Vistas las reacciónes desaforadas ( y desatinadas ) de un ministro del Interior que desea recuperar el concepto de » la calle es mía» de su amado Fraga y darle tratamiento policial a los conflictos sociales que están generando la gestión de la crisis con óptica de oligarcas;
del ministro de Justicia,tan veloz para proponer leyes ultraclericales como para mandar a la Fiscalía contra los jornaleros o las de los partidos del turnismo juancarlista que se rasgan las vestiduras representando el papel de vírgenes pudorosas por el » ataque a la propiedad privada», ante el simbólico acto protagonizado or el SAT de llenar varios carritos con alimentos básicos para llevarlos a instituciones sociales, parecería que en este país sólo es delito gritar, como han hecho los trabajadores andaluces con una acción pacífica y política que » el sistema capitalista vigente está desnudo pues sólo le interesan sus beneficios sin importarle el daño, sufrimiento y necesidad que provoca».
Desde hace años la ciudadanía contempla atónita los millones robados en Gurtel, ERES y demás casos de corrupción, está viviendo el expolio al que se somete a la Enseñanza, Sanidad, Servicios sociales públicos y resto de sectores que deberían servir para hacer una sociedad más justa y equilibrada.
Desde hace años hemos visto crecer exponencialmente el dinero que se le da a los bancos y todos debemos pagar aunque no tengamos nada que ver con el desatino.
Desde hace meses a los funcionarios se les está robando ( con legalidad y alevosía ) mediante el sistema de tirón conocido como «bajada de sueldo» y a todos los trabajadores con los hurtos a mano armada tipo » reforma laboral, pensionazo, contratos sin derechos…»
Contemplamos estupefactos cacerías, urdangarinadas, bajada de impuestos directos a los más ricos, subidas astronómicas de impuestos indirectos, no tributación del patrimonio, mantenimiento de privilegios a la jerarquía eclesiástica… y miles de situaciones igual de bochornosas.
En ninguno de los ejemplos mencionados en este escrito, ni en las decenas más que cualquiera de vosotros podríais poner sobre la mesa, hemos visto una celeridad de reacción como en el caso » carritos».
Si la acción político -social de carácter simbólico llevada a cabo por el SAT es un delito, debería de ponerse entonces en la lista de los cometidos estos años, ocupando el lugar que le corresponde por su cuantía y empezar a resolver las decenas de miles de delitos que están antes y que sí nos han afectado a todos los españoles hasta llevarnos a la actual situación.
Pese a la tentación de querer convertir a Juan Manuel Sánchez Gordillo, a Diego Cañamero y resto de compañeros en chivos expiatorios y de las ganas que » hunos» y otros tengan de hacer vudú con figuras que incomodan, pues cuando mueven el agua del estanque hispano esta huele a podrido, la Justicia debería de seguir siendo tuerta ( ciega no es, nunca cae sobre el poderoso) pero no tonta.
Y no magnificar lo que sólo ha sido un toque de atención sobre lo que realmente está pasando y puede pasar de forma más aguda en nuestro país: que un importante sector de la clase obrera, esquilmado y desprovisto de ayuda pase hambre.
Y si esto ocurre, se ha roto -por parte de los acumuladores – el contrato social.
Dos pequeñas reflexiones para finalizar: meses antes de la acción del SAT, leí unas declaraciones del dueño de Mercadona que me hicieron dejar de comprar en ese supermercado. Como sólo nos dejan derechos de consumidores mientras nos merman los de ciudadanos, deberíamos pasar a la fase activa y boicotear aquellas cadenas o tiendas insolidarias.
La segunda: los carritos valen mucho menos que un traje de Camps y todo el PP salió en tromba a defender su inocencia.¿Vamos a cuestionar nosotros la de los compañeros del SAT?