El cardenal Kasper dice que la apertura a los anglicanos se enmarca en ecumenismo

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EFE

«La Iglesia Católica sigue comprometida con el ecumenismo en la línea marcada por el Concilio Vaticano y el caso de los anglicanos que quieren unirse a Roma no supone un cambio, sino que está en conformidad con los establecido por el Concilio que cambió la Iglesia y la lanzó al tercer milenio», así lo aseguró ayer el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, durante su intervención en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma en un congreso sobre la figura del cardenal Johannes Willebrands, al que asistió el Primado de la Comunión Anglicana, Rowan Williams.

Williams se encuentra en Roma para asistir a los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de Willebrands, fallecido en 2006. El cardenal fue uno de los artífices del ecumenismo y presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos de 1969 a 1989.

Kasper manifestó que el ecumenismo no es una «opción» que la Iglesia puede aceptar o rechazar, «es nuestro sagrado deber».

«El ecumenismo no es un apéndice de nuestras obligaciones pastorales o un artículo de lujo. Los principios del decreto del Concilio Vaticano II ‘Unitatis redintegratio’, es decir el ecumenismo en verdad y amor son validos también para el futuro. Este decreto es la Carta Magna de nuestro viaje ecuménico hacia el futuro», afirmó Kasper.

El decreto «Unitatis redintegratio’ precisa que «promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto el Sacrosanto Concilio Vaticano II».

Kasper agregó que lo anterior vale también para el caso de los anglicanos «que han pedido unirse a la Iglesia Católica preservando elementos legítimos de su tradición litúrgica y espiritual».

«Si llega a buen puerto (la unión) no se tratará de un nuevo ecumenismo, como se ha dicho. Al contrario, ello se ha producido exactamente en conformidad con el ‘Unitatis redintegratio’, que distingue claramente entre conversiones, de una parte, y ecumenismo como diálogo con las otras iglesias con el objetivo de una plena comunión (unidad)», afirmó Kasper.

El cardenal aseguró que no se trata «de un nuevo ecumenismo», sino fruto de los diálogos ecuménicos de los últimos decenios, un fuerte impulso a proseguir en nuestro compromiso ecuménico».

Kasper añadió que tanto las conversiones individuales o colectivas como el diálogo ecuménico se debe emprender «con la mayor transparencia posible, para no causar tensiones con nuestros interlocutores ecuménicos».

El Primado anglicano Williams dijo que la normativa aprobada por la Iglesia Católica para facilitar el ingreso de los anglicanos solo es «la respuesta pastoral» a las necesidades de esas personas.

Williams se reunirá el próximo 21 de noviembre en el Vaticano con Benedicto XVI, el primer encuentro después del anuncio del Vaticano de abrir las puertas de la Iglesia Católica a todos los anglicanos que lo deseen.

La reunión entre el Papa Ratzinger y el arzobispo de Canterbury ya estaba programada antes de que el pasado 20 de octubre la Santa Sede anunciase la aprobación de una Constitución Apostólica (norma de máximo rango) para permitir la entrada de los anglicanos.

Esa Constitución Apostólica prevé, entre otras, la ordenación de clérigos anglicanos ya casados como sacerdotes católicos.

También contempla la concesión a los grupos anglicanos que vuelvan al redil de Roma de prelaturas personales, similares a los Ordinariatos Castrenses (obispos o prelado con competencias no territoriales), que permitirán a esos fieles entrar en plena comunión con Roma conservando su tradición.

De momento se desconoce el número exacto de anglicanos que desean pasarse a Roma, aunque, según fuentes vaticanas, puede rondar el medio millón.

Las mismas fuentes señalaron que entre 30 y 50 obispos y un centenar de parroquias han mostrado su deseo de entrar en la Iglesia de Roma, que abandonaron en 1534 cuando el Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda Enrique VIII (1491-1547) no logró del Papa Clemente VII (1478-1534) la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón y creó la Iglesia de Inglaterra, de la que se proclamó Jefe.

Los anglicanos son 77 millones y en los últimos años su Iglesia ha vivido momentos de crisis y de fuerte división interna debido a la ordenación de mujeres y de homosexuales declarados como obispos y la bendición de los matrimonios entre personas del mismo sexo.