor para destruirla. Celebramos con Jesús la lucha por la justicia, contra los burócratas de las iglesias, que en ese momento eran también estado en Israel. Celebramos al hombre, al compañero que desde la clandestinidad movilizó enormes contingentes y entregó la palabra y la vida por la igualdad de hombres y mujeres. Al hombre dios, que nos hizo saber que el pecado original y único, es el egoísmo, el desamor. A este joven que murió torturado a manos del imperio de aquel entonces, de los banqueros (mercaderes del templo) y fariseos que andaban esclavizando y discriminando a los de otras religiones y otros pueblos. A ese muchacho que enseñó que el Samaritano o el Centurión (siendo de otras religiones y otros pueblos) eran igual de hermanos y que tuvo en María y luego en sus compañeras de lucha a mujeres excepcionales (pueden imaginarse a María que corría riesgo de morir lapidada, como aún ocurre, por estar en cinta antes de haberse casado con José), digo a María y esas otras mujeres que de igual a igual compartían el ideal y la lucha a riesgo de morir, por esa fe compleja de amar, también al enemigo.··· Ver noticia ···
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