El conflicto de los obispos con Pagola -- Pope Godoy

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Atrio

He leído varias veces la Nota de la Comisión Episcopal (NCE) donde se analiza, se puntualiza y se corrige el libro de Pagola: Jesús, aproximación histórica. Veo muy bien que la Comisión publique esta nota. ¡Faltaría más! Pero, al leerla, me han surgido muchos comentarios personales que yo también quiero expresar.
Entiendo que se trata de aportar razones que nos ayuden mutuamente a la reflexión, dejando muy claro que los argumentos de autoridad ya no son válidos por sí mismos en una sociedad democrática, sino que nos convencen o disentimos en función de las razones y los argumentos que aportan. En esas estoy yo.

La primera cuestión que me se me plantea es ésta: ¿Quién decide si un acontecimiento es histórico? Personalmente, considero que son los historiadores. O, quizás más exactamente, los especialistas en técnicas de análisis sobre las fuentes históricas. Sean creyentes o no creyentes. Esas técnicas de análisis son autónomas, con todas las reticencias y precauciones que queramos añadir, sabiendo la carga de subjetividad y de ?prejuicios?? que tiene todo ser humano. Entiendo prejuicio en su sentido etimológico. Es decir, un juicio previo, que no tiene por qué ser negativo o contrario, pero que sí que es anterior al eventual resultado y a las conclusiones que pueda aportar la investigación.

De sobra sabemos que, a la hora de llevar a cabo una investigación de cualquier tipo, existen fuertes presiones políticas, económicas, gremiales?? para que la investigación se oriente en un determinado sentido o para que las conclusiones favorezcan o no perjudiquen intereses concretos. Por ejemplo, tenemos muy de cerca todos los estudios sobre el calentamiento global del planeta y las conclusiones tan dispares, a veces.

En el caso de nuestra Iglesia Católica, pienso que todavía no se ha superado el conflicto de Galileo. Se trata de esa tentación casi irresistible a la hora influir, condicionar o determinar la investigación de una ciencia concreta en función de prejuicios (juicios previos) religiosos. Tenemos ejemplos cercanos. La teoría de la evolución de las especies fue madurando a través de pacientes observaciones y experimentos reiterados. Pero, claro, los responsables religiosos entienden que las conclusiones de esa teoría entran en conflicto con su concepción religiosa. La intervención de Pío XII, en este caso, es muy significativa (Humani generis, 1950; nº 30). Acepta con reticencias la teoría de la evolución, pero?? ¡con una condición!: que todos los seres humanos deben proceder de una sola pareja inicial. Es un ejemplo demasiado claro de cómo un prejuicio religioso (creencia en el pecado original) pretende influir sobre una investigación científica que debe ser totalmente autónoma.

En mi opinión, esta presión indebida se repite en la NCE. Allí se establece lo que es histórico en función de una previa concepción religiosa. Sin duda que es un mecanismo inconsciente, pero considero que es importante ponerlo de manifiesto desde un necesario y elemental sentido crítico. La pregunta es ésta: desde un punto de vista histórico, con los requisitos y garantías que exigen las ciencias históricas, ¿se puede afirmar que Jesús tenía conciencia de su divinidad? ¿Podemos afirmar que Jesús tuvo intención de fundar la Iglesia como institución jerárquica? ¿O que la resurrección de Jesús tiene carácter histórico?

Imposible entrar en un debate sobre estas preguntas precisamente para no caer en la misma trampa. Lo que hay que dejar muy claro es que la respuesta a estas cuestiones se debe dilucidar desde el estudio sosegado y desde la modestia de la investigación histórica. Desde el contraste de opiniones entre especialistas hasta que lentamente se va haciendo la luz. La conclusión es muy clara: los responsables eclesiásticos no son quienes deciden sobre la historicidad de un acontecimiento o de un relato.

Podemos añadir, desde luego, que la inmensa mayoría de los especialistas responderían con un no más o menos rotundo a las tres preguntas formuladas. Como en tantos otros casos, la institución eclesiástica se encuentra a remolque de la historia y sólo a regañadientes y ya a toro pasado termina por aceptar conclusiones que la ciencia histórica tenía ya más que asumidas.

Vuelvo a Pío XII. Si llegara a demostrarse científicamente que todos los seres humanos provienen de una sola pareja, no por eso habría que aceptar la doctrina del pecado original. En cambio, si los seres humanos procedemos de distintas parejas iniciales, entonces se va al carajo la teoría del pecado original. O quienes sigan defendiendo esa teoría tendrán que buscar otra explicación en función de los nuevos datos científicos.

Y ahora vuelvo a la NCE. Dice textualmente: ?si la fe de la Iglesia no tiene su fundamento en la historia, entonces el cristianismo deriva en ideología??. ¡Muy de acuerdo! Lo tristísimo y lo verdaderamente peligroso es que la fe cristiana, para la inmensa mayoría de las personas creyentes, se ha convertido, de hecho, en ideología. Es decir, en formulaciones conceptuales de muy difícil comprensión que se van repitiendo memorística y rutinariamente sin ninguna conexión con la vida concreta de las personas. ¡Esa es la ideología! Todo lo que no ha ido pasando por el tamiz de la propia experiencia, sino que es una imposición desde arriba, desde una autoridad de pretendido origen divino.

El gran acierto del libro de Pagola es justamente VOLVER A LA HISTORIA para escapar de la ideología (¡ojo! ?sta es mi interpretación). Volver a aquel Jesús que caminó por las aldeas de Galilea, que transmitió esperanza, que alivió sufrimientos, que liberó de esclavitudes religiosas, que abrió las mentes de las personas para que empezaran a pensar. ¡Claro que, al hablar así, utilizamos nuestro lenguaje y nuestra mentalidad actual! Pero, aún así, nos encontramos mucho más cerca de aquel Jesús de Nazaret. Porque si seguimos utilizando concepciones provenientes de la filosofía griega, estaremos mucho más lejos del Jesús histórico y, también, de nuestra cultura presente.

Permitidme un cierto sentido del humor. La feliz ?ventaja?? que tuvo Jesús es que no llegó a enterarse de lo del pecado original. Su mensaje central se expresa en términos de alegría (bienaventuranzas) y no se le pasa por la imaginación una conciencia culpabilizada del pecado ni una eventual necesidad de redención. Sólo invita a la ?conversión??, es decir, a cambiar de manera de pensar y de manera de vivir. La experiencia que nos transmite de Dios está muy alejada de un dios castigador que necesita calmar su cólera sobre toda la especie humana a través del sufrimiento de su Hijo.

Me he metido en camisa de once varas. Lo siento. Uno tiene que expresar algo de lo que vive aún a riesgo de parecer exagerado. Lo acepto. Pero quiero añadir un factor que me parece indispensable para la convivencia y el respeto mutuo. Dentro de la comunidad cristiana hay personas que piensan que Jesús instituyó una Iglesia y además jerárquica. También hay otras personas que piensan lo contrario: Jesús no instituyó una Iglesia y, mucho menos, jerárquica. La pregunta clave e interpelante es ésta: ¿Podemos vivir en paz sin exclusiones ni condenas ni desprecios mutuos?

Este es el gran reto de nuestra actual realidad eclesial. La sociedad evoluciona muy deprisa. La historia se irá decantando. Pero siempre nos quedará Jesús de Nazaret.

Andújar, 14 julio 2008