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Desigualdad creciente y programada
La precariedad laboral nos rodea. Es un ?regalo?? de esta etapa que estamos pasando llamada ?crisis??, pero las crisis tienen una connotación de temporalidad, se pasan. ¿Se nos pasarán las consecuencias sociales que ha aportado esta ?crisis??? Esto es lo que se duda, pasarán sus tormentas pero quedaran sus desastres.
El Presidente del BBVA dijo que ?la reforma laboral que ha emprendido este Gobierno bajo el liderazgo de la Ministra ha sido ejemplar y hoy se puede decir que España es el país de Europa que tiene mejores condiciones laborales para crecer, para crear empleo y para crear riqueza??. Lo que hace pensar que, si eso es cierto, las condiciones creadas se mantendrán. Claro, eso lo dice una persona que cobró ?2,8 millones de euros en el primer semestre del año pasado (lo que significa un sueldo de 15.470 euros al día) según información remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por la entidad y recogida por Europa Press??.
Desde esas alturas salariales, no es fácil percibir que el salario medio mensual (en términos brutos) fue de 1.881 euros en el año 2014 (tan solo un 0,65% superior al de 2013), ni que el 70% de los españoles ganaron menos de 2.173 euros brutos mensuales, según el estudio de salarios que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).
No es solo un desfase del alto cargo del BBVA, ocurre algo parecido en los directivos de las empresas del Ibex 35. En 2013, su salario medio de las personas mejor pagadas suponía 75 veces el gasto medio por empleado de esas mismas compañías; en 2014, la desigualdad se disparó hasta las 104 veces. El sueldo medio de los consejeros de los grupos cotizados en 2014 se situó en un 17,5% más que el año anterior, según un estudio elaborado por EL PAÍS a partir de los datos registrados en la CNMV (en las empresas del Ibex un 24,1% más). Mientras que el gasto medio por empleado ?incluyendo el sueldo, las cargas asociadas a la Seguridad Social y otros gastos laborales? del conjunto de las cotizadas es un 0,64% menos que el año anterior. El resumen de esta divergencia retributiva es que los consejeros de las cotizadas ganaron de media 8,72 veces más que sus trabajadores, mientras que el desfase salarial entre las plantillas y los altos directivos fue de 13,9 veces.
Y qué decir de los ?minijobs????? ?Se trata de contratos de muy baja remuneración (de entre 400 y 450 euros al mes), un máximo de 15 horas de trabajo semanales y con costes laborales mínimos. Una fórmula de trabajo a tiempo parcial que ya usan más de siete millones de alemanes y que España empieza a mirar con buenos ojos?? Justamente ahora que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recomendado a España reducir salarios…??Cualquier fórmula es mejor que estar parado??, opinaba la patronal?? (agosto, 2013).
Esta situación, que genera las mejores ?condiciones laborales para crecer, para crear empleo y para crear riqueza??, citando al Presidente del BBVA, nos conduce a un entorno donde los más ricos, en España, durante el periodo de la crisis (2007-2011) tan solo sufrieron una caída de ingresos del 1,4% mientras que el 10% más pobre perdió el 12,9% de sus ingresos, según la OCDE, lo que convierte a España en ?el segundo país más desigual de Europa, tan solo por detrás de Letonia. Y es también el país en el que el sistema fiscal (con las políticas de ingresos y gastos) es menos efectivo en la reducción de la desigualdad. Mientras el 1% más rico de la población española concentra más riqueza que el 70% más pobre, la dirección de las políticas actuales refuerza esta concentración de riqueza en manos de unos pocos en lugar de buscar una mayor redistribución y equidad… El 1% más rico tendrá más que el resto de la población mundial en 2016???? según Oxfam. Incluso se incrementará la diferencia, pues el sistema está diseñado para que provoque estas consecuencias.
Evidentemente, son condiciones óptimas para algunos y pésimas para otros. El problema es que esos otros son los más. Y es ahí donde reside la complicación. Incluso se ha inaugurado un nuevo concepto, el de ?trabajador pobre??, referido a quien tiene trabajo pero su salario no le permite salir de la pobreza. Casi uno de cada cuatro trabajadores españoles son «pobres», según un informe de laOIT. Es un trabajador dentro del mercado de trabajo, no está al margen, pero su sueldo es insuficiente para llevar una vida digna, carece de la protección del derecho laboral y del derecho social. El sistema laboral ha integrado una situación ?antisistema??, pues va contra sus propias normas, las que tenía y que ahora se están disolviendo. Qué paradoja!
Son datos que nos llevan a pensar que las cosas han cambiado de forma sustancial. Con la excusa de la crisis, se ha disminuido la línea de gasto que mayor volumen ocupaba en la cuenta de explotación de las empresas (los gastos de personal) para hacernos creer que solo de este modo (precarizando del empleo) la economía entrará en la ?senda de la recuperación?? (qué expresión!). Lo que asienta la burda afirmación de que ?hay que trabajar más pero cobrar menos??.
El precariado
Todo ello apunta a que las cosas están muy bien como están y que tenemos ?las mejores condiciones laborales para crecer, para crear empleo, para crear riqueza??. Quienes defienden este principio no aprecian como problema la brecha salarial y laboral. Por ello, los de ?abajo?? se han impregnado de una precariedad de la que no será fácil despegarse.
Pero qué es ser precario? Andreu Missé (Alternativas económicas, Nº 33) dice que ?el economista británico Guy Standing ha acuñado el concepto de precariado para referirse a los nuevos trabajadores con empleos inestables, de calidad inferior a su educación, salarios ínfimos, sin derechos sociales, ni pensiones ni vacaciones pagadas. España es un triste ejemplo de esta realidad. En los últimos años se han generalizado los salarios de 300 o 400 euros por media jornada teórica, pero en la práctica es completa en muchos casos??. Se ha calificado a esta situación como ?la nueva esclavitud del siglo XXI??.Esta esclavitud es la que ha venido para quedarse.
Joaquín Estefanía, en su reciente libro ?Estos años Bárbaros?? (Galaxia Gutenberg), dice que el precariado (término que une el sustantivo ?proletario?? y el adjetivo ?precario??) es un resultado directo de la Gran Recesión (calificativo que usa para denominar a esta crisis que vivimos). ?Es quedar anclado en un estatus que no ofrece la posibilidad de una carrera profesional, ningún sentido de identidad ocupacional segura y pocos derechos, si es que hay alguno, a las prestaciones sociales que varias generaciones de quienes se veían a sí mismos como pertenecientes al proletariado industrial?? habían llegado a considerar como un derecho adquirido y con imposibilidad de marcha atrás?? Es un proceso que se define por el cortoplacismo??. Es un proceso regresivo (destructivo?) del estado del bienestar.
Zygmunt Bauman (?Ceguera Moral??, Paidós) dice que el precariado rompe los lazos de clase social y, por ello, diluye la solidaridad entre quienes sufren esta situación: ?todos los precarios sufren y cada cual sufre solo??. Además, está disolviendo lo que hasta ahora se había pensado como clase media, pues la precariedad es una amenaza potencial para todos los que se mueven en el mercado de trabajo. ?Lo que une al precariado, integrando a ese conjunto extremadamente variado un una categoría cohesiva, es la condición de extrema desintegración, pulverización y atomización??Todos nosotros, o al menos el 99% de nosotros (como insisten en afirmar los ocupantes de Wall Street) somos ahora precarios??.
Joaquín Estefanía sigue diciendo que ?la única conciencia de un grupo formado por, al menos, cientos de millones de personas en todo el planeta es la inseguridad económica, un grupo que aún no ha despertado como tal y en el que se detecta mucha cólera y bastante ansiedad. De las mismas no ha brotado por ahora ninguna revolución?? No hay todavía una indignación eficaz?? En este sentido, dice Standing, el precariado es todavía una clase peligrosa que está creciendo??.
Alternativas
No será, pues, el sistema que ha provocado esta situación el que lo corrija. Los defensores del neoliberalismo, generador de políticas ?austericidas??, no son capaces de ver que si todos ganan también ganarán ellos. El que fue presidente del Banco Mundial lo advertía: ?Debemos ir más allá de la estabilidad financiera. Debemos abordar los problemas del crecimiento con equidad a largo plazo, base de la prosperidad y del progreso humano. Debemos prestar atención a los cambios institucionales y estructurales necesarios para la recuperación económica y el desarrollo sostenible. Si no logramos una mayor equidad y justicia social, no habrá estabilidad política. Y sin estabilidad política, por muchos recursos que consigamos acumular para programas económicos, no habría estabilidad financiera??. (Wolfenson, Presidente del Banco Mundial, 1998. Citado por Kliksberg, B., Más ética más desarrollo, Temas, Buenos Aires, 2004, 3ª edición).
Por cierto, también la Iglesia debe tomar postura ante este problema, salvo que su olvidadizo comportamiento haya echado a la papelera de la memoria lo que dijo en el Concilio Vaticano II, definiendo el nuevo catecismo y, especialmente, al hablar del séptimo mandamiento (no hurtar): ?2409. Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así?? defraudar en el ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos (cf Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas (cf Am 8, 4-6). Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación??.
La Iglesia debe repasar su doctrina social y sus convicciones tantas veces declaradas verbalmente (solo verbalmente?) a favor de quienes sufren el desajuste social. El papa Francisco lo viene a recordar al identificar la desigualdad como el mayor desafío económico de nuestro tiempo y señala la responsabilidad de los poderes del Estado para afrontarlo:?Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común????(Evangelii Gaudium, nº 56). Y denuncia el relativismo práctico de los que dicen: ?Dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables?? (Laudato si, 123)
Y los obispos españoles, en su reciente Instrucción Pastoral ?Iglesia, servidora de los pobres?? ( Abril–2015) presentan su diagnóstico de la crisis en nuestro país: ?La pobreza y la desigualdad no son consecuencia de un fatalismo inexorable; detrás de ella hay mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos. Un enfrentamiento lúcido y eficaz contra la pobreza exige indagar cuáles son las causas y los mecanismos que la originan y la consolidan?? (nº 19) ?Son responsabilidades de la comunidad política: La reducción de las desigualdades?? (nº 22)?? ?hacer realidad los derechos sociales: el derecho al trabajo digno -?cualquier política económica debe estar al servicio del trabajo digno??- a una vivienda adecuada, al cuidado de la salud, a una educación en igualdad y libertad. Es precisa la implantación de un sistema fiscal eficiente y equitativo » (nº 28)
Tan solo será la recomposición de una solidaridad social, reactiva en casos evidentes de desastres sociales pero demasiado silenciosa en temas ya estructurales del colectivo socia, podría ser un motor imprescindible para que la presión social fuerce a los gobiernos olvidadizos de la cohesión social a atender estas demandas por encima del interés de los grupos económicos. Los políticos han de asumir sus compromisos ?cacareados?? en las promesas electorales y la sociedad ha de velar para que la economía no asuma el asiento de la política. Solo este despertar social podrá ayudar a recomponer los desgarros creados. El precariado ha venido para quedarse, salvo que se despierten lazos de solidaridad en la base social y se fuerce un cambio, aunque surgirán fuertes resistencias por parte de quienes están cómodamente asentados en el sistema. Pero la experiencia, y la historia, dicen que sólo así se ha movido la sociedad.
– mdecastrosanz@gmail.com –
(Conversaciones en Frontera)