Existen bancos en los que el dinero, realmente, no importa. Lugares donde afirmar que ?lo importante son las personas?? va más allá de un eslogan publicitario. Entidades en las que no hay billetes ni cajeros automáticos, sino que la moneda de cambio son las horas y el valor viene dado por las cualidades y destrezas de cada una de las personas que participan. Son los bancos del tiempo…
Se trata de redes de personas de un mismo barrio, pueblo o ciudad que se organizan para intercambiar trabajos y servicios, tanto profesionales como de la vida cotidiana. En ellos se puede ofrecer o demandar cualquier tarea que uno pueda imaginar, desde clases de inglés a bricolaje casero, pasando por asesoramiento informático, enseñanza de recetas de cocina o algo tan básico como hacerse compañía y dar conversación. La moneda de cambio en estos peculiares ?bancos?? es la hora, sin importar del servicio que se ofrezca o se reciba. Todas las tareas tienen el mismo valor porque todo vale el tiempo que se tarda en hacerlo.
Tal y como lo describe una de las iniciadoras de este movimiento en EE.UU., Ana Miyares, ?la economía monetaria de las corporaciones, de las compañías privadas y del gobierno trabaja sobre la base de contratos, especializaciones y acuerdos, pero hay otra economía ?que es ?invisible? y que se pasa por alto? que resulta de las familias, los vecindarios y las comunidades, y opera bajo principios diferentes: la solidaridad, la lealtad, el amor y la ayuda??.
La persona, en el centro
Esta iniciativa comenzó a fraguarse en Italia y los países anglosajones en los años 80, pero también está presente desde hace más de una década en nuestro país. En la actualidad funcionan más de 300 bancos del tiempo repartidos por todo el Estado español, con autonomías pioneras como Cataluña, donde la red de entidades de este tipo está muy desarrollada.
Una de las entidades que más trabajan en este campo es la Asociación Salud y Familia, que funciona desde 1998 en la creación, soporte y asesoramiento de bancos del tiempo. ?El principal objetivo es hacer que las personas se conozcan entre ellas, promover encuentros, pequeños talleres que pueden ofrecer los usuarios??, explica la coordinadora de bancos del tiempo de esta organización, Josefina Altes. La persona se convierte en el centro del proyecto, ?relacionarse en vivo y en directo aumenta el clima de confianza para luego poder pedir favores con tranquilidad, sin barreras y sin las limitaciones que nos ponemos a nosotros mismos??.
Poder terapéutico
La dimensión humana es una de las claves en los bancos del tiempo, lo que les convierte en una herramienta muy valiosa para la integración social. ?Es un proyecto de personas para las personas, sin color político, sin una línea ideológica??, afirma Altes con entusiasmo, una iniciativa abierta ?en esta sociedad que se está replanteando una nueva forma de economía??.
Por este motivo, los bancos del tiempo ?nacen, a menudo, vinculados a todo tipo de proyectos??, como terapia de apoyo a enfermos o discapacitados, como herramienta para la integración de la población inmigrante recién llegada, para el trabajo con jóvenes en riesgo de exclusión social?? Las personas encuentran una red de apoyo en la son valoradas, sean cuales sean sus capacidades. Se refuerza la idea de reciprocidad a través del principio básico de que cada ser humano puede contribuir y construir en la sociedad. De esa manera, todos se sienten miembros útiles de una comunidad.
Esta red de soporte se hace posible, en la mayor parte de los casos, gracias a convenios con los ayuntamientos y administraciones públicas ?se pueden vincular a muy diversas concejalías como las de cultura, mujer o medioambiente??, explica la coordinadora de Salud y Familia. En los últimos años también se han utilizado como herramienta para trabajar por la equidad de género, así como para facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar.
?Cadena de favores?? virtual
Las nuevas tecnologías han permitido que los bancos del tiempo den el salto también a Internet. El intercambio de tareas y apoyo ya no se limita al barrio o la ciudad sino que adquiere dimensiones globales. Desde esa perspectiva, fue fundada hace dos años la plataforma Kronoos, de la mano de los jóvenes Jesús Hurtado y Miguel Delgado. ?La idea surgió a partir de la película ?Cadena de favores? que nos hizo pensar cómo cambiaría el mundo si nos ayudáramos los unos a los otros??, cuentan estos dos emprendedores. ?Encontramos que la fórmula que más se parecía a lo que queríamos era un banco del tiempo, que al final es una cadena de favores con una unidad monetaria que son las horas??.
Desde que comenzó el proyecto Kronoos se han registrado cerca de 7.000 personas, con un modelo similar al de una red social, lo que ha permitido que se realicen casi 150.000 intercambios de tiempo. ?El reto es poner en contacto a gente que puede que viva cerca o no??, explican los promotores. Al tratarse de una plataforma virtual, hay trabajos que es difícil intercambiar; ?pero hay muchísimos servicios que no se necesita que sean presenciales, por ejemplo echar las cartas del tarot, hacer traducciones, dar clases de inglés y conversación, asistencia en coaching o psicología??.
Además, la web cuenta con una aplicación que permite encontrar personas que vivan en el mismo barrio, crear grupos de intercambio con personas más próximas ?ya sea en cuanto a ubicación o intereses?. Esto hace posible ofrecer servicios en la línea de los bancos del tiempo tradicionales, como ayuda doméstica, masajes o clases presenciales.
Los creadores de Kronoos se muestran entusiastas ante el potencial que tiene este tipo de herramientas para ofrecer alternativas a la crisis, transformar el sistema y construir un mundo distinto ?si millones de personas pudieran utilizar sus habilidades para dar y recibir servicios estaríamos hablando de un sistema monetario diferente??. Una iniciativa con grandes dosis de utopía, pero que ya es una realidad cotidiana para miles de personas.
Más información
– Web de Salud y Familia
– Web de Kroonos