Evangelio del domingo 17 de Mayo , 6º de Pascua -- José María Castillo, teólogo

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Jn 15, 9-17
?En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: ?Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. ?ste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido ; soy yo quien os ha elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: ?que os améis unos a otros??.

1. Lo que más llama la atención, al leer un texto como éste, es que Jesús, precisamente cuando se estaba despidiendo de sus discípulos y, por tanto, les estaba diciendo lo último que les tenía que decir, les habla de lo que más le gusta oír a cualquier ser humano. Jesús, en efecto, habla de relaciones humanas, concretamente de amor, de alegría, de amistad. Y si les habla de Dios, ni siquiera menciona ese nombre. Jesús les habla del Padre, que le quiere a él. Y que les quiere a ellos, les cuida y las dará lo que le pidan.

2. Pero hay algo más interesante. El criterio de Jesús es que las buenas relaciones humanas son el único medio posible para que sean buenas también nuestras relaciones con lo que llamamos ?lo divino??. Da la impresión, oyendo a Jesús, que lo humano y lo divino está todo tan unido, tan mezclado, tan fundido, tan hecho una sola cosa, que no es posible ni pensar que estamos en buena relación con Jesús o con el Padre, si las relaciones entre nosotros los humanos no están claras, ni son limpias, ni transparentes.

3. Es evidente que Jesús veía la religión de forma muy distinta a como la vemos nosotros. Es más, parece que la religión de Jesús se parecía muy poco a la nuestra. El problema fuerte que hoy tenemos los cristianos no está en que la Iglesia esté en crisis y el laicismo sea cada día más fuerte. El problema está en que nuestra religión ha puesto sus preocupaciones en cosas que ni menciona el Evangelio, mientras que el centro del Evangelio ha quedado desplazado, y está a merced de las manías o intereses de cada cual.