Libia está revuelta. Gadafi parece condenado, pero no duda en masacrar a quien se le resiste. No todas las personas de izquierdas coinciden en el análisis y en las soluciones. La semana pasada editamos un intercambio entre Martín Cruz y Amaranta Süss. En este dossier publicamos distintas contribuciones de Adolfo Gilly, Guillermo Almeyra y Jean Bricmont, todos miembros del Comité o del Consejo Editorial de Sin Permiso.
Los estadólatras
Aunque hay algunos que se dicen hasta socialistas, en realidad son nacionalistas, identifican el Estado con el gobierno como si fueran sinónimos, especialmente cuando este último es burgués nacionalista y confunden además al gobierno con el Líder, Jefe Máximo o Conductor o lo que sea porque tienen rasgos comunes con los fascistas, que eran también nacionalistas e igualmente verticalistas.
Por otra parte, creen ciegamente en el cartelito de ?No molestar a quien conduce??, cualesquiera sean las maniobras del conductor y, por último, cuando se declaran socialistas y marxistas, conciben al socialismo como un mosaico, una suma de socialismos nacionales.
Son conservadores y lo opuesto del marxismo, para el cual la lucha de liberación (nacional y social) tiene un carácter histórico mundial y que considera que el Estado y la idea de la unidad nacional son expresiones de la alienación y que lo político es la esencia de la vida social y en ésta- y no en los círculos gobernantes- hay que concentrar el análisis y depositar las esperanzas de cambios democráticos e igualitarios.
Son, además, mecanicistas y aplican fórmulas eternas. En los años 20 la rebelión de tribus y clanes de Argelia y del Rif marroquí contra Francia y España fue apoyada por la izquierda revolucionaria mundial, al igual que la defensa de la Etiopía feudal y esclavista del Negus Haile Selassie en los 30 contra el colonialismo invasor de los fascistas italianos. Trotsky llamó también a apoyar al México de Lázaro Cárdenas ante la amenaza de invasión angloestadounidense. Los estadólatras deducen de todo esto que siempre, en todo conflicto entre un país semicolonial y el imperialismo lo primero y esencial es oponerse a éste. Por eso no faltaron los que, en Argentina y en los gobiernos ?progresistas?? (de Cuba o del Perú de los militares nacionalistas, por ejemplo) se alinearon junto a la dictadura militar argentina que estaba en guerra con su propio pueblo y era proimperialista, cuando ésta, para mantener su poder tambaleante, intentó la diversión de la guerra de las Malvinas.
Las Malvinas, sin duda, son argentinas y serán recuperadas algún día, pero argentinos -dijimos entonces – eran también los 30 mil desaparecidos, los exiliados, los torturados, y lo esencial era derrotar a la dictadura para poder comenzar a construir un régimen democrático e independiente del imperialismo. Los estadólatras ?de izquierda?? cometen hoy en Libia el mismo error malvinense.
Es cierto que ?a río revuelto, ganancia de pescadores?? y es cierto que el imperialismo estadounidense, en competencia con los imperialismos europeos, trata de sacar provecho de la rebelión contra la dictadura de Muamar Kadafi, para apoderarse del petróleo que hoy está en manos de franceses e italianos.
Pero los pescadores no provocan la creciente del río. La teoría conspirativa según la cual la CIA y el Mossad israelí provocaron una rebelión de millones de personas que va desde Marruecos hasta Yemen y los emiratos árabes y que ya derribó al tunecino Ben Ali, agente francés, y al egipcio Mubarak, agente de Estados Unidos y principal sostén de Israel y carcelero de los palestinos de Gaza, y que esas agencias están destruyendo voluntaria y concientemente todo el dispositivo creado por Washington, con los acuerdos de Camp David y el fortalecimiento de las tiranías árabes es, simplemente, una idiotez.
Kadafi es indefendible, entre otras cosas porque, desde 1986, además de dictador y sostenedor de las demás dictaduras de la región, es un agente del imperialismo y se ha convertido en un gran inversionista con dinero robado. Buscar una salida política y una mediación, en cambio, es necesario y correcto?? pero a condición sin embargo de buscarla donde sea factible ?por ejemplo, la Liga Arabe- y no proponiendo una comisión encabezada por un ex presidente imperialista cuyo hermano estuvo además en turbios negocios con Kadafi.
No hay otro camino digno que apoyar la rebelión, buscar un cese el fuego, cortar así de raíz los pretextos para una intervención militar de Estados Unidos, por su cuenta, contra las Naciones Unidas, donde el veto chino y ruso le impedirían contar con el consenso de esa organización, y en contra de la voluntad de sus socios italianos y franceses en la OTAN. Si Kadafi aplastase a la rebelión mal armada, no sólo su dictadura sería aún más feroz sino que también aumentaría su dependencia del imperialismo. Si, en cambio, dejase el poder mediante una salida negociada, existe el riesgo de que un debilísimo gobierno de transición se someta a las grandes potencias imperialistas, a las cuales debe vender el petróleo y de las cuales debe comprar alimentos y tecnología.
En la sociedad libia- donde en los últimos cuarenta años no han habido sindicatos independientes, partidos ni un periódico independiente- las solidaridades son de clan, de tribu, regionales. La religión, salvo en el caso de la secta nacionalista y xenófoba de los Senoussi, que no tolerará una ocupación o intervención extranjera, y que se opone a Kadafi, no es un factor decisivo. En la dirección de los rebeldes hay, por lo tanto, desde ex ministros de Kadafi (Al Jalil), proestadounidenses, hasta ex militares nasseristas (Al Hariri) encarcelados durante 17 años por sus ideas a la izquierda de Kadafi.
Hasta ahora esa dirección se ha opuesto a la intervención imperialista y ha dicho que la combatiría, pero si fuese acorralada no se sabe qué podría hacer. En cambio, si triunfase, podría formar un gobierno muy moderado frente al capital extranjero. Pero el pueblo libio sentiría su propia fuerza y, bajo la influencia de la izquierda tunecina, comenzaría una rápida evolución. Sobre todo porque la estabilidad de la producción petrolera y la dominación imperialista en la región han sido gravemente dañadas por la rebelión, que es necesario profundizar.
Libia y el regreso del Imperialismo Humanitario
Ha vuelto la pandilla completa: Los partidos de la Izquierda Europea (los partidos comunistas «moderados»), los «Verdes» de José Bové, ahora aliados de Daniel Cohn-Bendit, quien aún no ha hallado una guerra de EE.UU.-OTAN que le caiga mal, varios grupos troskistas y, por supuesto, Bernard-Henri Lévy y Bernard Kouchner, todos pidiendo una suerte de «intervención humanitaria» en Libia o acusando a la izquierda latinoamericana, cuyas posiciones son más sensibles, de actuar como «idiotas útiles» del «tirano libio».
Doce años después, es exactamente igual a Kosovo. Cientos de miles de iraquíes muertos, la OTAN en una posición dificilísima en Afganistán, y ¡no han aprendido nada! La guerra de Kosovo se hizo para parar un genocidio inexistente, la guerra de Afganistán para proteger a las mujeres (vayan y verifiquen la situación de ellas ahora), y la guerra de Irak para proteger a los kurdos. ¿Cuándo van a entender que todas las guerras se atribuyen justificaciones humanitarias? Hasta Hitler «protegía minorías» en Checoslovaquia y Polonia.
Por el otro lado, Robert Gates advierte que cualquier secretario de estado que le aconseje al presidente de EE.UU. a enviar tropas a Asia o África «debe ser examinado de la cabeza». El Almirante McMullen también aconseja prudencia. La gran paradoja de nuestros tiempos es que los cuarteles de la paz estén en el Pentágono y el Departamento de Estado, mientras que el partido pro-guerra es una coalición de neoconservadores y liberales intervencionistas, incluyendo guerreros izquierdistas humanitarios, al igual que ecologistas, feministas o comunistas arrepentidos.
Entonces ahora, todos tenemos que consumir menos por el calentamiento global del planeta, pero las guerras de la OTAN son reciclables y el imperialismo se ha vuelto un desarrollo sostenible.
Por supuesto que EE.UU. va a ir o no a la guerra por razones totalmente independientes de los consejos ofrecidos por la izquierda pro-guerra. El petróleo no va a ser probablemente un factor decisivo porque cualquier nuevo gobierno libio tendrá que vender petróleo y Libia no tiene la influencia necesaria para tener un peso importante en el precio del petróleo. Claro que la inestabilidad de Libia genera especulación que por sí misma afecta los precios, pero eso es diferente. Los sionistas tienen probablemente dos ideas encontradas sobre Libia: odian a Khadafi, y les gustaría derrocarlo, como a Sadam, de la manera más humillante, pero no están seguros si les gustará la oposición (y por lo poco que sabemos, no les gustará).
El principal argumento pro-guerra es que si las cosas se hacen rápida y fácilmente, se rehabilitará la OTAN y la intervención humanitaria, cuya imagen quedó manchada por Irak y Afganistán. Una nueva Grenada o, al menos, un nuevo Kosovo, es exactamente lo que se necesita. Otra motivación para una intervención es la mejor manera de controlar a los rebeldes, al ir a «salvarlos» en su marcha por la victoria. Pero es improbable que funcione: Karzai en Afganistán, los nacionalistas kosovares, los chiítas en Irak y por supuesto Israel están muy felices de recibir la ayuda estadounidense, cuando la necesitan, pero después continúan con sus propios planes. Además, una ocupación militar completa de Libia después de su «liberación» será difícil de mantener, lo que por supuesto hace que la intervención sea menos atractiva desde el punto de vista de EE.UU.
Por el otro lado, si las cosas salen mal, será probablemente el principio del fin del imperio estadounidense, de ahí la prudencia de los funcionarios a cargo, cuya ocupación no es meramente escribir artículos para Le Monde o hablar contra dictadores frente a las cámaras.
Es difícil para un ciudadano cualquiera saber qué está pasando exactamente en Libia, porque los medios occidentales se han desacreditado completamente por su cobertura en Irak, Afganistán, Líbano y Palestina, y las fuentes alternativas no son siempre confiables. Eso no ha afectado por supuesto a la izquierda pro-guerra que está absolutamente convencida de que los peores informes sobre Khadafi son verdaderos, como hace doce años sobre Milosevic.
El rol negativo de la Corte Penal Internacional se ha hecho visible otra vez, aquí, como sucedió con el Tribunal Penal Internacional para Yugoeslavia, en el caso de Kosovo. Una de las razones por las que hubo derramamiento de sangre relativamente limitado en Túnez y Egipto era que había salidas
posibles para Ben Alí y Mubarak. Pero la «justicia internacional» quiere asegurarse de que no haya salida posible para Khadafi, ni probablemente para la gente cercana a él, y con esto los incitan a una lucha hasta el fin.
Si «otro mundo es posible», como repite la Izquierda Europea, luego, otro Occidente debería ser posible y la Izquierda Europea debería empezar a trabajar en ello. Las reuniones recientes de la Alianza Bolivariana pueden servir de ejemplo: La izquierda en América Latina quiere la paz y se oponen a la intervención de EE.UU. porque saben que ellos también están en la mira de EE.UU. y que sus procesos de transformación social requieren, sobretodo, de la paz y soberanía nacional.
Por lo tanto, sugieren enviar una delegación internacional, posiblemente liderada por Jimmy Carter (al que nadie puede llamar marioneta de Khadafi), para comenzar un proceso de negociaciones entre el gobierno y los rebeldes. España ha expresado interés en la idea, pero por supuesto Sarkozy la ha rechazado. Esta propuesta puede sonar utópica pero no lo sería tanto si tuviera el respaldo de las Naciones Unidas, que de esta manera cumpliría con su misión -pero ello es imposible debido a la influencia de EE.UU. y Occidente. Sin embargo, no es tan imposible que ahora, o en algunas crisis futuras, una coalición no-intervencionista de naciones, incluyendo Rusia, China, países de América Latina y quizás otros, aúnen esfuerzos para construir alternativas confiables frente al intervencionismo occidental.
A diferencia de la izquierda de América Latina, la patética versión europea ha perdido todo sentido de lo que significa hacer política. No intenta proponer soluciones concretas a los problemas, y sólo es capaz de tomar posiciones morales, en particular la denuncia de dictadores y las violaciones de derechos humanos en tono grandilocuente. La izquierda social democrática sigue a la derecha con algunos años de retraso y no tiene ideas propias. La izquierda «radical» se las ingenia para denunciar a los gobiernos occidentales de todas las maneras posibles y al mismo tiempo pedir que esos mismos gobiernos intervengan alrededor del mundo para defender la democracia. Su falta de reflexión política los hace altamente vulnerables a las campañas de desinformación y a volverse aficionados pasivos de las guerras de EE.UU.-OTAN.
Esa izquierda no tiene un programa coherente y no sabrían qué hacer en el caso que un dios los coloque en el poder. En lugar de «apoyar» a Chávez y la Revolución Bolivariana, un reclamo sin significado que algunos adoran repetir, deberían aprender humildemente de ellos, y antes que nada, reaprender el significado de hacer política.
Jean Bricmont es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, enseña física en Bélgica y es miembro del Tribunal de Bruselas. Su libro Imperialismo Humanitario ha sido publicado por Monthly Review Press.
Traducido por Silvia Arana para Rebelión
Rebelión, 9 de marzo de 2011
Fidel Castro, Gadafi y la insurrección
En los países árabes que comparten la ribera sur del mar Mediterráneo se ha desatado un proceso revolucionario ?Egipto, Túnez, Libia-, que también induce en Argelia y Marruecos cambios políticos preventivos en sus regímenes de gobierno. Mientras en Egipto y Túnez las movilizaciones populares han determinado la caída de los gobiernos y el establecimiento de provisorios gobiernos de transición, en Libia la insurrección del pueblo contra la dictadura represora de Gadafi ha desencadenado una guerra civil y la división del ejército: una parte con el dictador, la otra con la rebelión.
Aún conociendo poco o muy poco de Libia, como es mi caso, pienso que la actitud y la posición de quien se declara socialista o simplemente democrático no puede dejar de apoyar y desear el triunfo de esa rebelión popular contra el dictador hasta ayer aliado a los grandes capitales europeos y estadounidenses y a sus Estados imperiales.
Contra esa rebelión popular, el coronel Gadafi ha lanzado todo el poder de fuego de las modernas armas aéreas y terrestres que le han sido suministradas desde hace años por aquellas potencias, sus aliadas en negocios y en armas.
Grandes sectores del pueblo pobre de Libia se han insurreccionado. El coronel Gadafi está bombardeando y masacrando a su pueblo. Lo primero que es preciso ver es qué hace el pueblo en rebelión, no cuáles son las formas o las medidas con que las potencias externas tratan de aprovecharse de esa guerra civil.
No ha habido revolución en el mundo donde esas potencias no hayan procedido de ese modo. Pero la esencia de lo que sucede en una revuelta o una rebelión no está en lo que intentan o pretenden hacer sus enemigos externos e internos. Su esencia es qué hace el pueblo insurrecto, cuáles son sus motivos y sus propósitos, contra quién y contra qué se rebela, quiénes están de su lado y quiénes en contra. Es preciso mirar y ubicar los cuerpos de los insurrectos, qué hacen, cómo se la juegan. Pues una revuelta, una rebelión, una huelga, una manifestación, son acciones humanas altamente corporales.
En Libia, el coronel Gadafi está destrozando esos cuerpos, está masacrando a su pueblo, está defendiendo su poder, sus riquezas, sus cárceles y sus cámaras de tortura, cualesquiera hayan podido ser sus medidas nacionalistas hace cuarenta años.
Una sorprendente ?o tal vez no- cantidad de partidarios del socialismo o del nacionalismo cierran los ojos ante esa realidad y siguen viendo a Gadafi como un aliado, un ?antimperialista??, amenazado por la intervención de los imperios. Sin atender al peligro inmediato y real, la masacre brutal de Gadafi contra su pueblo, se preocupan por la amenaza futura aún no advenida: la intervención imperial.
Precisamente, si esa intervención sobreviene, como es posible, no será antes de que hayan dejado a Gadafi masacrar y desmantelar la fuerza de la insurrección popular. ?ste es quien, por el momento, les está haciendo la tarea. Si esos socialistas o antimperialistas no ven esta evidencia, es porque en un largo proceso de encantamiento con partidos e instituciones varias, ahora ven Estados y cúpulas antes que pueblos y rebeliones.
?stas, en sus inicios, siempre son confusas, mezcladas, impuras, llenas de furia, ruido, improperios y clamores. Huelen a pobre, visten con desaliño y se alimentan cuando pueden. Pero a la hora de la hora, ponen sus cuerpos contra los ejércitos y muchas veces los dividen. Así fue, nomás así, la revolución mexicana, así fueron la División del Norte y Pancho Villa, esa figura única cuyo genio, extraño y agudo, los gobernantes y los políticos de México, pasado ya casi un siglo, todavía no acabaron de entender.
* * *
Entre tantas voces que componen la actual algarabía de izquierda acerca de la revolución árabe, quiero citar por extenso una que, en estos afanes, merece ser escuchada; y que a mi juicio no lo está siendo por buena parte de quienes son sus seguidores: la del comandante Fidel Castro.
Me resulta muy serio lo que dice; y en esta coyuntura crítica creo percibir en lo que escribe, antes que los motivos de la ideología, la voz de la experiencia específica de Cuba. De aquí en adelante, me limitaré a citar los párrafos más destacados, a mi juicio, de los dos últimos artículos del comandante y estadista cubano. No necesito decir, pero lo digo, que no soy fidelista ni castrista; y que siempre he defendido a la revolución cubana, desde adentro y desde afuera de la isla.
Fidel Castro recuerda en su escrito los orígenes antimperialistas del régimen de Gadafi, cuando en 1969 el joven coronel de 27 años derribó al rey Idris I, realizó una reforma agraria, nacionalizó el petróleo y tomó medidas para el desarrollo de la educación, la economía y la sociedad libia. Agrega luego que ?los revolucionarios libios elaboraron y aplicaron sus propias ideas respecto a las instituciones legales políticas?? y que los gobernantes cubanos ?nos abstuvimos por completo de emitir opiniones sobre las concepciones de la dirección libia??.
Sobre esta primera distancia entre Cuba y Libia, pese a las relaciones mantenidas desde entonces, Fidel Castro traza ahora una nítida raya divisoria. Dice así:
?Es un hecho irrebatible que las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN con Libia en los últimos años eran excelentes, antes de que surgiera la rebelión en Egipto y en Túnez.
?En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN ninguno de éstos tenía problemas con Gadafi. El país era una fuente segura de abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido superados.
?Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción y distribución del petróleo.
?La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El FMI ejerció su beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones.
?Como es lógico, Aznar se deshizo en elogios a Gadafi, y tras él Blair, Berlusconi, Sarkozy, Zapatero, y hasta mi amigo el Rey de España, desfilaron ante la burlona mirada del líder libio. Estaban felices.??
Pregunta entonces Fidel Castro por qué ahora todos ellos se ponen contra Gadafi y lo acusan ?de disparar contra ciudadanos desarmados que protestaban??. Fidel Castro no desmiente este hecho.
Pero con razón agrega:
?¿Por qué no explican al mundo que las armas y sobre todo los equipos sofisticados de represión que posee Libia fueron suministrados por Estados Unidos, Gran Bretaña y otros ilustres anfitriones de Gadafi???
Me permito repetir y subrayar: Fidel Castro afirma nítidamente que Gadafi ha sido provisto por Estados Unidos y Gran Bretaña de armas y ?sofisticados equipos de represión?? que ahora utiliza contra ?ciudadanos desarmados que protestaban??.
Más claro, agua.
El escrito del dirigente cubano del 3 de marzo pasado agrega una definición radical sobre lo que sucede en estos tiempos en los países árabes. Cito y subrayo:
?La Revolución en el mundo árabe, que tanto temen Estados Unidos y la OTAN, es la de los que carecen de todos los derechos frente a los que ostentan todos los privilegios, llamada, por tanto, a ser más profunda que la que en 1789 se desató en Europa con la toma de la Bastilla??.
De esa revolución forma parte la insurrección del pueblo libio contra la dictadura autocrática de Gadafi, hasta ayer aliada con los gobiernos de las grandes potencias europeas y de Estados Unidos.
Sobre estas descripciones y definiciones del régimen de Gadafi y de su despiadada represión contra su pueblo, Fidel Castro da su apoyo a la mediación propuesta por Hugo Chávez. Pero la ve como una mediación entre los dos bandos de la guerra civil libia que para tener éxito necesita antes ?crear un amplio movimiento de opinión??; es decir, no limitarse a los contactos diplomáticos que sin duda ya existen y actúan.
El tiempo apremia, está diciendo, pues la OTAN y sus ejércitos están al acecho.
Si como parece esto es así, si en efecto esas potencias están preparando una intervención, al menos tres razones los contienen todavía: primero el contragolpe siniestro para ellos mismos que tendría una intervención contra un país ribereño del Mediterráneo occidental, vistos los desastres sucesivos y acumulativos de las invasiones a Irak y Afganistán; luego, la reacción de otras potencias: Rusia, China, India, Brasil, para sólo mencionar esas cuatro; por fin, las divergencias y las disputas de intereses entre los mismos candidatos a intervenir: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia, para sólo citar otros cuatro.
* * *
El segundo documento de Fidel Castro, ?La OTAN, la guerra, la mentira y los negocios??, del 9 de marzo de 2011, retoma argumentos y los reitera ahora con un sesgo más inmediato y descriptivo. Recuerda cómo, a partir de 2003, se iniciaron conversaciones regulares entre Blair, Bush y Gadafi, y éste aceptó y ejecutó medidas de desarme exigidas por aquéllos. A continuación describe con marcada ironía la trayectoria recorrida por las relaciones de Gadafi con Estados Unidos y las potencias europeas:
?A partir de octubre de 2002 se inició el maratón de visitas a Tripoli: Berlusconi en octubre de 2002; José María Aznar, en septiembre de 2003; Berlusconi de nuevo en febrero, agosto y octubre de 2004; Blair, en marzo de 2004; el alemán Schröeder en octubre de ese año. Todo el mundo feliz. Poderoso caballero es don dinero.?? [Subrayado mío].
?Gadafi recorrió triunfalmente Europa??, escribe a continuación Fidel Castro: en Bruselas vio a Romano Prodi; en agosto invitó a Bush a visitar Libia; ultimó contratos con Exxon Mobil, Chevron Texaco y Conoco Philips para explotar el petróleo libio. Después estableció plenas relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Bush, y firmó acuerdos de cooperación nuclear con Francia y Estados Unidos. Tony Blair lo visitó en Libia en 2007 y British Petroleum firmó un contrato ?enormemente importante?? para explotar el gas libio. Esta lista que Fidel Castro hace sobre los viajes y las amistades de Gadafi concluye así:
?En diciembre de 2007, Gadafi realizó dos visitas a Francia y firmó contratos de equipamientos militares y civiles por valor de 10.000 millones de euros; y a España, donde se entrevistó con el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Contratos millonarios se suscribieron con importantes países de la OTAN.
?¿Qué es lo que ahora ha originado la retirada precipitada de las embajadas de Estados Unidos y los demás miembros de la OTAN? Todo resulta sumamente extraño??.
El documento concluye apoyando una vez más la propuesta de mediación de Hugo Chávez entre las partes en conflicto en Libia, a la cual enmarca en el siguiente párrafo final:
?Estamos contra la guerra interna en Libia, a favor de la paz inmediata y el respeto pleno a la vida de todos los ciudadanos, sin intervención extranjera, que sólo serviría a la prolongación del conflicto y a los intereses de la OTAN??.
* * *
Es difícil no comprender el sentido de estos dos documentos del dirigente cubano. Es un enjuiciamiento del régimen de Gadafi, una denuncia de sus alianzas con las potencias europeas y de sus masacres actuales en Libia y una invitación a negociar entre las dos partes enfrentadas en la guerra civil para evitar una intervención extranjera. Está dando así un reconocimiento beligerante a las fuerzas insurrectas y alertando, con razón, sobre la actitud de la OTAN. ?sta aún está incierta ante la aventura de meterse en otra guerra colonial en el Mediterráneo. Pero está también a la espera de que los demoledores ataques de Gadafi debiliten a los insurrectos, aíslen más a Gadafi y abran mayores posibilidades a la amenazante movilización bélica de la OTAN en el Mediterráneo.
Adolfo Gilly es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso.
La jornada, 12 de marzo de 2011
Leer a Fidel Castro
En su edición electrónica de ayer, La Jornada publicó una ?Reflexión?? de Fidel Castro titulada ?Los dos terremotos??. Se refería al tsunami en Japón y a la revolución en Libia. Creo importante destacar los párrafos tocantes a la presente situación en Libia. Dice el dirigente cubano:
?No albergo duda alguna de que Gaddafi y la dirección libia cometieron un error al confiar en Bush y en la OTAN, como se puede deducir de los que escribí en la Reflexión del día 9 [de marzo].
?Tampoco dudo de las intenciones de Estados Unidos y la OTAN de intervenir en Libia y abortar la ola revolucionaria que sacude el mundo árabe.
?Los pueblos que se oponen a la intervención de la OTAN y defienden la idea de una solución política sin intervención extranjera, albergan la convicción de que los patriotas libios defenderán su Patria hasta el último aliento??.
En estos tres significativos y medidos párrafos, leo lo siguiente: un llamado a todos los libios a unirse como nación contra los posibles invasores (los cuales hoy día aún no se ponen de acuerdo sobre Libia debido a sus propias disputas de intereses); una crítica a Gadaffi, que acentúa la ruptura con el dictador libio, pues éste no es persona para perdonar que Fidel Castro le diga en público que, sin lugar a dudas, se equivocó; un alerta contra los propósitos de la OTAN, no sólo de intervenir en Libia, sino de intentar ?abortar la ola revolucionaria que sacude el mundo árabe??; y una definición clara de que la rebelión de Libia, que la OTAN quiere instrumentalizar para invadir, forma parte de esa ?ola revolucionaria?? y es un ?terremoto de carácter político?? (los terremotos vienen de abajo, no de afuera).
Es preciso, insisto, leer con atención esas Reflexiones de Fidel Castro sobre los sucesos de Libia y los países árabes.
Adolfo Gilly es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso