Enviado a la página web de Redes Cristianas
Vivir el Reino de Dios en la tierra ha sido el sueño de muchas generaciones de creyentes.
Y la Biblia está llena de esta esperanza e ilusiones. Desde las referencias al Día del Señor, pasando por la ilusión de Jeremías y por la Segunda fase de la Historia humana del Segundo Isaías, siempre se ha pensado que este mundo iba «tan mal», que no podía ser, y que UN DÍA Dios bajaría y lo pondría todo en orden (y… a partir de aquel día, todo sería diferente).
Veámoslo: El Día del Señor. Esta expresión se encuentra en pasajes como Isaías 2:12, 13:6, 9; Ezequiel 13:5, 30:3; Joel 1:15, 2:1, 11, 31, 3:14; Amós 5:18, 20; Abdías 15; Sofonías 1:7, 14; Zacarías 14:1; Malaquías 4:5.
Jeremías (siglo VII a. C.) dice textualmente: ?Vienen días, lo digo yo, el Señor, en que pactaré una alianza nueva con la casa de Israel y con la casa de Judá. No será como la alianza que pacté con sus padres, cuando los cogí de la mano para hacerlos salir del país de Egipto. (??)
La alianza que yo pactaré con la casa de Israel después de aquellos días será esta: Pondré mi ley en su interior, la escribiré en su corazón. Entonces yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Lo digo yo, el Señor.?? (Jr 31: 31-34). No se ha sabido nunca nada de ello.
El Segundo Isaías (siglo VI. a. C.) dice:
?Pero ahora el Señor nos dice esto: No recordéis más los hechos pasados, no penséis en las gestas antiguas. Haré una nueva gesta, que ya empieza a despuntar. No os dais cuenta??? (Is 43: 18-19) Tampo se ha sabido nunca nada de ese proyecto.
Y, en este sentido, lo más normal es pensar que el sueño de la Segunda Venida de Cristo es una fase más, y un poco diferente, de la misma esperanza que se había tenido siempre.
La actitud irresponsable de Mateo, Marcos y Lucas de poner en boca de Jesús la explicación de la destrucción del templo, equiparándola un poco a una posible destrucción del mundo, siguiendo la moda literaria de describir las cosas en forma tremendista (para impresionar más a la gente, y así hacerla seguir), forma literaria histórico-religiosa llamada también apocalíptica, esta actitud la tendríamos que tomar como una de tantas salidas de tono bíblicas, y no hacerle caso.
¿Cómo podríamos pensar el Reino de Dios en comparación en el mundo de hoy??? Nosotros diríamos que con aproximaciones…
Pensamos esto: hoy, el mundo, concretémoslo en Catalunya, está lejísimo de las formas, aspiraciones, principios del R de Dios.
Pero… no sé si mucha gente se ha ido fijando: antes del año 2017, estaba un poco, según como uno se lo mire un buen trozo, más lejos, todavía.
¿Por qué este año mencionado? Este año se aprobó en el Parlament la Renda Garantida de Ciutadania (derecho de personas sin recursos, o demasiado pocos, a recibir de la sociedad una cantidad variable según la composición familiar).
Antes de este año, las personas que no tenían un sueldo, solo podían tener el Seguro de Paro, pero dependía de si, y cuánto, habías trabajado, y de si, y cuánto, habías cotizado. En general, y en los casos en que se cobraba, duraba muy poco. Pocos años después, el Gobierno central aprobó el Ingreso Mínimo Vital.
Hoy, Catalunya y España están «algo menos lejos» del Reino de Dios. No nos atrevemos a decir ?más cerca??, pero sí ?menos lejos??.
Y es así, de este modo, que lo tenemos que pensar. O, ¿cómo lo tenemos que imaginar, el R de Dios?, como una colectividad donde todo el mundo tenga lo que necesita, esto en primer término, o como un espectáculo lumínico-amoroso en torno a la imagen divina?
¡Cambiemos, por favor, de objetivo!!!
Y hay bastante más. Estos últimos años (entre 5 y 10), cada vez que se ha aprobado una ley (o disposición de cualquier tipo) que ha mejorado la situación de las mujeres (sea económica, cultural o de representación) se ha hecho un poco más pequeña la distancia entre el Reino de Dios y nuestra sociedad. Y decimos igualmente de cada vez que se han reconocido más los derechos de las minorías afectivo-sexuales. O de los inmigrantes llamados ?irregulares??.
Podemos afirmar, y afirmamos, que, en unos 10 años, la distancia (enorme) entre nuestra sociedad y el Reino de Dios se ha empequeñecido un poco, cosa nada despreciable.
También es verdad que cada guerra, se dispute donde se dispute, tiene el efecto contrario. Pero una cosa no desmerece la otra.
Dejemos ahora de soñar en Segundas Venidas, que, con casi toda seguridad, no vendrán nunca.