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Fuente: Observatorio eclesial
Jerusalén. Hanna Barag, una mujer israelí que se ha
descrito a sí misma como una » diplomática de derechos humanos» de la organización Machsom Watch, ha pasado décadas observando lo que les sucede a los palestinos en los puestos de control y, en una palabra, es «deshumanizante», dice.
Machsom Watch fue fundada en enero de 2001 por tres
mujeres judías de Jerusalén que vieron puestos de con-
trol militares alrededor de Jerusalén y Cisjordania y de-
cidieron hacer algo al respecto. Ahora con 88 años, Ba-
rag lucha por los derechos humanos con tanta energía
como siempre.
Durante los últimos cinco a diez años, ha notado gran-
des cambios en los puntos de control: ya no hay largas
filas de personas. De hecho, vienen miles de personas,
cruzan rápido y todo el proceso está informatizado.
?Los palestinos usan una tarjeta magnética para cruzar
el puesto de control y la puerta se abre?, describe Ba-
rag. ?Si la fila es demasiado larga, muchos palestinos
optan por volver a casa?.
Los retenes digitalizados se han convertido en una herramienta tristemente eficiente para visibilizar las violaciones a los derechos humanos.
Injusticia digital
?El sistema es computarizado, deshumanizante y rígido,
y hace la vida mucho más complicada?, explica Barag.
?Se necesita algo más, una nueva realidad donde los
palestinos sean libres?.
Reflejando una época en la que se utiliza la inteligencia
artificial para invadir la vida de las personas, los siste-
mas informáticos utilizados en los puestos de control
parecen saberlo todo sobre cualquier palestino que in-
tente cruzar, en sí mismo una forma de injusticia y
opresión digital.
?El ejército israelí te dirá: mira lo que hemos hecho para
facilitar la vida de los palestinos, pero en realidad, el
sistema es mucho más difícil y complicado, pero no
puedes verlo?, dice Barag. ?Hay más de 100 tipos de
permisos.?
Las personas que quieren un permiso de trabajo deben
tener cierta edad y estar casadas. El permiso puede ser
denegado si alguien tiene un familiar con antecedentes
de seguridad. Y hay muchas otras condiciones en la lis-
ta.
?Las reglas se aplican de manera diferente si solicita un
permiso de salud?, dice Barag. ?No puede usar su per-
miso de trabajo para acompañar a un familiar al hospi-
tal, y si solicita un permiso médico, debe renunciar al
permiso de trabajo?.
Además, agregó, no hay copias impresas de los permi-
sos, por lo que los palestinos deben mostrar los permi-
sos en su teléfono inteligente o mediante tarjetas mag-
néticas. ?Muchas personas se sienten perdidas y no
saben cómo usar el sistema?, dice Barag, y los puestos
de control cierran para los palestinos de Cisjordania en-
tre las 11 de la noche y las 4 de la mañana.
?Los soldados no tienen derecho a hacer cambios, y si
tratamos de llamar a las personas responsables, por lo
general no responden?, dice Barag.
Recuerda haber visto a un niño pequeño en el Check-
point 300, entre Jerusalén y Belén. ?Había perdido un
ojo y quería ir a Jerusalén por razones médicas?, dice
Barag. A él y a su familiar se les negó la entrada por un
problema con sus papeles.
Como parecían confundidos, Barag los ayudó en el acto
y pudieron entrar a Jerusalén. Pero, ¿y si ella no hubie-
ra estado allí ese día?
No hagas la ocupación más fácil
?Como defensores de los derechos humanos, debemos
hacer algo con respecto a este inhumano sistema de
control?, dice. ?No queremos facilitar la situación?.
Se da cuenta de que esto parece una contradicción, pe-
ro lo que está diciendo es que la ocupación no debería
volverse más fácil de administrar porque los humanos
son cada vez menos visibles en el proceso. ?No abra-
mos el espacio para que los soldados operen una má-
quina, una que es burocrática, y donde las puertas se
abren y cierran de forma remota?, dice. ?No queremos
hacer más apetecible la ocupación; queremos ver el fin
de la ocupación?.
Barag y sus colegas de Machsom Watch no quieren al-
gún tipo de » término medio». Quieren ver una nueva
realidad por completo. ?Claro, ayudamos a muchos pa-
lestinos?, dice ella. ?Trabajamos a pedido y enviamos
los documentos a las autoridades israelíes?.
Aproximadamente el 70% de los casos en los que
Machsom Watch ayuda terminan con el » rechazo de
seguridad» eliminado y las personas pueden obtener
permisos. ?Nuestras mujeres saben qué papeles se ne-
cesitan, pero ahora veo que el proceso se vuelve más
estricto debido a la llegada del nuevo gobierno a Israel?,
dice. ?Estamos tratando de poner fin a la dependencia
palestina de Israel?.
Por ejemplo, no hay necesidad de que los palestinos
vayan a los hospitales israelíes. ?Sin embargo, Israel lo
hace porque es una forma de control?, dice Barag. ?Los
palestinos tienen excelentes médicos, pero no se les
permite administrar su propio sistema independiente-
mente de Israel?.
El sistema de permisos actual está diseñado como una
herramienta poderosa y opresiva para mantener a la
gente bajo control. ?No queremos mejorar el sistema de
permisos?, dice Barag.
Fundada en valores
Mientras mira la historia de Machsom Watch, y su tra-
bajo actual, ve un grupo de mujeres que no quieren ser
parte de una cultura militarista. ?La mayoría de nosotras
hemos servido en el ejército, y algunas de las mujeres
eran oficiales?, dice ella. ?Queremos abordar el conflicto
desde una perspectiva feminista, es decir, hacer algo al
respecto porque somos mujeres?.
Barag y los demás están comprometidos con nuestros
valores, y si alguien quiere donar para construir asen-
tamientos, no puede unirse. ?No hay dinero de por me-
dio; lo hacemos por nuestro sistema de valores?, dice
ella. ?Lo hacemos porque somos mujeres israelíes que
queremos hacer la vida más llevadera tanto para los
palestinos como para los israelíes?.
Barag ha ayudado a capacitar a acompañantes ecumé-
nicos que participan en el Programa de Acompaña-
miento Ecuménico del Consejo Mundial de Iglesias en
Palestina e Israel. ?Cuando hablo con los
acompañantes ecuménicos, les explico el sistema y lo que están a punto de ver?, dice. ?Creo que nuestra misión es
ejercer presión diplomática?.
Ve salir a los Acompañantes Ecuménicos con los niños
que quieren llegar sanos y salvos a sus escuelas. ?La
presión externa de los Acompañantes Ecuménicos es
muy importante?, dice ella. ?Claro, estamos operando
en un sistema ilógico?.
Barag cree que todos debemos generar conciencia sobre las herramientas utilizadas por Israel para controlar
la vida de las personas. ?Estamos lidiando con una tris-
te realidad, cuando el ejército sabe todo sobre ti?, dice
ella. ?Incluso si obtiene un permiso, es posible que lo
devuelvan en el puesto de control por razones desconocidas?.
Las regulaciones están en hebreo, y es complicado,
agregó. ?Es todo un sistema de control, e incluso yo,
después de todos esos años, a veces me siento sor-
prendida?, dice. ?Los Acompañantes Ecuménicos vie-
nen por tres meses y con buenas intenciones: quieren
hacer algo con la situación aquí?.
Está agradecida con los Acompañantes Ecuménicos
por dejar atrás sus buenas vidas y por estar lejos de
sus familias y amigos para poder convertirse en testigos
de una situación difícil. ?Admiro a los Acompañantes
Ecuménicos?, dice. ?Cuando van con los pastores que
no hablan hebreo y se encuentran con un colono, su
presencia ayuda a proteger a los pastores?.
Sobre todo, Barag quiere decirle al mundo: poner fin a
la ocupación y restringir las acciones de Israel contra
los palestinos.
?Quiero que el mundo sepa más sobre las condiciones
de vida de los palestinos y el sistema de control al que
están sujetos?, dice. ?Hay muchos jóvenes israelíes, en
Tel Aviv y en otros lugares, de entre 30 y 50 años, que
están en contra de la ocupación, pero están ocupados
criando a sus hijos y pagando hipotecas. En Machsom
Watch, la edad promedio es de 70 años, por lo que tenemos tiempo para hacerlo?.
(oikoumene.org) 09/02/202