El Papa visitó víctimas de abuso: los responsables «rendirán cuentas»

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Papa Francisco7Hoy es el último día de la histórica visita del papa Francisco en Estados Unidos. Se reunió con obispos de todo el mundo, contó que mantuvo un encuentro con víctimas de abusos sexuales y más tarde se reúne con reclusos del Instituto Correccional Curran-Fromhold de Filadelfia.
El papa Francisco se reunió hoy en Filadelfia con víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia, según anunció el mismo pontífice, quien dijo que todos los responsables de esos crímenes «rendirán cuentas».

«Los crímenes, los pecados de los abusos sexuales a menores no pueden ser mantenidos en secreto durante más tiempo», dijo el Papa al comienzo de un encuentro que mantiene en esta ciudad estadounidense con obispos.»

Acabo de reunirme con un grupo de personas abusadas de niños que son ayudadas y acompañadas aquí en Filadelfia con un especial cariño por el arzobispo (de Filadelfia) monseñor (Charles) Chaput y nos pareció que tenía que comunicar esto a ustedes», anunció.

«Lo llevo grabado en el corazón», dijo Jorge Mario Bergoglio sobre el «sufrimiento de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes» y añadió que le abruma «la vergüenza por personas que tenían a su cuidado a esos pequeños a quienes les causaron graves daños». «Lo lamento profundamente, Dios llora», exclamó. «Ustedes, ellos, los supervivientes de abusos se han convertido en verdaderos heraldos de esperanza y ministros de misericordia; humildemente les debemos a cada uno de ellos y a sus familias nuestra gratitud» por sus actitudes en este asunto, dijo.

El papa Francisco concluirá hoy su viaje a Estados Unidos con la participación en la clausura del VIII Encuentro Mundial de las Familias antes de abandonar Filadelfia con destino a Roma.

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Los desposeídos del Papa

Pablo Pardo
Francisco se reúne en Filadelfia con refugiados y ‘sin papeles’
Los Sargi: ‘Trate que la guerra de Siria se acabe lo antes posible’
Dina López: ‘No habrá más familias rotas’
Son los bienaventurados de Francisco, los que tienen hambre y sed de justicia, los que lloran, los pobres de espíritu, los que, 2.000 años después del Sermón de la Montaña, han cruzado el mundo para ver al Papa a Washington, Nueva York y Filadelfia. Hoy, el Obispo de Roma se reúne con unas docenas de ellos: cinco familias de Siria, Cuba, Vietnam, Congo y Francia. A todas ellas les va a dar una copia dedicada del Evangelio de San Lucas, además de varios miles de ejemplares de ese texto para que los lleven de regreso a sus países.

Entre ellos está Riad Sargi, un ingeniero de 50 años, y con su esposa, que es médico, y sus tres hijos: la mayor, Leila, y los pequeños, los gemelos Elías y Michael. Los cinco llegaron el sábado de Damasco. Y al terror de Damasco regresan el fin de semana. Allí les espera la guerra. Una guerra que es una realidad muy presente para los Sargi. «De vez en cuando bombardean el barrio. Mi tía perdió su casa en un bombardeo. Un familiar murió por fuego de mortero. Un buen amigo perdió una pierna, también por fuego de mortero», explicaba Riad a EL MUNDO el viernes por teléfono.

Los Sargi le van a pedir al Papa «que trate de que esta guerra se acabe lo antes posible», decía el cabeza de familia, que insistía en que él no se va a ir de Siria. «Ningún sirio de ninguna religión debe irse del país. Y los cristianos, tampoco. Nuestras raíces están en Siria, y Siria es el país de San Pablo», recalcaba. La Iglesia Católica anunció el viernes en Filadelfia que quiere obtener 2 millones de dólares (1,8 millones de euros) en donaciones para suministrar material de calefacción para 6.000 familias sirias. No se hará distinción de religión entre los beneficiarios porque, en palabras de Sargi, «todas las comunidades estamos sufriendo por igual en la guerra. Por lo que yo sé y yo veo, los cristianos no estamos siendo blanco de más ataques que otros».

La presencia de personas como los Sargi da un cierto toque trágico al Encuentro Mundial de las Familias, que se celebra este fin de semana con la presencia de Francisco en Filadelfia. Claro que, a pesar de su tremenda popularidad, no todos los católicos están satisfecho al 100 por ciento con el Papa.

Un ejemplo: Raad, un cristiano de origen iraquí que estaba en las escaleras que llevan a Madison Square Garden esperando para entrar en la misa que iba a dar el Papa ante 20.000 personas el jueves por la noche. Y, aunque se sentía emocionado, echaba de menos más de contundencia por el Pontífice al denunciar la situación en su país y en Siria.

«El Papa tiene razón cuando habla de los derechos de los pobres y de los inmigrantes, pero cuando menciona la libertad religiosa lo hace de forma un poco oblicua. En mi país los cristianos están siendo cazados como bestias, exterminados. En Siria, también. El último Papa que procedió de fuera de Europa antes de Francisco fue Gregorio III. Fue hace 1.272 años. ¿Y sabe de dónde era? De Siria», concluía.

El mensaje de Francisco tiene muchos ángulos, y mucha gente se ve reflejada en él. Ahora, con esta visita, numerosas organizaciones de todo tipo han llevado a personas-en general, pero no siempre, católicas-a seguir al Papa, para tratar de hacer progresar su agenda.

?se era el caso de Dina López, miembro del sindicato SEIU, que son las siglas en inglés de la Unión Internacional de Empleados del Sector Servicios. Esta mujer de 48 años había volado 3.700 kilómetros, desde la ciudad de Lancaster, en el Desierto del Mojave, en California, hasta Washington. Allí se reunió con congresistas y sindicalistas y su cáncer de mama no le impidió plantarse en el Mall -el inmenso parque que ocupa el centro de Washington- a las 5 de la mañana el martes y a las 7 y media el miércoles para ver a Francisco. El miércoles, en el restaurante Va Piano, en Chinatown, su camiseta ‘Fe con los Trabajadores’ y la pegatina ‘Los inmigrantes enriquecen a sus nuevos países (Papa Francisco)’ eran testimonio de su experiencia.
Reforma migratoria

«Hace falta una reforma de inmigración para que, como ha pedido el Papa, no se rompan más familias. ¿Cuántos padres y madres no vuelven a ver a sus hijos porque los deportan, porque se mueren en el desierto? El Papa es una persona sencilla, accesible y compasiva. ?l siente el sufrimiento de todos nosotros», declaraba Dina, que se define «católica, apostólica y romana».

Su historia es un reflejo del mensaje de este Papa con respecto a la inmigración. Un reflejo que tiene una fecha muy específica y que ella no va a olvidar nunca: el 25 de octubre de 1989. Ese día, Dina, que entonces tenía 23 años, se presentó con su hija Blanca, de 4 años, en la Oficina de Inmigración del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles y le dijo a un oficial:
Dina López. P. PARDO

– Soy inmigrante ilegal. Depórtenme. Yo pago mi billete.

Ningún ‘sin papeles’ quiere ser deportado. Pero Dina tenía una razón de peso:

– Mi padre se acaba de morir de cáncer en Guatemala. No lo veo desde hace seis años. Mi hija no lo conoció. Quiero despedirme de él. No me importa no poder volver a Estados Unidos.

El guardia le respondió: «Si yo quisiera, te podría deportar. Pero ¿qué harías con tu hija?», Blanca había nacido en EEUU, así que es estadounidense. Tendría que irse con su madre a Guantemala, y tendría que quedarse allí hasta hacerse adulta. Y, aunque regresara entonces, nunca tendría muchas oportunidades en EEUU, porque ése nunca sería su verdadero país.

Así que Dina dio la vuelta y volvió a trabajar de niñera. Su última despedida de su padre había sido seis años antes, cuando ella y su madre iniciaron una travesía de 4.300 kilómetros-más o menos, la misma que de Madrid a Sebastopol-desde Guatemala hasta Los Ángeles. En México les robaron todo. Dina, que tenía 15 años, empezó a trabajar en una casa como costurera. Su madre limpiaba. No les pagaban. Solo les daban de comer.

Aquella familia les puso en contacto con un ‘coyote’, un traficante de seres humanos, que accedió a pasarlas a EEUU y que le pagaran después. Entraron en el país de sus sueños por una alcantarilla en El Paso, en Texas. Desde entonces, Dina tiene claustrofobia y miedo a la oscuridad. Nunca pudo cumplir su sueño de estudiar y volver a Guatemala a trabajar de funcionaria, como su padre, de quien nunca pudo despedirse. Pero no ha perdido la esperanza: «Francisco ha plantado una semilla. Tardará tiempo, pro algo brotará. Y no habrá más familias rotas».

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El Papa, a los hispanos de EEUU: ‘No se avergüencen nunca de sus tradiciones.

El Papa estructuró su discurso en torno a dos ideas. Una, la libertad religiosa. Otra, la inmigración.

Francisco lanzó ayer un nuevo mensaje institucional en el que ya es uno de los últimos pintos de su viaje de seis días por Estados Unidos: el Constitution Hall de la ciudad de Philadelphia. Es un lugar fundamental en la mitología nacional estadounidense, porque es allí donde se discutieron y pactaron tanto la Declaración de Independencia como la Constitución de ese país. Así que se suponía que el discurso iba a tener carga política.

Y la tuvo. El Papa estructuró su media hora de discurso en torno a dos ideas. Una, la libertad religiosa, el respeto las diferentes formas de espiritualidad y la convivencia. Otra, la inmigración, uno de los puntos más fuertes de su viaje pastoral.

Fue en este segundo punto cuando Francisco entró en la arena de los hechos concretos. El Papa dio un saludo «con especial afecto» a los inmigrantes en la audiencia, y les repitió tres veces que «no se avergüencen nunca» de «sus tradiciones», de «aquello que es parte esencial de ustedes».

Antes, Francisco había reflexionado, pero sin entrar en áreas específicas, en materia de libertad religiosa. Criticó la «globalización del paradigma tecnocrático», la segunda de su pontificado, que «busca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una búsqueda superficial de la unidad». También censuró «diversas formas de tiranía moderna» que, dijo, tratan de reducir la religion a «una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública». Y, finalmente, aludió, aunque de forma indirecta, a algunas organizaciones fundamentalistas musulmanes al condenar a grupos que «utilizan la religión como pretexto para el odio y la brutalidad».

El Papa pronunció esas palabras en el marco perfecto: Philadelphia. Una ciudad que, como recordó Francisco, fue fundada por cuáqueros encabezados por William Penn que fundaron Philadelphia, que pusieron empeño en que la ciudad tuviera libertad religiosa. Eso hizo que el estado en el que está, Pennsylvania, fuera uno de los pocos en los que los católicos estadounidenses pudieron ejercer su fe sin restricciones en los siglos XVIII y XIX.

A fin de cuentas, ‘Philadelphia’ es una palabra hecha con dos términos griegos y que significa ‘amor al prójimo’, un concepto con el que, tras este viaje, muchos estadounidenses identifican a Francisco.