Federico Rosales tiene 3 años, es santiagueño y conmociona a todo al país. Sus padres aseguran que tiene la imagen de la Virgen en el ojo derecho y que puede curar, y todos los enfermos que se acercan a él en busca de alivio también lo llaman ?el niño santo??.
Según Enrique y Miryam Rosales, padres de pequeño, la imagen de la Virgen del Valle en el ojo de su pequeño hijo Federico «es un milagro, una bendición de Dios, como dijo el cura párroco de El Porvenir», ciudad donde vive la familia Rosales.
Para los que ven en esa marca la imagen de la Virgen del Valle, el triángulo celeste que efectivamente tiene en su ojo marrón resulta un pasaporte suficiente para el milagro. Para los oculistas, la explicación suena más terrenal, casi de una cruel realidad si se piensa en la distancia de una a otra versión: Federico, dicen, sufre de falta de pigmentación en su ojo derecho, tal vez por su nacimiento prematuro.
Enrique cuenta que hasta los cinco meses no se dio cuenta de este presunto estigma. Y que fue un oculista el que le dijo que su hijo tenía «a la Virgen María «. Miriam y Enrique recuerdan la anécdota, pero no el nombre del oftalmólogo. Más fresco en su memoria está el día en que, según ellos, comenzó a curar. Priscilla, la hermana de siete años,»volaba de fiebre » y los padres iban a llevarla al médico.
«Pero Federico se despertó e insistió que él podía. Le tocó la frente, le pasó las manos por el cuerpo y se tocó el ojito con la Virgen. A los 20 minutos Priscilla ya no tenía fiebre «, cuenta Enrique.
Federico es el menor de tres hermanos, que junto a sus padres reside en una precaria casa de esa población distante 78 kilómetros de la capital de Santiago del Estero y a ocho de la villa turística termas de Río Hondo.
«Mientras el sacerdote nos dijo que era una bendición, que no debíamos preocuparnos y confiar en Dios, el oftalmólogo nos informó que Federico no tiene ningún problema en la visión y que deberíamos confiar en lo que nosotros creíamos», dijo Enrique Rosales.
El papá del niño, que es devoto y asiste todos los años a la fiesta de la Virgen del Valle en Catamarca, explicó que cuando una persona enferma llega a su casa «él solito (por Federico) agarra el agua bendita, se toca el ojito de la Virgen y pone sus manos en el lugar de la dolencia».
«Nosotros somos muy creyentes de la Virgen del Valle y cuando Federico era chico, estuvo muy enfermo y nosotros le pedimos a ella por su salud, milagrosamente mi hijo se recuperó», concluyó.
Unas cincuenta personas por día esperan para ser atendidos por Fede y no les molesta esperar hasta 6 horas. Todos aguardan afuera, bajo los árboles o bajo la galería no muy ancha de la casa. Nadie se queja, a pesar de que la demora puede ser de cinco o seis horas. Algunos llevaron sillas para sentarse. Como si fuera un consultorio, cada uno tiene su número.
Uno: entra una mujer con bastón, que antes de sentarse toca la imagen de la Virgen. Es Elvira del Carmen Leiva de Sánchez, de 55 años. Sin que nadie le pregunte, dice que está mejor desde la última vez que vio a Federico, hace dos semanas. «Hay que tener paciencia. Es mucho lo que usted tenía. Artrosis y un tumor en la pierna del que ya la operaron tres veces «, dice Enrique en voz alta.